Tiene 97 años y confiesa de qué se arrepiente profundamente tras casi un siglo de vida: "Pensé que nunca olvidaría esas cosas”
Además de lamentar no haber escrito un diario, Ann lanza un mensaje contundente a los padres actuales sobre la obsesión por la felicidad: "La vida no iba a ser feliz todo el tiempo".
La longevidad es un concepto que con el pasar de los años ha cobrado más relevancia entre la sociedad a nivel mundial. En España, país referente en calidad de vida, la esperanza de vida al nacer supera ya los 84 años, según repasa un reciente artículo de El País. Sin embargo, vivir mucho no siempre es sinónimo de vivir bien o de haber aprendido las lecciones correctas.
Ann es una excepción a la regla. Nacida en Nueva York, esta mujer de 97 años es actualmente un testigo vivo de casi un siglo de historia. En una entrevista con el creador de contenido canadiense Will Rossy, Ann abre su corazón y su mente para hablar sobre diversas temáticas, reflexionando con una lucidez envidiable sobre todo lo que ha vivido, amado y perdido a sus 97 años de edad.
La importancia de saber lidiar con los momentos más arduos
Uno de los primeros y más dolorosos asuntos que aborda Ann son los desafíos imprevistos que le ha puesto por delante la vida y lo vital que resulta saber afrontar situaciones complejas sin desmoronarse. Su experiencia no ha estado exenta de tragedias personales profundas.
"Mi hijo, mi único hijo sufrió un derrame cerebral a los 62 años, era una persona maravillosa y eso ha sido muy doloroso, al igual que perder a mi marido a los 82 años también a causa de un derrame”, confiesa la mujer.
Para Ann, la clave no está en evitar el sufrimiento, sino en la gestión del mismo. "Eso es lo que llega a tu vida y no puedes hacer nada al respecto, solo tienes que encontrar una manera de batallar con ello". En este sentido, su profesión jugó un papel crucial: "La formación de enfermería que recibí fue muy importante para prepararme y darme todo tipo de formas de lidiar con todos los aspectos negativos que llegaron a mi vida”, complementa Ann, destacando cómo la disciplina profesional le ayudó a mantener la cordura en el caos personal.
Una crítica a la "obsesión por la felicidad" de las nuevas generaciones
Ann dice que la sociedad actual está viviendo en un momento difícil y lo compara con la crianza de su hijo. "Críe a mi hijo en la guerra de Vietnam, fueron momentos muy preocupantes, el mundo se estaba volviendo loco, pero no se puede comprar con lo que siento que está pasando ahora mismo", manifiesta la mujer estadounidense.
Su crítica se centra en la sobreprotección. "Por alguna razón, los padres han decidido que se supone que los hijos deben ser felices, nos tomábamos la vida un poco más en serio y sentíamos que ser padres conllevaba responsabilidades. Tenías que criar a tus hijos y prepáralos sobre que la vida no iba a ser sobe feliz todo el tiempo", declara Ann.
Su gran arrepentimiento: la traición de la memoria
Quizás la parte más conmovedora de su relato es su relación con los recuerdos. La neoyorquina confiesa que se arrepiente profundamente de no haber registrado de manera escrita ni fotográfica muchos momentos cotidianos de su vida, confiando erróneamente en su propia memoria.
“Yo nunca tuve un diario, yo nunca, tome tantas fotos, siempre sentí que esas cosas estarían en mi mente y no resultó ser así porque sí las olvidas y luego miras una foto y piensas que si no hubieras tenido esa foto nunca hubiera vuelto a pensar en eso. Eso es lo que desearía haber hecho, haber tomado más fotos y también haber escrito un diario”, sostiene la mujer.
Responsabilidad colectiva para evitar caer en el individualismo
Puede parecer obvio, pero la salud es un factor clave para tener una vida longeva, Ann se refiere al factor diferencial que tuvo a comparación de muchos de sus amigos. "En parte el buen estado de salud viene de la genética, pero no lo es todo. Perdí a muchos amigos a los 60 y eran grandes bebedores y fumadores, así creo que eso puede marcar una gran diferencia, ya que yo no fui ni soy una fumadora”, afirma ella.
Finalmente, habla sobre la importancia de vivir en sociedad y de ser consiste de ello para no caer en el egoísmo. “Las decisiones que tomas son muy importantes, no puedes tomar las decisiones de forma egoísta. Tienes que ser consiente que haces parte de la humanidad”, manifiesta Ann, dejando un legado de sabiduría simple pero profunda.