Quién es José Antonio Kast, el primer presidente pinochetista de Chile en democracia
De su apoyo al dictador Augusto Pinochet en el plebiscito de 1988 a la victoria en la segunda vuelta: el perfil político del líder ultraconservador que llega a La Moneda.
Con la incontestable victoria de este domingo en la segunda vuelta de las presidenciales de Chile, el abogado y exdiputado ultracatólico José Antonio Kast se ha convertido en el primer dirigente abiertamente pinochetista que llega al poder en el país desde el retorno a la democracia y se ha sumado a la ola de líderes de extrema derecha que gobiernan actualmente en varios países de América Latina, como Argentina o El Salvador. Con apenas 22 años, cuando era estudiante de Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile, participó en los espacios televisivos de la campaña del plebiscito de 1988, defendiendo la continuidad del general Augusto Pinochet al frente del país.
Décadas después, en su primer intento por llegar a La Moneda, sede del Gobierno chileno, el hoy presidente electo dejó una frase que sintetiza su vínculo con ese pasado: “Si estuviera vivo, votaría por mí”, afirmó en 2017, en referencia al dictador. Desde entonces, Kast ha defendido de forma reiterada el legado político y económico de la dictadura y ha cuestionado los consensos construidos tras el retorno a la democracia.
Fundador y líder del Partido Republicano, Kast, de 59 años, asumirá el cargo el próximo 11 de marzo con un programa de marcado corte neoliberal, centrado en fuertes recortes del gasto público y una política de mano dura contra la delincuencia y la migración irregular. Su llegada al poder resulta inédita en Chile, aunque no en la región. Hasta ahora, el único presidente de derechas desde 1990 había sido Sebastián Piñera, que gobernó en dos mandatos no consecutivos y votó contra la permanencia de Pinochet en el poder.
“Kast es una figura vinculada directamente al pinochetismo. Es heredero de su tradición”, ha señalado a la Agencia EFE el politólogo Octavio Avendaño, de la Universidad de Chile, quien recuerda además que es hermano de Miguel Kast, quien fuera ministro de Pinochet durante la dictadura y expresidente del Banco Central, considerado una referencia para la derecha más neoliberal.
A diferencia de sus campañas anteriores de 2017 y 2021, Kast ha optado en esta ocasión por una estrategia más contenida y ha evitado exhibir públicamente su simpatía por el régimen militar o sus posiciones más ultraconservadoras en materia de libertades individuales, como el aborto o la píldora del día después. Padre de nueve hijos y ferviente católico, presidió la organización Political Network for Values, una red internacional que defiende postulados conservadores sobre la familia y la vida. Aunque asegura que sus convicciones “no han cambiado”, ha insistido en que no centrará su mandato en la llamada “batalla cultural”, sino en lo que define como “las urgencias de los chilenos”.
Su principal promesa electoral ha sido la creación de un “Gobierno de emergencia” para afrontar lo que considera la mayor crisis de seguridad del país. Entre sus propuestas figuran expulsiones masivas de migrantes en situación irregular, un mayor despliegue policial, el blindaje de la frontera norte con vallas y zanjas y la tipificación de la migración irregular como delito. Durante la campaña llegó a advertir que los migrantes sin papeles “tienen 98 días para salir de Chile”.
Kast no es un recién llegado a la política. Fue diputado durante 16 años por la Unión Demócrata Independiente (UDI), el partido heredero del pinochetismo, que abandonó antes de presentarse como candidato independiente. En 2019 fundó el Partido Republicano, con el que perdió frente a Gabriel Boric en la segunda vuelta de 2021 y lideró posteriormente el segundo y fallido proceso constitucional de 2023.
“En el segundo intento constitucional fue incapaz de asumir una solución de Estado y permitir que saliera una Constitución de consenso”, ha señalado a EFE el investigador del Real Instituto Elcano Carlos Malamud. “Se envolvió en la manta de lo puritano y los valores”, ha añadido. En la misma línea, el politólogo Cristóbal Rovira, de la Universidad Católica, ha apuntado que Kast “creó su propio partido argumentando que él seguía siendo el mismo y que los que se habían ido moderando eran los partidos de la derecha tradicional”.
Admirador del presidente salvadoreño Nayib Bukele y de la primera ministra italiana Giorgia Meloni, Kast se diferencia de otros líderes ultras de la región por unas formas menos disruptivas que las de Donald Trump o Javier Milei, aunque en sus actos no han faltado gorras con el lema trumpista “Make America Great Again”. Con vínculos políticos con Vox en España, ha logrado fagocitar a la derecha tradicional chilena agrupada en Chile Vamos y consolidarse como su principal referente.
La incógnita ahora es qué tipo de Gobierno formará a partir de marzo y si optará por apoyarse en sus sectores más duros o por acercarse a la derecha tradicional para buscar consensos en un Parlamento fragmentado y sin mayorías claras.