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Las juezas que discrepan de la mayoría conservadora que condenó al exfiscal general: "No ha quedado probado que filtrara a la prensa el correo"

Las juezas que discrepan de la mayoría conservadora que condenó al exfiscal general: "No ha quedado probado que filtrara a la prensa el correo"

Las magistradas Susana Polo García y Ana Ferrer García consideran creíbles los testimonios de los periodistas y entienden que los indicios que plantea el Supremo en su sentencia condenatoria no son suficientes para acreditar culpabilidad.

El exfiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz.Diego Radames/Europa Press via Getty Images

Dos de las magistradas de la Sala del Tribunal Supremo que ha juzgado al exfiscal general del Estado, las dos que forman parte de la vertiente más progresista, discrepan de manera "absoluta en la conclusión alcanzada sobre la autoría" de la filtración del correo electrónico en el que el abogado de Alberto González Amador reconocía dos delitos fiscales en nombre del novio de Isabel Díaz Ayuso. Según las juezas Susana Polo García y Ana Ferrer García, no se ha logrado encontrar ninguna prueba que acredite los hechos que plantea la mayoría y por los que se ha condenado a Álvaro García Ortiz.

En el voto particular que acompaña a la sentencia, que ha llegado tres semanas después de hacerse pública la condena, ambas magistradas otorgan credibilidad a los periodistas que declararon en el juicio, algo que no hacen los demás jueces. "Los testimonios [de los periodistas] resultan creíbles, sin que el reconocimiento al derecho profesional lleve aparejado que deba restárseles credibilidad. [...] Han resultado creíbles por su contundencia, por no incurrir en contradicciones con sus declaraciones anteriores y, en especial, porque cuentan con corroboraciones", señalan.

Para las magistradas, restar credibilidad a los periodistas supone un ataque directo a su profesionalidad. "Ninguna razón concurre para entender mermada su credibilidad, lo que sería tanto como concluir que faltaron intencionadamente a la verdad", aseguran las juezas. Durante el juicio, los periodistas que publicaron el correo electrónico, o la información que en él se recogía, negaron que el filtrador fuera el fiscal general del Estado. Muchos de ellos, de hecho, afirmaron haber tenido acceso al documento antes incluso que el propio García Ortiz. La sentencia condenatoria al fiscal general, sin embargo, resta toda credibilidad a sus palabras.

Con relación a los hechos que la mayoría de los jueces de la sala consideran probados y suficientes para condenar a García Ortiz, las magistradas Susana Polo y Ana Ferrer creen que no son "suficientes para desvirtuar el principio de presunción de inocencia". "Ninguno de los indicios mencionados en la sentencia mayoritaria tiene suficiente fuerza acreditativa. La sentencia mayoritaria apunta, con contundencia, al borrado de datos telemáticos llevado a cabo por el Fiscal General del Estado, sin tener en cuenta sus manifestaciones exculpatorias, lo que entendemos vulnera el derecho que a toda persona acusada en un proceso le asiste a no autoinculparse; a no colaborar con la acusación, sin sufrir por ello consecuencias negativas, núcleo esencial del derecho a un proceso equitativo, al derecho de defensa y a la garantía de presunción de inocencia", indicen para alejarse de las conclusiones de la mayoría conservadora.

Además, las dos magistradas consideran que es perfectamente plausible imaginar una "conclusión alternativa perfectamente razonable" frente a la imposibilidad que defienden los demás. "Cualquier persona - señalan - pudo filtrar a la prensa el correo del día 2 de febrero de 2024, al igual que ocurrió con el expediente tributario y la denuncia, documentos que también fueron filtrados con anterioridad a que el Fiscal General tuviera interés en el asunto, por las noticias de la prensa y llamadas de periodistas, ni conocimiento del mismo".

Mientras los jueces conservadores de la Sala del Supremo consideran que ha quedado acreditado que García Ortiz filtró él mismo el correo, "o a través de un tercero", el voto particular pone en duda esa afirmación tan categórica cuando ni siquiera se explica "ni cómo, ni dónde, ni a través de qué medios tiene lugar esa llamada intervención directa y menos su conocimiento y colaboración con tercero". "Tampoco se relata, expresamente, cómo el Fiscal General del Estado pudo promover, realizar, ejecutar o llevar a efecto la acción delictiva, según el relato, con amplio abanico de autoría directa o indirecta, mediata o inmediata; o cómo pudo transmitir personalmente la información, o a través de qué personas, o a quienes dio su aceptación para llevarlo a cabo, todo ello, obviamente, cercena las posibilidades de defensa", añaden.

Por todo ello, las juezas que disienten de la condena consideran que se ha vulnerado el derecho a la presunción de inocencia. Y no solo eso, en su texto defienden también la actuación de la Fiscalía. "En el caso que nos ocupa, se desmintió una acusación falsa de actuación ilícita de la Fiscalía -haber ofrecido un acuerdo y posteriormente retirarlo por razones políticas- impulsada desde el aparato de un poder público, para tratar de desviar la atención sobre la presunta defraudación fiscal judicialmente investigada y amortiguar de esa manera su impacto mediático. Informar a la opinión pública de que esto no había sido así, era no solo una opción legal, sino la única opción legal. Lo contrario habría sido dar por válida la afirmación que atacaba de plano la legalidad de la actuación de la Fiscalía, y con ella el prestigio de la institución, y permitir, en aras a una supuesta confidencialidad voluntariamente renunciada, la consiguiente quiebra de la confianza de los ciudadanos en el funcionamiento de las instituciones democráticas", concluyen.

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Me llamó Héctor Juanatey, aunque como dice Xoan Tallón, eso no importa, todo el mundo tiene un nombre. Me gusta escribir y contar cosas. En El HuffPost escribo de política, y como política lo es todo, decirles esto es como decir todo y decir nada.

 

Sobre qué temas escribo

En El HuffPost escribo, como ya les dije, de política, que es todo. Si quisieran entrar más en detalle, les cuento: por gustar, me gusta escribir de todo aquello que me preocupa dentro y fuera de la redacción. En los últimos años, por ejemplo, he estado investigando el ascenso de la extrema derecha, una suerte de virus invisible que crece cada día más. Un crecimiento, sin embargo, que también tiene responsables, y en ellos me gusta fijarme, ya sea Elon Musk, Mark Zuckerberg o influencers de ultraderecha con cada vez más adeptos. Pero también la política es causa de la desafección de la que beben los ultras. De ahí que no haya que olvidarse nunca de temas fundamentales como la vivienda; en definitiva, de las condiciones materiales de la ciudadanía. Por ese motivo, también, y desde la cobertura que hice para Público durante el 15M en la Puerta del Sol, en Madrid, he centrado gran parte de mi trabajo en las diferentes reivindicaciones de la movilización social. Sospechen siempre de aquellos periodistas que acostumbran a agobiar con la cantinela de la objetividad. Al final, solo buscan desprestigiar el sentido mismo de la profesión.

 

Mi trayectoria

Pese a todas las advertencias, desde que me decanté por estudiar periodismo (Licenciatura y Máster en Periodismo de Investigación), a excepción de un parón en el que trabajé en discurso y comunicación política, he tenido la suerte de dedicarme a escribir. Empecé en La Voz de Galicia y, tras dejar la terruña (Galicia) y mudarme a la capital en busca de oportunidades laborales, pasé por Público, La Sexta, fui redactor fundacional de eldiario.es, y he escrito para un buen número de medios como Praza.com, la revista Luzes, Playground Magazine, La Marea, Vanity Fair o CTXT. En una ocasión estuve en el campamento de refugiados de Dajla, en el Sahara, y de allí me traje unas breves anotaciones que fueron publicadas como libro, ‘Dajla. Apuntes desde o Sahara’, editado por Praza. En otra, entrevisté a Txema Guijarro, una de las personas que trabajó en el asilo de Julian Assange y Edward Snowden, y esos diálogos se transformaron también en libro, ‘El analista. Un espía accidental en los casos Assange y Snowden’, de Libros del KO. En otro lapso de tiempo, creé junto a los cómicos Facu Díaz y Miguel Maldonado un programa de humor, La Tuerka News, porque tengan claro que sin risas nos vamos a la m*****.

 


 

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