La dura plusvalía del error del rehén

La dura plusvalía del error del rehén

La unión de las minorías puede crear una artificial, por circunstancial, mayoría parlamentaria pero no solo no conforma sino que ahuyenta una mayoría política electoral.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez durante una rueda de prensa celebrada este lunes en la Moncloa.EFE/Moncloa

En realidad, todo estaba escrito. Cuando Alfredo Pérez Rubalcaba acuñó lo del 'Gobierno Frankestein' estaba en realidad pronosticando este 'intermedio', o no, inesperado. Se palpaba en el ambiente (he tenido que corregir 'palmaba', digo yo que un resbalón de la inteligencia artificial en fase bebé) que con tantos ingredientes el potaje necesitaría muchos hervores y mucho remover para cuajar. "Sánchez va a convertirse en un prisionero", decían muchos socialistas cuando el candidato díscolo agarró el petate y comenzó a predicar su buena nueva y ya veremos en provincias. "Va a ser un rehén de los antisistema, que abusarán de su debilidad".

Analistas y columnistas afines a la izquierda socialdemócrata e institucional, con la carga de responsabilidad todavía caliente de la Transición, el terrorismo y el separatismo, disentían de la línea oficial, edulcorada por un idealismo cargado de imprudencias casi adolescentes. Cierto es que hubo momentos, avanzada esta legislatura, en que las cosas parecían estar amarradas: el cabo de las Tormentas, la pandemia covid, se había superado con éxito a pesar de la desvergonzada estrategia de desinformación de la derecha, en fase de clara trumpetización.

La idea de una especie de Plan Marshall’ de recuperación europea lanzado desde Moncloa fue cuajando en Bruselas. Empezaron a llegar los millones que se desperdigaban en forma de obras y servicios (aunque serían invisibles para algunos) por todo el territorio nacional, a la vez que los irreductibles puritanos calvino-capitalistas del norte aceptaban novedades para el control de los precios de la energía como la excepción ibérica, motivo ahora de ‘orgullo y satisfacción’. 

Subía, y sigue subiendo, el empleo y la afiliación a la Seguridad Social; se ha reducido la ‘brecha social’ y la inseguridad de los contratos temporales, como insistentemente pedían las organizaciones internacionales; los salarios también suben gracias al ‘pacto social’ entre organizaciones patronales y sindicales. España, en fin, se coloca dentro del círculo político que se considera el centro del mundo occidental.

¿Y si todo va relativamente bien, incluso muy bien en el contexto europeo, cómo se explica el batacazo de las elecciones municipales y territoriales? El azul se ha comido al rojo. Ciudadanos ha desaparecido; Podemos entra en fase agónica, y la UCI más a mano es ese Movimiento Sumar que no deja de ser la perpetuación del maleficio de ese rojerío adanista y dogmático que se rompe el cuello de tanto mirar para atrás. Para muy atrás. No es nada nuevo: todas las escisiones se hacen en nombre de la unidad. Es un bucle que nunca llega a su final. Y nunca lo hará. Eso hay que asumirlo. Como el fin de era que vivimos. Tontos los que no crean que el cambio climático existe y que les afectará de alguna manera. Suave al principio, dramática después.

Pero es que todo es más complejo. En la catástrofe socialista no hay solo una causa. Ni el llamado ‘sanchismo’ al que el PP quiere ‘desanchizar’ para siempre jamás, que está compuesto por un conjunto ordenado de ingredientes. Además, la derecha siempre ha estado obsesionada con los ‘ismos’ socialistas sin reparar en los propios, pero la receta les funciona porque la cantinela de que Barrio Sésamo existe acaba convirtiéndose en una verdad.

La derecha siempre ha estado obsesionada con los ‘ismos’ socialistas sin reparar en los propios, pero la receta les funciona porque la cantinela de que Barrio Sésamo existe acaba convirtiéndose en una verdad

Por ejemplo: dicen los populares que el GAL fue un invento del felipismo, olvidando la auténtica secuencia de los hechos; como por ejemplo la autoría intelectual de su padre fundador Manuel Fraga. Claro, ha pasado mucho tiempo, pero el domingo 6 de octubre de 1996 ‘Don Manuel’, 74 años entonces, presidente de la Xunta de Galicia, declaraba que "No es terrorismo de Estado combatir el terrorismo incluso si se hace ilegalmente". La ‘entradilla’ era elocuente, y debería ser asumida de una puñetera vez por sus hijos y nietos políticos: "A los toros hay que darles salida. Si no, le cogen a uno". Así que el más veterano político en el ruedo, Manuel Fraga, recomienda dejar el toro de los GAL en la arena de los juzgados "y tomar medidas para no politizar la lidia de ese asunto". Consejo que de manera natural hay que extender a la utilización torticera y cruel de los muertos del terrorismo en el mercado persa de los circuitos electorales.

En este sentido, y no es atajo ni desvío, en junio de 2002 decía Javier Pradera, en El País: “La mirada estrábica del Gobierno (del PP) fija ahora su atención sobre la disciplina de voto socialista durante sus años de poder, e ignora al tiempo la estrategia opositora del PP como partido capaz de presentar una enmienda a la totalidad de la Ley Mosaica o de otra contra cada uno de los Diez Mandamientos si hubiese sido necesario para derribar a Felipe González”.

Veintiún años después no han cambiado la táctica: uno de los elementos de la campaña ha sido tratar de romper la unidad de los socialistas llamando a la deserción para apoyar a los verdaderos salvadores de España y, gracias a VOX, carne de su carne, sueldos de sus sueldos, recuperar el imperio y llevar por el buen camino al mundo occidental, del brazo de la extrema derecha mundial, esa que añora los tiempos imperiales de todos los imperios.

Es decir: no hay que minusvalorar ni ningunear el poder de encabronamiento social llevado a cabo por la maquinaria de intoxicación de una derecha que por olvidar olvida, tan católica, (y catódica, con la TRECE y otros medios) apostólica y romana que dice ser, hasta la Doctrina Social de la Iglesia… Centrados sus líderes en el objetivo confeso por acción y omisión de conquistar el poder para desmontar el Estado Social constitucional, o Estado de Bienestar, y reconvertirlo en un estado de bienestar pero patronal y neoliberal, que puede acabar como partes de EEUU: en un infraestado del fentanilo.

Por supuesto en la noche triste del socialismo español, no se puede olvidar, ni se debe, el concurso clave en la hecatombe de la alegre y descerebrada muchachada podemita. La mejor demostración de esto es ese bote salvavidas aparejado aprisa por la ferrolana Yolanda Díaz y por los comunistas que recuerdan algunas de las citas del PCE institucional, eurocomunista a la fuerza de las evidencias y coprotagonista del guion de la Reconciliación Nacional.

Para el PSOE, y no solo para el ‘sanchismo’, que a pesar de su resplandor estos años es sólo un fascículo en una historia centenaria, es cuestión esencial marcar distancias con el aventurerismo morado y con la subida pandilla de antisistemas, por radicales, por separatistas, por exterroristas sin arrepentir, por imberbes inmunes a la realidad sin posible reciclaje, que no representan ningún ideal nacional sino todo lo contrario. La unión de las minorías puede crear una artificial, por circunstancial, mayoría parlamentaria pero no solo no conforma sino que ahuyenta una mayoría política electoral.

... ese Movimiento Sumar que no deja de ser la perpetuación del maleficio de ese rojerío adanista y dogmático que se rompe el cuello de tanto mirar para atrás. Para muy atrás. No es nada nuevo: todas las escisiones se hacen en nombre de la unidad. Es un bucle que nunca llega a su final. Y nunca lo hará

Cada vez que Pablo Iglesias bis abre la boca y vomita odio, el Gobierno se hunde un poco más; igual que con las declaraciones de Echenique. O con las leyes ‘perfeccionistas’ hasta el ridículo pasando por la extravagancia de Irene Montero e Ione Belarra. Convertir en ricos muy ricos a los que tengan tres humildes pisos o casas de autoconstrucción es, en esta España 2023, de diván de psicoanalista. Es un planteamiento caducado, de infantilismo revolucionario. Lo que hay que hacer es construir más viviendas públicas hasta alcanzar la media de los países de nuestro entorno económico, y blindarlas para que una pandilla de desalmados y desalmadas no puedan bajovenderlas a ‘fondos buitre’.

Tampoco cabe en cabeza humana actual dar pábulo o consentimiento a la ocupación. Es una evidencia anticonstitucional. Para solucionar los problemas de vivienda para la población sin recursos personales están las ayudas públicas, y la eficacia en su gestión. La confiscación, aunque sea temporal, de esta propiedad privada es de locos o dispacacitados ideológicos.

Pero de entre todas las leyes con serios efectos secundarios no solo adversos sino perversos, al menos en la opinión pública y en el prestigio de las leyes, —siempre el buen político tiene que prever por dónde se va a colar la práctica de la desinformación de la oposición— está en cabecera del ranking la del ‘Solo sí es sí’. Los más de mil violadores beneficiados con más de un centenar excarcelados han creado una alarma social y un rechazo enorme y transversal. Tampoco es menor haber roto el frente feminista por puro postureo de un activismo trasnochado.

Y todo eso acaba pagándose, y con mucha plusvalía, en las urnas.

¿Aprenderá el PSOE esta lección de realismo?

Esa es la cuestión.

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Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.