Carlos Mazón y los temblores que le han llevado a dimitir: "Ya no puedo más"
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Carlos Mazón y los temblores que le han llevado a dimitir: "Ya no puedo más"

Lo ocurrido en el homenaje laico a las víctimas de la DANA, sumado a las últimas mentiras del presidente de la Generalitat valenciana, han hecho imposible su continuidad. Mazón no seguirá, aunque lo hace en contra de su criterio.

El president de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón.Rober Solsona/Europa Press via Getty Images

Hay ocasiones en las que el cuerpo dice más que la palabra. Sucedió el miércoles pasado, durante el homenaje laico a las víctimas de la DANA. El cuerpo de Aitana comenzó a temblar "de arriba abajo" cuando vio que a dos o tres metros de distancia se sentaba el hasta ahora president de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón. El abuelo de Aitana y padre de Rosa Álvarez, hoy presidenta de la Asociación Víctimas Mortales DANA 29-O, murió con "80 espléndidos años" el 29 de octubre de 2024.

Aquella tarde del 29 de octubre, Manuel Álvarez Ruiz colocaba protectores en la puerta de su casa para evitar que entrara el agua mientras Carlos Mazón comía en el restaurante El Ventorro. A las 19.55 Manuel habló por última vez con su hija. Esta le pidió que tratara de subir a la azotea, a lo que él solo pudo responder: "Cariño, no puedo... Cariño, no puedo". Son las mismas palabras que exhalaba Aitana con el temblor de su cuerpo al tener tan cerca a Mazón. Nadie sabe todavía qué hacía él mientras Rosa cruzaba sus últimas palabras con su padre. No estaba ya en El Ventorro. Tampoco en el Cecopi, adonde llegó media hora después. Pero Rosa y Aitana sí saben dónde estaba su abuelo. Y de ahí el temblor, un movimiento tan involuntario como imperceptible y, sin embargo, un grito que Mazón debía escuchar más fuerte que cualquier insulto. Uno de tantos temblores que, un año después, han obligado al president de la Generalitat a dimitir, aunque no quisiera. Porque Mazón ha dimitido en contra de su criterio, y así lo ha reflejado su comparecencia esta mañana desde el Palau, en la que se ha dedicado a descargar culpas como quien se quita el lodo de encima.

Carlos Mazón no es que no quisiera dimitir, es que tampoco estaba seguro de anunciar que no se volvería a presentar a las siguientes elecciones. Mazón no se ha echado a un lado por responsabilidad, ni tan siquiera por católica clemencia. A Carlos Mazón le han echado porque no hay partido político capaz de sostener los temblores de quien no puede verte porque te considera responsable de la muerte de su abuelo. Mazón se ha ido porque en la dirección nacional del Partido Popular se han puesto a echar cuentas después del homenaje, y a cada suma le salía un negativo.

El miércoles, durante el homenaje, Mazón escuchó bien alto lo que los familiares de las víctimas pensaban de él, y hay veces en que lo peor que a uno le puede pasar es que le digan con sinceridad lo que piensan de él. Lo hizo, además, despues de que las familias le pidieran, casi como un último auxilio, que por favor no asistiera. Pero fue. Y si ya no era bien recibida su permanencia en el Palau, cómo podría serlo su presencia allí donde los protagonistas no querían que fuese. Un día después, el presidente valenciano dijo hacerse cargo de todo lo que había ocurrido, y pidió unos días para reflexionar antes de anunciar algo. Ese algo en realidad él quería que fuese una remodelación de su Gobierno y ya, pero se ve que en Génova también se pusieron a pensar.

A Alberto Núñez Feijóo no le ha quedado más remedio que deshacerse de Mazón, a ver si con suerte la patada funciona para olvidar que un año antes hasta el líder del Partido Popular mintió para defender a su presidente autonómico. El 31 de octubre de 2024, Feijóo dijo desde Valencia que Mazón le había estado informando "en tiempo real" de todo lo que pasaba desde el lunes previo a la DANA. Tiempo después se supo que no era verdad. Como para saber el lunes que se venía una tromba nunca antes vista y mantener una comida en El Ventorro. Fue una de tantas mentiras. La última, para desgracia de los cuerpos próximos a Mazón, se supo poco antes del homenaje en Valencia. Mazón, como dijo, no se fue desde El Ventorro hasta el Palau. Antes acompañó a la periodista Maribel Vilaplana al aparcamiento donde esta había dejado su coche. Otro engaño.

Si la permanencia de Mazón como president fue un engorro para el Partido Popular durante todo este último año, todo se volvió imposible después de lo que el mundo vio en el homenaje. Nadie puede escapar a los gritos. Los temblores en el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe de Valencia fueron el preludio a un terremoto en cuyas grietas comenzó a caer un Partido Popular ya en descenso. Muchos compañeros de Mazón comenzaron a intrigar para que se fuera. Que uno huya puede, quizás, servir para que todos los demás escapen de la catástrofe. Al menos eso piensan en Génova.

Con todo, Mazón quiso resistir hasta el último momento. Pese al "me hago cargo", en su cabeza persistía la idea de permanecer como quien permanece en una sobremesa del Ventorro. "No me voy, me quedo", parecía defender en privado el presidente. Incluso cuando la dirección del PP de Valencia filtró que se había reunido para organizar su relevo, él dijo que no, que todos le apoyaban. Desesperados, en el Partido Popular valenciano trasladaron a Feijóo que todo era imposible, que o le llamaba él o Mazón se quedaría como quedaron todos hace un año, impasibles ante una realidad que se acumulaba ante los ojos de cualquiera. Feijóo tenía que llamarle. Y así fue. Ambos hablaron por teléfono este domingo y, ahora sí, más de 365 días después, se informaron "en tiempo real" de los pasos a seguir: dimisión a cambio de quedarse aforado en Las Cortes valencianas y a esperar que el tiempo haga su mejor función. Se va, pero se queda. Todo a la vez, no sea que haya que acudir al Juzgado.

No deja de ser curioso pensar que la insistencia de Mazón en quebrantar el deseo de los familiares de las víctimas haya sido, al final, lo que ha rematado su carrera. ¿Habría decidido Feijóo esto si no hubiera asistido al homenaje? Difícil predecirlo.

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Me llamó Héctor Juanatey, aunque como dice Xoan Tallón, eso no importa, todo el mundo tiene un nombre. Me gusta escribir y contar cosas. En El HuffPost escribo de política, y como política lo es todo, decirles esto es como decir todo y decir nada.

 

Sobre qué temas escribo

En El HuffPost escribo, como ya les dije, de política, que es todo. Si quisieran entrar más en detalle, les cuento: por gustar, me gusta escribir de todo aquello que me preocupa dentro y fuera de la redacción. En los últimos años, por ejemplo, he estado investigando el ascenso de la extrema derecha, una suerte de virus invisible que crece cada día más. Un crecimiento, sin embargo, que también tiene responsables, y en ellos me gusta fijarme, ya sea Elon Musk, Mark Zuckerberg o influencers de ultraderecha con cada vez más adeptos. Pero también la política es causa de la desafección de la que beben los ultras. De ahí que no haya que olvidarse nunca de temas fundamentales como la vivienda; en definitiva, de las condiciones materiales de la ciudadanía. Por ese motivo, también, y desde la cobertura que hice para Público durante el 15M en la Puerta del Sol, en Madrid, he centrado gran parte de mi trabajo en las diferentes reivindicaciones de la movilización social. Sospechen siempre de aquellos periodistas que acostumbran a agobiar con la cantinela de la objetividad. Al final, solo buscan desprestigiar el sentido mismo de la profesión.

 

Mi trayectoria

Pese a todas las advertencias, desde que me decanté por estudiar periodismo (Licenciatura y Máster en Periodismo de Investigación), a excepción de un parón en el que trabajé en discurso y comunicación política, he tenido la suerte de dedicarme a escribir. Empecé en La Voz de Galicia y, tras dejar la terruña (Galicia) y mudarme a la capital en busca de oportunidades laborales, pasé por Público, La Sexta, fui redactor fundacional de eldiario.es, y he escrito para un buen número de medios como Praza.com, la revista Luzes, Playground Magazine, La Marea, Vanity Fair o CTXT. En una ocasión estuve en el campamento de refugiados de Dajla, en el Sahara, y de allí me traje unas breves anotaciones que fueron publicadas como libro, ‘Dajla. Apuntes desde o Sahara’, editado por Praza. En otra, entrevisté a Txema Guijarro, una de las personas que trabajó en el asilo de Julian Assange y Edward Snowden, y esos diálogos se transformaron también en libro, ‘El analista. Un espía accidental en los casos Assange y Snowden’, de Libros del KO. En otro lapso de tiempo, creé junto a los cómicos Facu Díaz y Miguel Maldonado un programa de humor, La Tuerka News, porque tengan claro que sin risas nos vamos a la m*****.

 


 

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