Aquellos maravillosos años que nunca volverán: así celebraba la familia real española la Navidad y así lo hace ahora
La Navidad ya no es lo que era para los Borbones, que han ido transformando sus tradiciones a medida que la familia cambiaba.
La Navidad es tiempo de celebración. Son comidas y cenas con familiares y amigos. Son viajes y vacaciones. Son regalos, buena comida y bebida. Es paz, armonía y alegría. Pero también supone grandes gastos, estrés y puede implicar tensiones entre parientes no demasiado bien avenidos y sobre todo nostalgia por aquellas festividades que ya nunca volverán.
Ese punto de nostalgia por aquellos que ya no están o por esas navidades que forman parte de un pasado que nunca volverá no siempre se lleva bien. Otros, sin embargo, aceptan el cambio, adaptan nuevas tradiciones o prefieren celebrar las fiestas con menos gente que antes.
En muchas familias las celebraciones navideñas han ido cambiando, y en la dinastía que reina en España no hay excepciones. Familiares que ya no están, hijos y nietos que se casan y ya tienen otros planes... La Zarzuela ya no es el lugar multitudinario en el que se juntaban todos por unas fiestas de las que tampoco hemos sabido tanto debido a que la familia real suele ser bastante hermética con sus planes navideños.
Otras casas reales informan sobre con quién y dónde pasan las fiestas, mientras que la casa real se limita a hablar de la agenda oficial. El 24 de diciembre es el mensaje de Navidad del rey y el 6 de enero la familia real preside la Pascua Militar en el Palacio Real, pero lo demás suele ser toda una incógnita.
Las perdices escabechadas de Jaime Peñafiel
Lo que sí sabemos es que ya nada es lo que era. Tiempo atrás, la costumbre era que el 24 de diciembre había reunión familiar en La Zarzuela con un bufé con autoservicio. Se hacía así para dar la noche libre al personal y que los empleados también pudieran disfrutar de la Nochebuena con sus familias. Esto parece que no ha cambiado.
Sobre las fiestas, el rey Juan Carlos ha contado en sus memorias cómo solían ser las cosas: "En Nochebuena, reunía en la Zarzuela a mis hermanas, mis sobrinos, mis hijos, mi mujer y su hermana, la princesa Irene. Después, cada uno se iba por su lado a celebrar la Nochevieja con amigos o de viaje, pero al menos estábamos juntos para la misa y la cena de Navidad".
De este modo, durante años se reunían los reyes Juan Carlos y Sofía, las infantas Elena y Cristina, Felipe VI y las Infantas Pilar y Margarita con sus respectivas familias. Cuando los condes de Barcelona vivían también acudían a las fiestas, incluyéndose en el menú algo que proporcionaba Jaime Peñafiel, tal y como desveló el periodista en una columna en la revista Pronto.
Durante años en la cena de Nochebuena de los Borbón se comieron unas perdices escabechadas de Orellana, en La Carolina, proporcionadas por Peñafiel. Todo empezó en un viaje oficial al que el periodista acudió como parte del séquito informativo y en el que le habló de este manjar.
Juan Carlos I le confesó que era el plato favorito de su madre, así que el de Granada le prometió que se las mandaría por Navidad, y así hizo durante mucho tiempo, convirtiéndose en una tradición para la familia real que también ha desaparecido. También les gustaba y les gusta comer en estas fiestas marisco, jamón, salmón, lubina, lenguado, solomillo y por supuesto turrones.
La última Navidad de la madre de Juan Carlos I
Dice Juan Carlos que en fin de año cada uno iba por su lado, pero no siempre fue así. Durante mucho tiempo tomaban las uvas en Baqueira-Beret, donde la familia real tiene una residencia a su disposición en La Pleta pese a que ya nadie va apenas por allí. Además, la familia dijo adiós a 1999 y hola a 2000 en La Mareta, la residencia lanzaroteña que el rey Hussein I de Jordania regaló a Juan Carlos y que este cedió a Patrimonio Nacional.
Sucedió debido a los deseos de la madre del rey Juan Carlos, que le pidió que pasaran esas vacaciones todos juntos. "Eran unas fiestas especiales, ya que estábamos a punto de entrar en un nuevo milenio. Era una mujer tan amable y modesta que resultaba difícil negarle nada".
"Para cumplir el deseo de mi madre, llamé a mis hermanas y sobrinos y les pedí que se reservaran las vacaciones de fin de año. Tenía que encontrar el lugar adecuado en donde cupiéramos todos y donde pudiéramos alojarnos con total discreción, sin perturbar la tranquilidad del lugar. Pensé entonces en la villa La Mareta, en la isla de Lanzarote”, comenta Juan Carlos I en Reconciliación.
El 2 de enero de 2000 fallecía en La Mareta dona María de las Mercedes a los 89 años. Lo hizo pacíficamente y rodeada de sus hijos, nietos y bisnietos en aquellas vacaciones navideñas tan especiales. ¿Sabía la condesa de Barcelona que se acercaba su final y quiso hacerlo rodeada de su familia? De eso su hijo Juanito no dice nada en sus memorias.
También hubo ocasiones en las que La Zarzuela acogió a la familia real griega. Cuando vivía Federica de Grecia, madre de Doña Sofía, y cuando los hijos de Constantino y Ana María de Grecia eran pequeños, la familia de la reina Sofía viajaba a Madrid para celebrar juntos.
Los años fueron pasando y los hijos y sobrinos de Juan Carlos I fueron teniendo hijos, lo que no afectó a las reuniones navideñas en un principio. Seguía habiendo encuentro, regalos de amigo invisible entre los mayores, porque eran muchos, y fin de año en Baqueira-Beret. Incluso a veces los Urdangarin y los Marichalar alargaban en la estación de esquí hasta la cabalgata de reyes cuando los niños eran pequeños.
El cambio que introdujo la llegada de Letizia
Al llegar Letizia, las cosas fueron cambiando. Había encuentro navideño, pero la Nochebuena de Felipe pasó a ser en su casa dentro del recinto de La Zarzuela y con la familia materna de su esposa. Durante años se juntaron los reyes y sus hijas con Paloma Rocasolano, los padres de ella y en ocasiones también las hermanas y sobrinas de Letizia.
Por otro lado, la Infanta Cristina, Iñaki Urdangarin y sus hijos siempre realizaban alguna escapada a Vitoria para pasar preferiblemente el fin de año, si es que no iban a Baqueira, con la familia del exjugador de balonmano. Con el estallido del Caso Nóos, se les hizo saber que no eran bienvenidos en La Zarzuela. Juan Carlos I dice que fueron dos años.
En esos, y quizá alguno más, los Urdangarin de Borbón pasaron las fiestas en Vitoria, donde siempre les acogieron con los brazos abiertos. Además, la separación de la infanta Elena y Jaime de Marichalar también cambió las dinámicas. Los niños debían repartirse para pasar unas fiestas que los dos ex no volvieron a celebrar juntos.
Han sido años de muchos cambios, y lo que ocurría en los 80, 90 o en la primera década del siglo XXI en nada se parece a la Navidad actual. Se ha mantenido que los reyes y sus hijas pasan la Nochebuena en casa, ahora más especial porque supone el reencuentro debido a que la princesa Leonor y la infanta Sofía vuelven al hogar. Desde que la princesa de Asturias se marchó a Gales en 2021, estas fiestas han significado reencuentros.
Con ellos cenan la madre de la reina, Paloma Rocasolano, y su pareja, Marcus Brandler, y quizá otros familiares de Letizia. Al día siguiente hay celebración con la reina Sofía e Irene de Grecia. El estado de salud de la princesa Irene es cada vez más delicado, al igual que el anímico de doña Sofía, que sufre al ver mal a su hermana y que además cinco días antes de la Nochebuena de 2025 perdió a su prima y amiga Tatiana Radziwill. Al menos pudo despedirse de ella en París al saber que su vida se apagaba.
El exilio de Juan Carlos I ha dividido más a la familia
Y luego está el rey Juan Carlos y cómo ha cambiado la dinámica desde que se exilió a Abu Dabi en 2020. La de 2019 fue la última navidad que pasó en España. Desde entonces ha celebrado las fiestas en el emirato, con soledad durante la pandemia, y después acompañado por sus hijas Elena y Cristina en la medida de lo posible, que priorizan estar con su padre porque sienten que está allí muy solo y que les necesita.
Pese a ello, pocas certezas hay con las infantas Elena y Cristina. Divorciadas las dos, con hijos que vienen y van y con su madre en Madrid y su padre en Abu Dabi, tratan de pasar el máximo tiempo posible con Juan Carlos I. Se dice que la Navidad es para la reina Sofía y la tía Irene, y que el cambio de año es con su padre.
Además, el 5 de enero es el cumpleaños del rey emérito y ahí ya siempre están con él. De hecho, en su 87 cumpleaños se celebró un fiestón al que acudieron los hijos de las Infantas Elena y Cristina y hasta las novias de Pablo y Miguel Urdangarin, que son ya de la familia, y el entonces novio de Irene Urdangarin, Juan Urquijo, que es además nieto de la prima carnal del rey emérito. En 2026 repiten salvo Juan Urquijo, que ya no sale con la benjamina de la infanta Cristina.
Por su parte, los reyes y sus hijas pasan el 6 de enero primero con la Pascua Militar en el Palacio Real, y por la tarde comiendo roscón e intercambiando regalos con Jesús Ortiz, padre de Letizia, y la esposa de este, Ana Togores.
Pero hay cosas que no han cambiado. Una de ellas es la tradición de asistir a la misa de Gallo o a la de Navidad. De ello habla también el emérito en sus memorias, donde expresó el dolor que sintió al notar que solo parecía ser un recuerdo lejano para algunos de sus parientes, una pantalla a la que apagar.
"Seguí el oficio en la capilla de casa desde la distancia, a través de una pantalla interpuesta. Los veía a todos juntos, de perfil o de espaldas. Yo estaba frente a mi tableta en la mesa del comedor, que también me servía de despacho. Al final de la misa, algunos de ellos me dirigieron unas breves palabras antes de desconectar la cámara. Me quedé atónito frente a una pantalla negra", expresó Juan Carlos I en Reconciliación.
"Fue entonces cuando lo comprendí: yo formaba parte de un planeta distinto al suyo. La distancia que nos separaba era más que física. ¿Estaba desterrado? ¿Era persona non grata en el seno de mi propia familia? Aquella noche de Navidad fue la más solitaria de mi vida. Fue una noche de asombro", añadió el emérito, que en el mismo pasaje reconoce que el 5 de enero de 2021, en el primer cumpleaños que pasaba en Abu Dabi, su hijo le llamo.
"Me alegró oír su voz, pero está claro que no se nos da muy bien comunicarnos. Como si esquivarnos pudiera resolver los problemas. Estábamos amurallados en el silencio de la incomprensión y del dolor". Felipe VI seguirá llamando a su padre cada 5 de enero hasta que ya no pueda hacerlo. Eso no cambiará. Todo lo demás sí lo ha hecho. ¿Es una feliz Navidad? Cada uno hace lo que puede.