Keir Starmer imita al ultra Nigel Farage para frenar el ascenso de Nigel Farage
El primer ministro británico hace suya la retórica de la extrema derecha para endurecer la política migratoria del Reino Unido. "Corremos el riesgo de convertirnos en una isla de extranjeros", dijo hace una semana Starmer.

Pocos días después del asesinato de Martin Luther King en Memphis, el político conservador Enoch Powell, entonces secretario de Defensa en la sombra del Gobierno del Reino Unido, pronunció en el Conservative Political Centre en Birmingham uno de los discursos más controvertidos de la política británica. Él le llamó "el discurso de Birmingham". Todos los demás, "el discurso de los ríos de sangre". En él, Powell advertía de que la identidad británica, acaso inglesa, estaba en riesgo por culpa de la inmigración. Los británicos, dijo, corrían el riesgo de convertirse en "extranjeros en su propio país". Han pasado 57 años, pero el eco de Powell ha vuelto a resonar en la política británica. Y por el discurso de un primer ministro laborista.
Hace una semana, Keir Starmer, un abogado de derechos humanos aupado al número 10 de Downing Street con una mayoría absolutísima, anunció una severa política antiinmigración con frases que recordaban a Powell. "En una nación diversa como la nuestra, corremos el riesgo de convertirnos en una isla de extranjeros", dijo Starmer para lanzar una promesa: "Recuperaremos el control de nuestras fronteras". Si bien reconoció que "la migración es parte de la historia nacional de Gran Bretaña" y un factor esencial para la "gran reconstrucción" del país "después de la guerra", el político laborista planteó la necesidad de "reducir significativamente la inmigración". Entre otras cosas, aumentará de cinco a diez años el tiempo de estancia para solicitar la residencia permanente, exigirá mayor dominio de inglés a los recién llegados o impedirá que la contratación de más extranjeros en tareas de cuidados, por ejemplo, en los hogares de ancianos.
Es el mismo Starmer que en 2020 aseguró que no se debía convertir a los migrantes "en chivos expiatorios". "Los bajos salarios, las viviendas precarias y los servicios públicos deficientes no son culpa de los migrantes, tenemos que defender los beneficios de la migración", comentó hace cinco años. Casi como si lo hubiera olvidado, el nuevo Starmer se preguntó esta semana "por qué partes de la economía parecen casi adictas a la importación de mano de obra barata en lugar de invertir en las habilidades de la gente que está aquí y quiere un buen empleo en su comunidad".
Pero el giro de Starmer no ha sentado bien ni en sus propias filas. Sara Owen, presidenta laborista del Comité de Mujeres e Igualdad, de ascendencia malasia-china, declaró: "Si le sigue la pista a la derecha corre el riesgo de llevar a nuestro país por un camino muy oscuro". Otra diputada laborista, Nadie Whittome, dijo: "Sugerir que Gran Bretaña corre el riesgo de convertirse en una isla de extranjeros debido a la inmigración imita el alarmismo de la extrema derecha". Una exdiputada laborista, Zarah Sultana, escribió: "Es repugnante que el primer ministro imite el discurso "ríos de Sangre" de Enoch Powell. Ese discurso alimentó décadas de racismo y división. Repetirlo hoy es una vergüenza. Se suma a la retórica antinmigrante que pone vidas en riesgo. ¡Qué vergüenza, Keir Starmer!" Alf Dubs, un parlamentario laborista que llegó al Reino Unido huyendo de los nazis, comentó: "Me desagrada que tengamos políticos de alto rango que usan un lenguaje que recuerda a Powell. [...] No es el tipo de persona que es [con relación a Starmer], y no creo que sea lo que realmente cree".
Pero... ¿Por qué Starmer ha hecho esto, entonces? La explicación, como siempre, está en la extrema derecha. Pocos días antes de su polémico anuncio, el ultra Nigel Farage, de Reform UK, arrasó en las elecciones locales. En las filas laboristas se asustaron. ¿La solución? Imitar el discurso de Farage, a pesar de que se haya demostrado en diferentes ocasiones que imitar a la extrema derecha solo beneficia a los ultras. En 2022, profesores de Cambridge analizaron más de 350 estrategias electorales de partidos políticos en 108 elecciones desde 1976 a 2017, tratando de comprobar si realmente había funcionado en alguna ocasión el acomodar los discursos de la extrema derecha. Y no. "Cuando los partidos mayoritarios abordan temas de la derecha radical, corren el riesgo de legitimar y normalizar el discurso de la derecha radical y, a largo plazo, fortalecerla", concluyeron.
Esta misma teoría abraza Darren Lewis, columnista del Mirror. "Un giro a la derecha — escribió Lewis — no hará popular al Partido Laborista entre quienes, de otro modo, seguirían ese camino; simplemente confirmará la disposición de Starmer a seguir traicionando a tantas personas que confiaron en él como antídoto contra la xenofobia de los conservadores. [...] El primer ministro, el hombre al mando del supuesto partido de las clases trabajadoras, ha echado por tierra a millones de votantes este lunes". De hecho, el mismo Nigel Farage consideró el anuncio de Starmer como una "reacción instintiva" a su victoria en los comicios locales. Aunque dijo no confiar en que las "llevaría adelante", aseguró que apoyaría muchas de estas medidas, como la de prohibir la entrada de cuidadores extranjeros.
La nueva política de Starmer ha molestado incluso a una parte del mundo empresarial, conscientes de que una gran parte de sus empleados son personas migrantes. De hecho, la prohibición de contratar a más personal extranjero para las tareas de cuidado ha alertado al sector. Christina McAnea, secretaria general del sindicato UNISON, de hecho, ha advertido también en Mirror de que "el sector del cuidado se habría derrumbado hace años de no ser por los miles de trabajadores que han llegado desde el extranjero". Algunos han criticado, además, que Starmer utilizara una retórica paternalista con relación a los empleados de cuidados. En Financial Times, Martin Green, director ejecutivo de Care England, representante de proveedores independientes de asistencia social, aclaró que "la atención social no es un trabajo de baja cualificación". "Es un trabajo de alta cualificación y baja remuneración que merece respeto, el debido reconocimiento y una inversión significativa", contestó para lamentar que, "en lugar de invertir en el sector y resolver la crisis de contratación, el Gobierno cierre la puerta a una de las únicas fuentes de mano de obra que aún funcionan".
Pese a las críticas de los que hasta ahora eran sus principales apoyos, de quienes le llevaron al número 10 de Downing Street, Starmer no parece escuchar. En redes sociales, de hecho, es difícil diferenciar sus textos de los de Nigel Farage. "Establecerse en el Reino Unido es un privilegio que se gana, no un derecho", escribió este miércoles. Un día después, insistió: "Recuerden mis palabras: recuperaré el control de nuestras fronteras. Eso significa reducir la migración, poner fin al uso de hoteles de asilo y redoblar los esfuerzos para detener los cruces en pequeñas embarcaciones. Vamos a destruir las bandas de tráfico de personas en su origen".