Soy técnica nutricionista y éste es el riesgo oculto del popular condimento para los caldos
Existen opciones más saludables y sencillas de preparar como las que propone esta experta.

Las pastillas de caldo concentrado llevan décadas presentes en las cocinas por su practicidad. "Son rápidas, sabrosas y muy versátiles, basta con disolver una en agua caliente para dar “gusto” a una sopa, un arroz o una salsa", dice la técnica superior en Nutrición y Dietética Ana Luzón. "Sin embargo", advierte, "bajo esa comodidad se esconden algunos ingredientes que merecen una mirada más crítica, especialmente si apostamos por una alimentación saludable a largo plazo".
Muchos nos hemos preguntado a menudo qué contienen realmente estas pastillas. Lo explica esta experta: "La mayoría de las pastillas de caldo del mercado están compuestas por grandes cantidades de sal (en muchos casos más del 50% del peso total); potenciadores del sabor, como el glutamato monosódico (E-621) o extractos de levadura; grasas de baja calidad, como aceites refinados o incluso grasa de palma; azúcares añadidos, que sorprendentemente también se cuelan en este tipo de producto, y aromas y colorantes artificiales".
Es decir, hablamos de un "concentrado ultraprocesado, bajo en nutrientes y alto en aditivos, cuyo consumo frecuente puede desplazar el sabor natural de los alimentos y aumentar la ingesta de sodio sin que seamos conscientes", resume la nutricionista.
Esta experta es partidaria de evitarlas. Y señala el porqué. "No se trata de demonizar ni generar alarma, pero sí de informar. El uso habitual de este tipo de condimentos contribuye al exceso de sodio en la dieta, asociado a problemas de hipertensión y riesgo cardiovascular; distorsiona el paladar, dificultando que apreciemos el sabor real de los alimentos y, además, interferir con una alimentación basada en comida real y nutritiva, sobre todo en personas que buscan mejorar su salud metabólica, digestiva o su relación con la comida", agrega esta experta. La buena noticia es que existen alternativas muy sencillas y salusables para dar sabor a tus platos sin recurrir a pastillas de caldo, que nos recuerda Ana Luzón.
La primera es hacer un "caldo casero exprés". "Basta con hervir agua con una hoja de laurel, un trozo de cebolla, ajo, un poco de apio o puerro, sal moderada y especias como cúrcuma, comino o pimentón. En 10 y 15 minutos tienes un caldo base aromático", recomienda la técnica en dietética.
La segunda alternativa es hacer cubitos de caldo casero congelados. "Si haces un caldo casero un día, congélalo en cubiteras y tendrás porciones listas para usar cuando las necesites", propone la experta. Su tercera propuesta es hacer pasta de miso: "Una cucharadita disuelta en agua caliente aporta sabor umami, nutrientes y probióticos (si es sin pasteurizar)", dice al nutricionista.
Otra opción es recurrir a las "especias, hierbas y sofritos: un buen sofrito con ajo, cebolla y especias puede aportar más sabor que una pastilla concentrada, sin los aditivos", dice Luzón. Y como quinta opción sugiere "polvo de verduras deshidratadas". "Se puede comprar o hacer triturando verduras secas. Se usa como condimento directo o para enriquecer caldos", explica.
"La comodidad no debería estar reñida con la salud", concluye esta especialista." Las pastillas de caldo pueden parecer inofensivas, pero su uso habitual no es lo más recomendable si queremos cuidar la calidad de nuestra alimentación" resume, así que nos propone "recuperar el sabor de los ingredientes reales y apostar por opciones simples y naturales porque es una forma de reconectar con la cocina y con nuestro bienestar".