El Gobierno no comprará los cazas F-35 de EEUU, en un contexto de choque por el PIB en Defensa
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El Gobierno no comprará los cazas F-35 de EEUU, en un contexto de choque por el PIB en Defensa

Madrid busca alternativas europeas para cubrir el agujero en la fuerza naval, que ya tiene previsto jubilar sus Harriers en 2030, sin vuelta atrás: perderá la aviación embarcada hasta que disponga de un portaviones.

Un F-35 Ligtning de EEUU, en un vuelo de demostración en el Salón Aeronáutico de París, en el aeropuerto de Le Bourget, el 22 de junio de 2025.Nicolas Economou / NurPhoto via Getty Images

Lo adelanta este miércoles el diario El País: España no va a comprar finalmente los aviones F-35 Lightning II para su defensa. El caza furtivo estadounidense de quinta generación, no estará en los hangares de las Fuerzas Armadas, según fuentes oficiales citadas por el diario, que constatan que los contactos entre los dos países "han quedado suspendidos sine die". Un anuncio que se produce en pleno choque entre Madrid y Washington por la inversión que se debe dedicar a la materia, como quedó de manifiesto en la cumbre de la OTAN en La Haya (Países Bajos) de junio pasado.

"Aunque el Gobierno aprobó en abril pasado un plan de 10.471 millones y se ha comprometido a gastar el 2% del producto interior bruto (PIB) en seguridad y defensa, la decisión de que el 85% de estos fondos se inviertan en Europa se considera incompatible con adquirir un modelo estadounidense como punta de lanza de la aviación de combate", detalla la información, firmada por Miguel González.

Defensa había ido dando los pasos esperados, orientados a esta compra: primero la petición de información (que no comprometía a nada) y luego la reserva del dinero, que aparece en los presupuestos de 2023, una "primera partida" de 6.250 millones para el “avión sustituto del AV-8B y el C-15M 2ª fase”, esto es, los Harrier de la Armada y los últimos F-18 del Aire. El interés del departamento que comanda Margarita Robles tuvo eco incluso en prensa internacional especializada: Janes especuló con una compra inicial de 50 aviones. Todo ya es nada. 

El problema no es sólo la compra en sí de este modelo o de otro del mercado, sino lo que eso supone: "deja sin alternativa a la fuerza naval, que en 2030 tiene previsto dar de baja sus Harrier AV8B". El Gobierno no se plantea aumentar unos años la vida operativa de esos cazas, por dos razones: que llevan casi 50 años en servicio y que "el Cuerpo de Marines de Estados Unidos y la Marina Militare italiana están retirando sus últimos aparatos de este modelo, lo que deja a la Armada española como única usuaria", sin posibilidad de tener en el mercado piezas y recambios esenciales. 

"El único avión de combate de despegue vertical que puede sustituir al Harrier es precisamente el F-35B, la versión naval del Lightning II, adquirido por Estados Unidos e Italia, por lo que la renuncia al mismo supone que la Armada se queda sin aviones de ala fija y desde el buque Juan Carlos I solo podrán operar helicópteros", expone El País.

En junio, la Armada encargó al astillero público Navantia el estudio de viabilidad de un portaviones, con una cubierta "de longitud suficiente para que puedan tomar aviones rodando sobre su pista con un gancho de parada y no solo los de despegue vertical". Si sale adelante, le permitiría optar por otros cazas navales, como el Rafale francés. Europa es, sin duda, la primera alternativa para Defensa. "En todo caso, no llegarían a tiempo para cubrir la baja de los Harrier, por lo que durante algunos años se perderá esa capacidad", concluye la exclusiva.

Había interés en el modelo de EEUU también en el Ejército del Aire y el Espacio, para sustituir a los F-18, ya que se ha descartado comprar más Eurofighter, "para no depender de una sola flota de aviones de combate", pero su urgencia es menor. 

"El F35A era la opción preferida, pues aventaja tecnológicamente a sus competidores en aspectos como su carácter furtivo, lo que se evidenció en el reciente ataque de Estados Unidos e Israel contra las instalaciones nucleares de Irán", pero habrá que esperar. 

El presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, chocó con el inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, en la cumbre de la OTAN en La Haya (Países Bajos) en junio pasado, en la que se descolgó del compromiso de los aliados de destinar el 5% del PIB al gasto militar en una década. “Es el único que se niega a pagar. Vamos a hacer que paguen el doble”, dijo Trump, amenazando con imponer aranceles específicos a España.

El senador por Luisiana John Kennedy y otros cinco colegas republicanos presentaron recientemente una propuesta de resolución en la que instan a los 30 países de la OTAN a cumplir el 5%. En un artículo publicado en el semanario Newsweek, Kennedy se quejaba de que el presidente español se hubiera desmarcado de ese objetivo y que la OTAN se lo permitiera. “Sánchez espera que el pueblo estadounidense haga sacrificios para contribuir a nuestra defensa compartida, pero no quiere que nadie en España se pierda ni una siesta por la causa. ¿Les suena como alguien con quien se puede contar en la batalla?”, escribió.

Sánchez ha reiterado que España no necesita gastar más de un 2,1 % de su PIB para cumplir con sus compromisos con la OTAN, y ante las dudas al respecto del secretario general de la Alianza, Mark Rutte, ha subrayado que éste no tiene los datos y la capacidad para calcular. Uno de los argumentos esgrimidos por Sánchez para negarse a destinar el 5% del PIB a defensa es que la industria militar europea no está en condiciones de atender un crecimiento tan rápido de la demanda, lo que provocará un aumento de la dependencia exterior -EEUU- y una renuncia a desarrollar por sí misma esas capacidades; es decir, una pérdida de la autonomía estratégica. La paradoja radica en que una docena de países europeos (Reino Unido, Alemania, Italia, Países Bajos, Polonia o Dinamarca, entre otros) han adquirido ya el F-35, que puede convertirse en el avión de combate común a la mayoría de los ejércitos de la UE en la próxima década.

Aunque Lockheed Martin, la empresa que fabrica esos aviones, alega que los F-35 para España "se fabricarían en Italia y serían, por tanto, europeos", hay otra razón por la que no resultan tan atractivos, incluso para los militares: "EEUU impone severas restricciones en el acceso a las tecnologías críticas del avión, que son una caja negra para los propios usuarios; y su uso en un eventual conflicto podría ser vetado por Washington". A ello se suma el alto coste de las infraestructuras exigidas para su mantenimiento y el alza unilateral del precio de venta, que ha provocado un escándalo en países como Suiza. "Esos son los inconvenientes de la dependencia tecnológica", concluye.

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