No existe aún igualdad ante la ley entre hombres y mujeres en todas partes, pero hay avances

No existe aún igualdad ante la ley entre hombres y mujeres en todas partes, pero hay avances

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Incluso después de décadas de avance con respecto a la igualdad de las mujeres, casi el 90% de los países encuestados en un estudio reciente (i) sigue teniendo una ley o regulación que les impide legalmente a estas el uso pleno de sus oportunidades económicas.

Los responsables de la formulación de políticas que toleran tales restricciones jurídicas anticuadas están obligando, en efecto, a sus economías a luchar con una mano atada a la espalda. En otras palabras, al impedir que una mitad de la población contribuya completamente con todas sus aptitudes, pueden atentar contra el éxito económico de todo el país, no solo de las mujeres.

Esto no quiere decir que las cosas no han cambiado. Si ese fuera el caso, yo no podría manejar mis propias finanzas. Porque en Indonesia, mi país de origen, el Código Civil impuesto por los holandeses -que data de la década colonial de 1870-, se mantuvo hasta que la Ley del Matrimonio de 1974 concedió más derechos a las mujeres casadas, entre ellos la posibilidad de abrir cuentas bancarias individuales. Y en el caso de mis amigas sudafricanas, eran consideradas legalmente menores de edad, actuando sus maridos como tutores, hasta que la Ley de Reconocimiento de los Matrimonios Consuetudinarios de 1988 les otorgó condición jurídica plena como personas. De hecho, en los últimos 50 años, se eliminaron a nivel mundial más de la mitad de las restricciones sobre los derechos de propiedad de las mujeres y su capacidad para realizar transacciones jurídicas.

Las recientes reformas en varios países de África occidental, entre ellos Côte d'Ivoire, Malí y Togo, son especialmente alentadoras. Las mujeres de Côte d'Ivoire ya pueden ser legalmente jefas de hogar, y reclamar deducciones de impuestos por sus hijos o cónyuges en las mismas condiciones que sus maridos.

El impulso en favor de un cambio positivo resulta evidente ahora en todo el mundo. Según el último informe "Women, Business and the Law" (Mujer, empresas y derecho), (i) que analiza los desequilibrios de género en las leyes, regulaciones e instituciones de 143 países, 44 economías realizaron 48 cambios legales que ampliaron las oportunidades de las mujeres. Eso ocurrió solo el año pasado. En Filipinas y Eslovenia se levantaron las restricciones al trabajo femenino nocturno. México prohibió el despido de la mujer por el solo hecho de estar embarazada. Hungría eliminó limitaciones de empleo específicas para las mujeres, proporcionando en su lugar protección laboral para todos los trabajadores, independientemente de su género. Jamaica aprobó una enmienda constitucional que añade una cláusula de igualdad de género y una cláusula de no discriminación.

Por supuesto, no todo es bueno. En muchos países, las leyes siguen perjudicando a las mujeres, por ejemplo, al exigir que las casadas obtengan permiso de sus esposos para registrar una empresa, ser propietarias, o trabajar. Regulaciones paternalistas prohíben a menudo que ellas ocupen puestos de trabajo en algunas industrias: en la Federación de Rusia, no pueden conducir camiones en el sector agrícola; en Belarús, no pueden ser carpinteras; en Kazajstán, no pueden ser soldadoras. Es posible que estas restricciones hayan surgido de un deseo de protegerlas, pero limitan sus opciones de empleo, y no es casualidad que las economías con mayores impedimentos a las oportunidades de las mujeres tengan menor participación femenina en la fuerza de trabajo formal.

En muchas sociedades resulta difícil eliminar las formas jurídicas de discriminación de la mujer -algunos países de Oriente Medio y Norte de África muestran ese patrón crónico- sin embargo, los recientes avances en regiones como África occidental prueban que la modernización puede superar algunas actitudes que no solo eran muy aceptadas, sino también consideradas imposibles de cambiar.

Los datos también revelan que de los 100 países estudiados, más de la mitad penaliza el acoso sexual. En 76 naciones hay leyes que prohíben la violencia doméstica. Sabemos que estas legislaciones, cuando existen, no pueden evitar la violencia de género, pero son un primer paso para establecer la igualdad.

En la medida que aún haya normativas obsoletas que atiborren los códigos legales, los legisladores tendrán que aceptar que si reprimen la igualdad, también pueden estar asfixiando sus economías. Porque cuando las mujeres y los hombres contribuyen a la vida económica de un país en igualdad de condiciones, ambos ayudan a crear sociedades y economías más fuertes.

Sri Mulyani Indrawati es oficial principal de Operaciones y directora gerente del Banco Mundial.

http://wbl.worldbank.org/ (i)