Sor Frances Dominici Piscatella tiene 112 años y cuenta con el honor de ser la monja más anciana del mundo. La mujer ha concedido una entrevista al NY Post en la que ha resumido en tan solo cuatro palabras su mejor consejo para la longevidad.

La monja, que celebró su cumpleaños hace unas semanas (a finales de abril) y lleva durante nada más y nada menos que 94 años sirviendo a la Iglesia Católica, ha recomendado: "Enseña hasta que mueras".

En ese sentido, la mujer ha destacado que las personas deberían tener como gran objetivo en la vida seguir el bien que han visto en sus seres queridos. "Tienes que convertirte en un santo antes de ir al cielo", ha expresado.

Tal y como recoge el medio de comunicación griego Iefimerida, Piscatella creció en una familia numerosa de inmigrantes italianos. De hecho, su inclinación hacia el catolicismo nació del amor que vio que su familia ofrecía a las personas que les rodeaban.

No obstante, pese a que la mujer tenía clara la decisión de unirse a la orden monástica inmediatamente después de terminar la educación secundaria, no tuvo fácil encontrar un convento.

Piscatella solo tiene un brazo, algo que en el año 1931 dificultó que la aceptaran. Sin embargo, la mujer demostró que su discapacidad no era un obstáculo y acabó ingresando gracias a la vacante de un puesto de profesora dejada por otra monja.

En consecuencia, la mujer ha ejercido como monja enseñando todas las materias con ilusión (de ahí viene su consejo del inicio del artículo) y trabajando simultáneamente en puestos administrativos.

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