Rusia estrangula a España y Europa busca la solución
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Rusia estrangula a España y Europa busca la solución

Nuestro país es el segundo de la UE que más gas natural licuado (GNL) importó de Rusia en 2024.

Tuberías y válvulas de un gasoducto al atardecer.Getty Images

España fue el segundo país europeo que más gas natural licuado (GNL) importó de Rusia en 2024, solo superado por Francia, según los últimos datos del European LNG Tracker elaborado por el Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA, por sus siglas en inglés). 

Las importaciones totales de GNL en España disminuyeron un 28% el año pasado, situándose en 18 bcm. En el caso específico del gas ruso, la reducción fue del 4,6%, aunque Rusia continuó siendo el principal proveedor del carburante que llega a las plantas de regasificación españolas, aportando un 35% del GNL importado. Le siguen Estados Unidos con un 30%, Argelia y Nigeria con un 12% y Qatar con un 6%.

Uno de los principales motivos por los cuales España sigue recibiendo grandes volúmenes de GNL ruso es su capacidad de regasificación, la mayor de toda Europa, con 67,1 bcm. Esto le permite servir de plataforma de entrada para cargamentos destinados a otros países europeos que no cuentan con la infraestructura necesaria para recibirlos directamente. 

"Los esfuerzos de la UE para frenar la demanda de gas han sido cruciales para mantener la seguridad del suministro energético del continente. Sin embargo, dado que la demanda de gas de la UE se mantuvo estable el año pasado, es necesario seguir trabajando apra diversificar el suministro energético y reducir la exposición de Europa a la volatilidad del mercado del GNL", explica a Spanish News Today Ana María Jaller-Makarewicz, analsita de energía de IEEFA para Europa.

Del total de GNL ruso importado, un 19% correspondió a cargas comercializadas en el mercado diario, mientras que el 16% procedía de contratos a largo plazo que no pueden ser restringidos.

El informe del IEEFA destaca que la demanda de GNL en Europa cayó un 19% en 2024, alcanzando su nivel más bajo en los últimos 11 años. Este descenso en la demanda de gas se atribuye, en gran parte, al fuerte impulso que Europa ha dado a las energías renovables desde el inicio de la guerra en Ucrania y a las políticas diseñadas para restringir la dependencia del gas ruso

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