El príncipe Andrés renuncia a su título de duque de York y a un honor más, pero esto es lo que sí va a seguir teniendo pese a su caída en desgracia definitiva
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El príncipe Andrés renuncia a su título de duque de York y a un honor más, pero esto es lo que sí va a seguir teniendo pese a su caída en desgracia definitiva

El hermano de Carlos III emitió un comunicado para señalar que deja de usar la dignidad que le entregó Isabel II al casarse. Esto es lo que tiene y lo que perdió.

El príncipe Andrés.EUROPA PRESS / Neil Hall/PA Wire/dpa

El duque de York va a dejar de serlo, o al menos de utilizar uno de los títulos reales de mayor rango, destinado para el segundo hijo del monarca británico, es decir, para el que no es el heredero al trono. 

Así lo ha anunciado el propio príncipe Andrés, que ha emitido un comunicado en la tarde del viernes 17 de octubre de 2025 en el que asegura que ha sido su decisión. Como suele ser habitual en estos casos, la presión le ha llevado a renunciar, pero se le permite decir que ha sido cosa suya.

"Después de mantener conversaciones con el rey y con mi familia inmediata y más amplia, he concluido que las continuas acusaciones sobre mí distraen el trabajo de Su Majestad y la Familia Real. He decidido, como siempre, anteponer mi deber a mi familia y a mi país. Por lo tanto, ya no usaré mi título ni los honores que me han sido otorgados".

El que fuera duque de York señala que mantiene su retirada de la vida pública, lo que se anunció el 20 de noviembre de 2019 tras la desastrosa entrevista a BBC en la que pretendía limpiar su nombre y acabó más manchado por el Caso Epstein. Y por supuesto lo que mantiene más que nada en el mundo es que es inocente: "Como dije anteriormente, niego enérgicamente la acusaciones contra mí".

Esta decisión se ha tomado tras la filtración de un correo que el príncipe Andrés envió al delincuente sexual Jeffrey Epstein el 28 de febrero de 2011, un día después de que viera la luz la foto en la que el hijo de Isabel II aparecía con Virginia Giuffre y con Ghislaine Maxwell, cooperadora necesaria de los delitos de Epstein. En el email, el príncipe Andrés indicaba al pederasta que estaban juntos en esto y que tendrían que superarlo. También le decía que seguirían en contacto pese a que supuestamente había roto su amistad con él.

  El príncipe Andrés y Virginia Giuffre. Ella acusó al duque de York de haber abusado sexualmente de ella.Getty Images

Por si fuera poco, días más tarde de la filtración se publicó un extracto de la biografía de Virginia Giuffre, la mujer que acusó a Andrés de haber abusado sexualmente de ella en tres ocasiones cuando era menor y que no le llevó a juicio porque firmaron un acuerdo millonario por el que el príncipe habría pagado unos 14 millones. En el libro, Giuffre, que se suicidó en abril de 2025 a los 41 años, cuenta con pelos y señales cómo fueron sus tres encuentros sexuales cuando era ella víctima de la trama creada por Epstein y Maxwell, íntimos del que fuera duque de York. Y además está Sarah Ferguson, exmujer y madre de las hijas de Andrés, afectada también por el escándalo al filtrarse otro correo a Epstein en el que se disculpaba por haber renegado públicamente de él.

Una caída en desgracia definitiva

Los polémicos York volvían a hundirse y amenazaban con arrastrar a la monarquía en su caída. Por ello, Carlos III tuvo que actuar y obligar a su hermano a dar un paso más. Andrés renuncia así a los títulos que le entregó su madre, Isabel II, cuando se casó con Sarah Ferguson en 1986. O mejor dicho, renuncia a utilizarlos porque no quedarán vacantes hasta su fallecimiento. Se trata del ducado de York, el condado de Inverness y la dignidad de Barón Killyleagh. Con este paso se evita el proceso que supondría tratar de despojarle del ducado de York al que tanto se aferraba y que suponía una vergüenza para la ciudad, que no quería ser asociada con un individuo de estas características, por mucha sangre azul que tenga. La revocación sin el consentimiento de Andrés involucraba incluso al Parlamento británico, lo que muestra que en Reino Unido no es tan fácil despojar a alguien de los títulos concedidos. En España fue fácil, Felipe VI retiró el ducado de Palma a la infanta Cristina y se acabó.

  El príncipe Andrés en la procesión de la Orden de la Jarretera 2015 en Windsor.Mark Cuthbert

Al adiós a su querido ducado de York, lo que sin duda ha sido un trauma para alguien que daba tanta importancia a esos asuntos, se le une que deja de ser miembro de la Orden de la Jarretera, la orden de caballería más importante de Reino Unido. Si bien es cierto que dejó de participar en la tradicional procesión celebrada cada junio, sí seguía siendo miembro. Ya no.

Previamente había dejado de utilizar su tratamiento de Alteza Real, renunció a los actos oficiales y a sus honores militares, así como a sus patrocinios reales. Carlos III le cortó la financiación y la seguridad pagada por los contribuyentes. Pero pese a ser un elemento tóxico, seguía apareciendo en actos públicos familiares e incluso fue el acompañante de la reina Isabel II en el homenaje al duque de Edimburgo en el primer aniversario de su muerte. Tres años después sorprendió al aparecer con Sarah Ferguson en el funeral de la duquesa de Kent con la cabeza bien alta y tratando de mostrarse cómplice con la familia real. El príncipe Guillermo, que nunca le ha tolerado, trató de hacerle el vacío y dejarle claro que no podría impedirle la entrada, pero que no iba a contribuir a blanquear su imagen. Y eso que entonces no se había filtrado el correo ni se había publicado el adelanto de las memorias de la malograda Virginia Giuffre.

  El príncipe Andrés y Sarah Ferguson en el funeral de la duquesa de Kent en la catedral de Westminster.Getty Images

Todo ello ha sido vivido como humillaciones para alguien que siempre se sintió inocente y que se convirtió en el protagonista de uno de los mayores escándalos de la casa real británica.

Después de lo ocurrido, Carlos III ha dejado de lado la indulgencia que ha mostrado en numerosas ocasiones hacia un hermano con el que nunca ha tenido una relación fácil y ha tomado por fin las riendas. Le ha hecho renunciar a un título que queda manchado y le ha hecho saber que la Navidad en Sandringham, esa que incluye misa con paseo para dejarse ver, se ha acabado para siempre. También que tanto él como Sarah Ferguson ya no son bienvenidos en otro tipo de actos familiares públicos, pero que si van, porque a una iglesia por ejemplo no se les puede impedir la entrada, que lo hagan sin ser vistos. No quiere más fotos de los antiguos York con el resto de la familia real británica. Por cierto, Sarah Ferguson ya no puede usar el título de duquesa de York del que ha hecho gala pese a llevar tres décadas divorciada de Andrés. Sarah, the duchess of York, ya es historia.

Pero no todo son pérdidas. Andrés sigue siendo príncipe. Se trata de un derecho de nacimiento que le corresponde por ser vástago de la reina Isabel II. Príncipe nació y príncipe morirá. Con respecto a sus hijas, Beatriz y Eugenia, siguen siendo Altezas Reales y princesas. A ellas no les afecta la caída en desgracia definitiva de sus padres. De hecho, su tío Carlos III les tiene en alta estima y no les culpa de las acciones de sus progenitores.

  El príncipe Andrés y Carlos III en 2012Getty Images

También mantiene la pensión de la Marina que le corresponde por su trabajo allí. Y lo que es muy importante para él: de momento se queda en el Royal Lodge, donde reside con su exmujer. Si bien el rey de Reino Unido trató de desalojar a su hermano en su momento, no lo logró. Y eso que el trato no era malo. Debía irse de esta icónica residencia en la que vivió la Reina Madre y se marcharía a Frogmore Cottage, la vivienda que dejaron libre Harry y Meghan y que era más pequeña y por tanto más fácil de mantener, y sobre todo que está reformada y completamente actualizada.

¿Qué sentido tenía vivir en una casa enorme y llena de desperfectos pudiendo irse a un lugar más manejable y barato que al mismo tiempo es lujoso? Para Andrés era cuestión de estatus y de honor, así que se aferró al Royal Lodge esgrimiendo su contrato de 75 años. De ahí no le iba a mover nadie. Y si los Gales querían una casa más grande, que buscaran otra de las disponibles en Windsor. Así que el príncipe Guillermo y Kate Middleton eligieron Forest Lodge, y Andrés y Sarah se quedaron donde siempre y hasta consiguieron dinero para pagar las mejoras necesarias. Ese ha sido el único triunfo para un hombre altivo y orgulloso que pensó que era intocable y que podía hacer todo lo que quisiera sin consecuencias. Ha perdido mucho y su reputación jamás se recuperará, pero no puede perder su título de príncipe y de momento sigue en su casa. Está tocado, pero no hundido... por ahora.

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Soy redactor de LIFE en El HuffPost España, esa sección siempre necesaria en la que mostramos otro lado de la vida más amable y los temas que quizás no lo son tanto, pero que deben estar en la agenda.

 

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Mi trayectoria

Nací en León, me crie en Oviedo y me trasladé a Madrid para estudiar periodismo. Desde niño tuve claro que lo mío era contar historias, que mi vocación y mi pasión era y es el periodismo. Formé parte del periódico de mi colegio, y a los 12 años escribí un pequeño libro que nunca ha visto la luz, así como otras historias detectivescas y cómicas, y tuve claro que nada me gustaba más que formar parte algún día de una redacción, así que cursé periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid. En segundo de carrera debuté en el mundo profesional con unas prácticas en las que aprendí cómo funcionan los medios locales y una radio. Continué en ABC.es, Cuatro y CNN+, Europa Press y después llegó NOXVO, donde me contrataron para llevar desde su nacimiento un medio digital lifestyle llamado Bekia.

 

Durante mis 14 años en Bekia, me encargué de coordinar la web, escribir sobre realeza, hacer entrevistas a personas relevantes tanto nacionales como internacionales, algunas de ellas realizadas en Cuba, París, Berlín o Venecia, redactar temas de viajes y gastronomía y ponerme delante de la cámara no solo para las citadas entrevistas, sino para grabar vídeos sobre realeza en el programa Royals, con el que cosechamos un gran éxito en Youtube. Esa etapa finalizó en agosto de 2025, cuando me incorporé con muchas ganas e ilusión a la sección de LIFE del Huff Post, donde no solo he podido seguir realizando labores similares, sino que me ha permitido conocer otros ámbitos y crecer profesionalmente. Por cierto, coescribí una obra de teatro y no pierdo la esperanza de ponerme de una vez con la novela a la que tantas vueltas sigo dando.

 


 

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