Prevost, un león contra el mundo de Trump
El nuevo papa no es un elegido por la Casa Blanca para aumentar el poder de EEUU en el mundo. Es, al contrario, un 'outsider' que no ha dudado en criticar las políticas de la actual Administración. Clama paz, pide luz y defiende el diálogo.

Los dos son blancos y anglosajones, provienen de familias migrantes y nacieron en el mismo país, los Estados Unidos de América, uno en Chicago y el otro, en Nueva York. Aquí acaban las similitudes entre el hasta el jueves cardenal Robert Francis Prevost, ahora papa León XIV, y el presidente norteamericano, Donald Trump. Entre ellos hay un abismo ideológico, espiritual y humano.
Se especulaba con que el republicano había acudido al funeral del papa Francisco con el único interés de presionar para que en la Santa Sede se sentase un paisano suyo y así tratar de imponer su visión del mundo también a través del Vaticano, pero de ser cierto, le ha salido el tiro por la culata. Trump apoyaba a otro candidato, Timothy Michael Dolan, al que había respaldado públicamente, pero se ha convertido en obispo de Roma un señor con su mismo pasaporte, pero una mentalidad y unas ambiciones muy distintas.
El nuevo pastor procede del cuarto país del mundo con más católicos del mundo, pero donde la Iglesia está dominada por el ala más ultraconservadora, que aboga por postura ortodoxa, en las antípodas del aperturismo. Y con un crecimiento formidable de las tendencias evangélicas, que ponen la religiosidad y los dogmas por encima de los evangelios.
El discurso inicial que dio el segundo papa americano de la historia, en que la paz y el diálogo fueron los ejes, ya constata el choque. Pidió "una paz desarmante, humilde y perseverante viene de Dios". "Dios que nos ama a todos e incondicionalmente. Aún mantenemos en nuestros oídos esa voz débil, pero siempre valiente, del papa Francisco bendiciendo en Roma. En esa misma bendición Dios nos ama. Dios os ama a todos y el mal no va a prevalecer", comenzó, frente a la multitud, en su balcón a San Pedro. León XIV pidió entonces "construir puentes con el diálogo con el encuentro, llevándonos a todos a ser un solo pueblo siempre en paz".
Lo que parece normal en un flamante jefe de la Iglesia Católica, es más valioso y recalcable en tiempos en los que se multiplican los conflictos armados, se rompen alianzas que se creían seguras, aumentan las dudas y la desconfianza, también la inseguridad, mientras pierde efectividad la diplomacia y ganan las carreras armamentísticas, el ultranacionalismo y el desprecio del diferente.
Prevost, antes de heredar el trono de San Pedro, ya dejó pistas claras de sus principios, que se comparan por similitud con los del fallecido Bergoglio. Un hombre que en septiembre cumplirá 70 años, muy fogueado en las calles y al cabo de la calle en cuanto a redes sociales, ha usado los canales a su alcance para exponer lo que no le gustaba del Gobierno Trump. Desde viejo, ha reflejado mensaje a mensaje y declaración a declaración su compromiso con los derechos de los migrantes y la lucha contra el cambio climático, por ejemplo. Ha ido más allá de eso, no ha evitado la crítica directa, afeando conductas, por ejemplo, del actual vicepresidente de EEUU, el católico JD Vance (Trump no lo es, se declara cristiano no confesional), así como a las políticas migratorias impulsadas por el propio mandatario, en su presente legislatura y en la que lo llevó al Despacho Oval entre 2017 y 2021.
Deportaciones, cambio climático y Floyd
En su cuenta de X, en la que se definía en español como "católico, agustino, obispo", está el rastro de esa postura de denuncia. Ahí está su último retuit, del 15 de abril pasado, del comentarista y escritor Rocco Palmo, que decía: "Mientras Trump y [Nayib] Bukele [presidente de El Salvador] usan el Despacho Oval para la deportación ilícita por parte de los federales de un residente estadounidense, quien fuera salvadoreño indocumentado, el ahora DC Aux +Evelio pregunta: "¿No ven el sufrimiento? ¿No les preocupa su conciencia? ¿Cómo pueden callarse?". Una alusión al caso de Kilmar Ábrego García, un migrante deportado por error a una megacárcel salvadoreña.
Un día antes, Prevost compartió otra tribuna escrita por el obispo salvadoreño Evelio Menjivar-Ayala que cuestiona los acuerdos entre Trump y Bukele, para ampliar esas deportaciones masivas de indocumentados de EEUU e ingresarlos en el llamado Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot).
Poco antes, el 3 de febrero, el papa compartió un artículo de opinión de una periodista del National Catholic Reporter titulado "JD Vance se equivoca: Jesús no nos pide que jerarquicemos nuestro amor por los demás", una crítica a lo dicho por el vicepresidente -convertido al catolicismo hace cinco años- sobre la necesidad de preocuparse primero de la propia familia, poniendo por detrás a los que tenemos más lejos.
El choque con el número dos de Trump, que casualmente fue el último mandatario mundial con el que se reunió Francisco en vida, se dio después de que Vance, en una entrevista televisiva, argumentara que el concepto cristiano de ordo amoris justificaba priorizar el amor hacia los ciudadanos nacionales sobre los inmigrantes, en defensa de las políticas migratorias restrictivas de la Administración Trump. Con Francisco, Vance tampoco se entendía. La historia parece repetirse.

La elección del cardenal Prevost ha sido muy celebrada por líderes católicos en EEUU que defienden los derechos de los migrantes, porque entienden que su cercanía al legado de Francisco (que fue quien lo nombró purpurado) y su carrera como misionero y obispo en Perú indican que puede ser un buen abogado de su causa. "Es una oportunidad única y una decisión muy inteligente por parte de los cardenales, conectar al mundo latino con EEUU", señala, Antonio Fernández, director de Caridades Católicas en San Antonio, a la Agencia EFE.
Fernández espera que el nuevo papa, de nacionalidad estadounidense, pueda servir de intercesor. "A lo mejor puede hablar con Trump e intentar convencerlo de (...) abrir los servicios a todas las personas en este país, en especial a los pobres y los migrantes", señala.
Reflejando su personalidad reservada, Prevost, cuya foto de perfil es una foto suya con el recién fallecido papa Francisco y que antes del papado seguía a 87 personas, apenas tuitea mensajes propios, de su cosecha, y principalmente comparte mensajes en inglés y español, de una diversidad de fuentes que van desde medios de comunicación católicos a la Conferencia Episcopal Peruana o el cardenal estadounidense Blase Cupich.
A lo largo de la última década sus retuiteos reflejan un compromiso con los pobres y los migrantes -especialmente con los refugiados venezolanos en Perú- o en favor de combatir el cambio climático, del que Trump se ha declarado orgulloso negacionista. Además, ha condenado la tenencia de armas en EEUU o ha compartido plegarias en memoria de George Floyd, el ciudadano negro estadounidense que murió a manos de un policía que lo asfixió en 2020. A su vez, sus mensajes también dejan entrever su contrariedad con respecto al aborto o la eutanasia, temas en los que incluso la parte más progresista de la Iglesia se muestra inflexible.
No hay mensajes sobre la guerra de Gaza, ante la que Francisco fue tan crítico con Israel, a quien EEUU apoya sin fisuras, pero sí dio declaraciones ante la visita de su antecesor a Tierra Santa, en 2014, reclamando justicia para la causa palestina y una solución de dos estados, que Washington ha dinamitado.
Un contrapeso
Los cardenales han optado en el cónclave de esta semana por un religioso que permite la continuidad -sin ser Francisco- y con una hoja de vida que no es la predilecta de las altas instancias de su país de nacimiento (por trayectoria, también tiene nacionalidad peruana). Se entiende esta apuesta como una especie de contrapeso al poder fagocitador de Trump, que ha superado apenas los cien días de Gobierno dándole la vuelta al planeta con sus políticas.
El teólogo Miguel Pérez cree "definitorias" las palabras que el papa pronunció en su primera misa, el pasado viernes, cuando pidió que la Iglesia "ilumine al mundo con la santidad de los cristianos". "Esa idea de la luz en mitad de tiempos oscuros y de que el comportamiento de la comunidad marque la diferencia y cambie las cosas, que sea la luz que entra por la grieta, es hermosa y estimulante", expone. "Me has llamado para llevar la cruz", decía en la misma intervención Prevost, hablando con Dios. Para el también historiador, esto indica "que tiene completamente asumido su papel en pleno siglo XXI", que no es sólo es de pastor o el de administrador, sino el de "figura pública con responsabilidad que se echa a los hombros la pelea por el mundo, por el bien de todos, porque siempre habla de comunidad".
Esa manera de pensar tiene raíces en dos Leones, a su entender. El primero es León XIII, "que en un tiempo nuevo de capitalismo creciente y revolución industrial puso a los trabajadores y a las clases desfavorecidas en el centro del relato". El segundo, León de Asís, el compañero de San Francisco, "defensor de la claridad, la alegría y la amistad". "No es sólo un papa que sigue llevando zapatos negros y no rojos o que llama a las mujeres a leer en su misa, sino alguien sinodal y episcopal", resume. Un concepto añejo pero muy impulsado por Francisco, que busca abrir la institución a todos los bautizados para hacerla más horizontal y universal. "Justo lo que no le gusta a Trump, que adora la jerarquía, como su preferido, Dolan", resalta.
"León llama a acabar con esa verticalidad dañina, lo mismo que prefiere hablar con otras religiones sin vanagloriarse de que la suya es la buena y la correcta, alguien capaz de entender al otro en sus diferencias y encontrarlo en las semejanzas. En estas horas, siempre lo hemos escuchado hablar de puentes y diálogo, se superación de enfrentamientos, en un contexto en el que el multilateralismo está dañado, muy especialmente por líderes como Trump", indica. Por eso entiende que el republicano no pudo "decir más" que aquello de que es un "gran honor" para EEUU tener un papa. "No le sale añadir ni un adjetivo", ironiza.
El teólogo concluye destacando que León XIV ha puesto en su primera carta de presentación "la valentía". "Ha pedido que se avance sin miedo, y eso, cuando amedrentan las mayúsculas de Trump, sus amenazas y sus decretazos, así como los pasos totalitarios de otros mandatarios mundiales, da esperanza", concluye.