Por qué deberías dejar de decir: "Me da igual, decide tú"

Por qué deberías dejar de decir: "Me da igual, decide tú"

Puede que te estés cargando el grupo.

Imagen de stock de una mujer frotándose los ojos exasperada.Getty Images

"¿Qué Pizza pedimos?", "¿Qué peli vemos?", "¿Vamos al cine o al teatro?", ¿Cerveza o vermut?"... Todas estas preguntas pueden preguntarse entre dos o más personas, y en ambos casos hay una respuesta que suele ser bastante recurrente: "Me da igual decide tú" o "Me da igual, lo que queráis".

Si eres una de esas personas que delega las decisiones en los demás, que sepas que es probable que te estés cargando el grupo y que posiblemente estés minando para mal la imagen que los demás tienen de ti. Suena crudo, pero esas son las conclusiones de un estudio que ha indagado sobre las consecuencias que tiene no expresar las preferencias personales.

La indiferencia puede ser una realidad, pero es cierto que en muchas ocasiones también puede deberse a un deseo de agradar a los demás o a que no exista un interés en mostrar nuestras preferencias.

Una de las autoras del estudio, Yonat Zwebner, lo explica de la siguiente manera: “Muchos de nosotros mantenemos nuestras preferencias para nosotros mismos en un intento de parecer despreocupados y agradables a la otra parte. Creemos que ser imparciales puede ayudarnos a dar una buena impresión a la otra parte, a los amigos, o en el trabajo”. Zwebner prosigue y explica que, además, cuando se da esta situación, se puede llegar a "perjudicar la experiencia compartida e incluso la relación".

El estudio concluye que cuando se toman decisiones basadas en el consenso, en las cuales influyen multitud de factores y opiniones que desembocan en una única conclusión, se refuerza la relación social entre quienes se debaten sobre qué hacer. En el caso contrario, el "me da igual, decide tú", conlleva una pérdida de esas interacciones y, en definitiva, del interés social.

Los intereses no son monolíticos, y pueden complementarse, ya sea por orientarse todos en la misma dirección o justo por todo lo contrario, lo que en muchas ocasiones resulta en un enriquecimiento. La situación óptima siempre se conseguirá comunicando las preferencias. Pensar que no expresar las opiniones y delegar será beneficioso es una concepción que podría ser errónea.