Ni en Barcelona ni en Girona: el único pueblo de Cataluña que conserva su nombre en español está en esta provincia costera
Un factor lingüístico que forma parte de su identidad única.

Durante el franquismo, las autoridades impusieron el castellano como única lengua oficial, relegando el uso del catalán y sus topónimos tradicionales. Por ello, muchos municipios vieron sus nombres traducidos o adaptados al castellano por decreto. No fue hasta la llegada de la democracia que la mayoría de los pueblos recuperaron sus nombres originales en catalán. Todos menos uno que mantuvo su denominación en español.
Se trata de Cabacés, un pequeño pueblo de la comarca del Priorat, en Tarragona, que destaca no solo por sus paisajes llenos de viñedos y su aceite de oliva de calidad, sino también por una singularidad lingüística: se consolida como el único municipio de toda Cataluña que conserva su nombre castellanizado. Este hecho ha generado curiosidad entre los visitantes y un cierto orgullo entre sus vecinos que lo consideran parte de su identidad única.
El topónimo de este peculiar municipio se rige desde el año 1738 y aunque en catalán se podría traducir como Cabassers, el pueblo ha optado por no modificar su denominación oficial. De hecho, apareció por primera vez en un documento oficial en 1742 y fue modificado a Cabacés de forma oficial en el año 1868 por parte del Instituto Geográfico y Estadístico español, aunque su implantación definitiva tuvo lugar durante la dictadura.
Debate por el nombre
A diferencia de otras localidades de Cataluña, Cabacés optó por no recuperar su denominación en catalán una vez finalizada la dictadura. Esta decisión fue adoptada de forma democrática por los propios vecinos del municipio, quienes realizaron una votación para decidir sobre la cuestión. En el debate, primó el deseo de preservar su nombre en castellano, argumentando que era parte de su historia y un símbolo de identidad local.
No obstante, pese a que el nombre oficial ahora siga siendo en castellano, existe una reivindicación para que vuelva a llamarse Cabassers. Se trata de una iniciativa liderada por ‘Cabassers.org’, que no solo defiende la recuperación del topónimo en catalán, sino también la corrección de los nombres de otras posibles localidades que se puedan encontrar en la misma situación.
Además, la singularidad de Cabacés no se limita al ámbito lingüístico. Su entorno natural y su patrimonio cultural lo convierten en una joya del Priorat, con construcciones medievales tan emblemáticas como el puente de Cavaloca y el puente sobre el río Montsant. A su vez, las ermitas de Sant Roc, la Foia y Sant Joan son también puntos clave en la localidad. En definitiva, Cabacés es un fiel reflejo de cómo la tradición y la modernidad pueden ir de la mano.