El pueblito de Cáceres plagado de bellos murales en el que nada es lo que parece
Con numerosas pinturas que desafían la percepción visual.

En numerosos municipios españoles el arte se celebra con tanto orgullo que son muchas las paredes de altos edificios que se visten de impresionantes murales y se alzan como testimonios de creatividad y pasión. En esta línea, existe un rincón de Cáceres donde las pinturas trascienden lo convencional para transformarse en ilusiones ópticas que desafían la percepción e invitan a todos los visitantes a perderse en sus calles.
Estamos hablando de Romangordo, un pequeño pueblo cacereño que a menudo suele pasar desapercibido por los viajeros. Ubicado a las faldas del Parque Nacional de Monfragüe, este peculiar municipio se ha transformado en un lienzo viviente y actualmente es conocido por sus sorprendentes murales. Los turistas que llegan a este enclave lo hacen bajo recomendación de aquellos que quedaron fascinados por su fusión de tradición y modernidad.
Las calles de Romangordo se han convertido en una galería a cielo abierto, donde cada fachada narra historias a través de vibrantes pinceladas y diseños innovadores. Los murales invitan a los visitantes a cuestionar la realidad y a descubrir nuevos significados en cada esquina. Esta transformación, aparte de impulsar el talento local y la llegada de artistas de todo el país, ha dotado al pueblo de un aura mágica, donde nada es lo que parece.
¿Cómo surge la idea?
Este pueblo no siempre ha sido así, sino que lleva siendo una realidad desde 2016, cuando se decidió pintar un pequeño rincón destartalado que necesitaba un arreglo urgente. Este apaño quedó tan bien que el Ayuntamiento de Romangordo decidió poner en marcha una iniciativa artística para poner en valor la identidad del pueblo. De esta forma, se empezaron a pintar algunas cocheras y las primeras paredes, llenando de color estos espacios.
Los responsables de esta iniciativa fueron varios artistas extremeños que comenzaron a cubrir fachadas enteras y puertas de la villa con preciosas obras de arte que muestran la cultura de los antiguos habitantes del pueblo, las costumbres locales y algunos oficios. Además de escenas costumbristas, también podemos encontrar numerosos trampantojos que juegan con la percepción visual, así como varios poemas que rinden homenaje a la literatura del lugar.
Ahora la localidad se ha convertido en todo un museo al aire libre que se puede visitar a través de la Ruta de los Trampantojos, un recorrido que se adentra en el mundo de las pinturas y te permitirá conocer hasta el más remoto rincón. Con cada trazo y cada color, Romangordo reafirma su compromiso de sorprender y emocionar, convirtiéndose en un símbolo de cómo la cultura urbana puede revitalizar incluso los lugares más insospechados.
