El primer pueblo ejemplar de Asturias no tuvo teléfono hasta 1990 y es todo un ejemplo de superación
Se consolida como un símbolo de resistencia rural.

El Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias es un galardón creado en la década de los 90 por la Fundación Princesa de Asturias para reconocer aquellas comunidades del Principado que se distingan por la defensa y conservación de su entorno natural y de su patrimonio histórico y cultural. Más allá del apoyo económico, el premio otorga visibilidad institucional y mediática que suele contribuir a la proyección turística.
En este contexto, la primera vez que se entregó el Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias fue el 19 de octubre de 1990. El elegido fue San Esteban de Cuñaba, una pequeña aldea enclavada en el concejo de Peñamellera Baja que no llegaba al centenar de habitantes y aún no disponía de servicio telefónico. La concesión del premio no solo trajo consigo la presencia del entonces príncipe heredero, sino que también tuvo un impacto práctico y simbólico.
La vida en San Esteban no había sido fácil hasta entonces. En 1983 una riada arrasó buena parte de las viviendas del núcleo, obligando a los vecinos a levantar de nuevo sus casas y a organizarse colectivamente para mantener la actividad agraria y comercial que les permitiera seguir en el valle. Aquella reconstrucción comunitaria fue, junto al cuidado del paisaje y el patrimonio local, uno de los argumentos que llevaron a otorgarle el galardón inaugural.
Problemas de población
La dotación económica permitió arreglar la calle principal y lanzar actuaciones de mejora del entorno, fortaleciendo la imagen de San Esteban como símbolo de resistencia rural. Además, la visita real y la mayor visibilidad mediática colocaron a la aldea en el mapa turístico del Parque Nacional de los Picos de Europa. Esas acciones ayudaron a consolidar rutas y miradores que atraen a senderistas y amantes de la naturaleza, como la PR AS-208 o la PR PNPE 34.
Pese a los esfuerzos y al tirón turístico puntual, la pérdida de población no se ha resuelto. En 2024 la aldea contaba con apenas seis residentes empadronados, una cifra que ilustra el proceso de despoblación que afecta a Peñamellera Baja, donde se ha perdido más del 70% de los habitantes en el último siglo. Aun así, la aldea mantiene su arquitectura vernácula en la que destacan las casas con corredores de madera y una pequeña ermita románica.
La historia de San Esteban de Cuñaba recuerda que un premio puede ser más que una placa: cuando acompaña apoyo económico, proyección y el impulso de la propia comunidad, puede ayudar a reparar daños, poner en valor recursos y prolongar la vida de un lugar. Aunque el servicio telefónico llegó en 1990, actualmente la cobertura móvil es escasa, lo que envuelve a la comunidad en un ambiente de desconexión y en la percepción de vivir en un enclave donde el tiempo se detiene.
