El secretario de la OTAN habla alto, claro y sin sutilezas: "Somos el próximo objetivo de Rusia y ya estamos en peligro"
Rutte se muestra contundente, asegura que Europa tendrá que enfrentarse a Rusia tarde o temprano y asegura que "las decisiones lentas ya no son suficientes".
El mensaje fue directo, incómodo y deliberadamente alarmante. Desde Berlín, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, dejó atrás cualquier ambigüedad diplomática para lanzar una advertencia que resonó en todas las capitales aliadas: Rusia no es solo un problema para Ucrania, sino una amenaza creciente para toda la Alianza Atlántica. Y, según sus palabras, el riesgo ya no es hipotético ni lejano.
Acompañado por el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Johann Wadephul, Rutte defendió que la OTAN ha entrado en una fase en la que las decisiones lentas y los compromisos a medias ya no son suficientes. La cumbre celebrada en La Haya marcó un punto de inflexión: los aliados acordaron elevar el gasto en defensa y seguridad hasta el 5% del PIB en el horizonte de 2035. Una cifra impensable hace solo unos años, pero que hoy se presenta como imprescindible ante lo que la Alianza describe como un comportamiento ruso cada vez más agresivo.
"Somos el próximo objetivo"
Rutte no rehuyó el tono dramático. La guerra lanzada por Rusia contra Ucrania sigue siendo, en sus palabras, “el eje central” de la visión de seguridad de la OTAN. Moscú no solo mantiene la presión militar, sino que ha intensificado el uso de drones y misiles a gran escala, poniendo a prueba de forma constante las defensas aéreas ucranianas.
Según datos manejados por la Alianza, la producción industrial rusa en materia de armamento ha aumentado de manera significativa, permitiendo sostener ataques continuos y de alto volumen. En ese contexto, Rutte lanzó la frase que concentró todos los titulares: “Somos el próximo objetivo de Rusia y ya estamos en peligro”. No se trataba de una metáfora, sino de una advertencia estratégica dirigida tanto a los gobiernos como a las opiniones públicas europeas.
El secretario general vinculó esta capacidad militar rusa a una red de apoyos externos que, a su juicio, resulta clave para entender la prolongación del conflicto. China ocupa un lugar central en ese análisis: gran parte de los componentes electrónicos empleados en drones y sistemas de misiles rusos proceden del gigante asiático. A ello se suma la ayuda de Irán y Corea del Norte, configurando un eje de apoyo que va mucho más allá del frente europeo.
Armas, industria y urgencia
Rutte dedicó buena parte de su intervención a subrayar que las palabras deben traducirse en hechos. En ese sentido, destacó la asistencia militar sostenida que la OTAN presta a Ucrania, especialmente a través de la Lista de Requisitos Prioritarios de Ucrania (PURL). Este mecanismo canaliza misiles y municiones de defensa aérea de fabricación estadounidense, financiados por aliados europeos, hacia el frente ucraniano.
Una parte sustancial de los misiles utilizados por los sistemas Patriot en Ucrania ha llegado gracias a este programa. Para Rutte, se trata de un ejemplo de cómo la cooperación transatlántica puede traducirse en resultados tangibles, pero también de una señal de alarma: los arsenales se vacían rápido y la industria debe acelerar su ritmo si se quiere mantener la disuasión.
El papel de Alemania fue presentado como fundamental. Berlín planea elevar su gasto en defensa hasta el 3,5% del PIB en 2029 y expandir de forma notable su capacidad de producción de munición, incluidos nuevos proyectiles de artillería. Para la OTAN, este esfuerzo convierte a Alemania en una pieza clave tanto en la disuasión militar como en la base industrial de la Alianza.
Más allá de Ucrania, Rutte recordó que la OTAN ha reforzado su presencia en el flanco oriental mediante operaciones como Centinela Oriental y Centinela Báltico, destinadas a responder a violaciones del espacio aéreo, amenazas a infraestructuras submarinas y otras formas de actividad híbrida atribuidas a Moscú.
Diplomacia, dudas y el Artículo 5
Durante un debate posterior, Rutte abordó las negociaciones para poner fin a la guerra. Reconoció que Estados Unidos lidera los esfuerzos diplomáticos, con el respaldo europeo, pero advirtió de que la voluntad real del Kremlin sigue siendo una incógnita. “Tenemos que poner a prueba a Putin para ver si habla en serio”, afirmó.
También rechazó la idea de un distanciamiento transatlántico, subrayando que Washington mantiene su compromiso con la seguridad europea. El aumento del gasto en defensa, recordó, responde a una vieja exigencia estadounidense sobre el reparto de cargas. Rutte cerró su intervención con una advertencia final: sin inversión sostenida y unidad política, el riesgo de una escalada mayor aumentará. En ese escenario, insistió, el Artículo 5 sigue siendo el principal dique de contención. Pero solo funcionará si la Alianza demuestra que está preparada para respaldarlo con hechos.