Soy técnica en nutrición y si te saltas el desayuno nunca debe ser por estos motivos
Esta experta resalta que, si evitas tomártelo, que jamás sea por culpa o por miedo a comer.

Cada cierto tiempo aparece una nueva tendencia que promete ser “la clave” para perder peso o mejorar la salud. Y el ayuno intermitente es una de ellas. "Se ha convertido casi en sinónimo de bienestar en redes sociales, y muchos lo adoptan sin comprender realmente cómo funciona ni si se adapta a su situación", resalta la técnica superior en Nutrición y Dietética Ana Luzón. "Sin embargo, no todas las personas necesitan —ni deberían— ayunar", añade, así que "si te saltas el desayuno, nunca debería ser por culpa o por miedo a comer".
Luzón expone los motivos equivocados más comunes por los que la gente se salta el desayuno y explica el motivo por el que es un error. El primero es "porque crees que así quemarás más grasa": "Entrenar o pasar la mañana sin comer no garantiza perder más peso. En muchas personas, provoca justo lo contrario: más hambre, peor rendimiento y atracones posteriores", resalta la técnica en dietética.
En segundo lugar menciona otra razón típica: "Porque has leído que el ayuno intermitente 'lo cura todo'". "El ayuno puede ser una herramienta útil en contextos específicos, pero no es para todo el mundo", aclara la experta. "En mujeres con ciclos irregulares, estrés elevado o una relación complicada con la comida, puede ser contraproducente y acentuar la desconexión corporal".
Además, una tercera razón suele ser porque crees que “no te lo has ganado” o “ayer cenaste demasiado”, cuenta Ana Luzón. "Este es el motivo más preocupante", enfatiza, "convertir el desayuno en una forma de castigo o compensación alimenta el círculo del control y la culpa, alejándonos del verdadero cuidado.
Otro motivo suele ser "porque estás tan acelerada que te olvidas de ti", destaca esta experta. "Saltarse el desayuno por falta de tiempo o por priorizar todo lo demás es también una forma de descuidarse", argumenta. "El cuerpo no necesita perfección, pero sí atención y constancia".
A continuación, Ana Luzón, cuenta algunos motivos que pueden ser válidos. "También hay personas que simplemente no tienen hambre al levantarse o prefieren hacer su primera comida más tarde. Eso puede ser perfectamente normal. La clave está en escuchar al cuerpo, no en seguir reglas externas. Si el ayuno te permite sentirte tranquila, con buena energía y sin ansiedad, puede formar parte de tu rutina. Pero si te genera obsesión, rigidez o hambre descontrolada, no te está beneficiando".
Es decir, añade la técnica en dietética, "el desayuno no es obligatorio, pero sí importante entender por qué lo evitas": "No se trata de decidir entre “desayunar o no desayunar”, sino de comprender desde dónde tomas esa decisión. Cuando el motivo es la restricción, la culpa o la necesidad de compensar, el problema no está en el desayuno, sino en tu relación con la comida. Y si, por el contrario, eliges conscientemente porque conoces tus señales y respetas tu cuerpo, entonces estás practicando un auténtico autocuidado".
Así que, en conclusión, resume la especialista, "no desayunar puede ser una elección, pero nunca una penitencia". Porque "la verdadera libertad alimentaria no consiste en seguir normas, sino en elegir desde el bienestar y el respeto hacia uno mismo", recalca.
