Treinta vecinos de un pueblo se cansan de que el bus solo pase una vez al día y deciden compartir un coche: "La llave está en el bar"
Una respuesta eficiente a la falta de transporte público.
Hartos de depender de un servicio de autobús que apenas cubre sus necesidades, una treintena de vecinos de Pont-de-Barret, una pequeña localidad a las puertas de Provenza de unos 660 habitantes, han recuperado un Citroën ZX de hace décadas y lo han convertido en el coche comunitario del pueblo. Este modelo mítico en Europa es automático, tiene un código para encenderlo y cuenta con un radio-cassette.
Este pueblo, ubicado en la Diagonal del vacío, es el equivalente francés de la España Vaciada, es decir, áreas poco pobladas donde los servicios básicos son mínimos. Por ello, la iniciativa nació de forma vecinal y sin ánimo de lucro: cinco amigos del pueblo detectaron que había coches parados en garajes y personas sin vehículo, y decidieron ofrecer una alternativa práctica para moverse cuando el transporte público resulta insuficiente.
Según recoge Motor Pasión, el coche fue un regalo familiar por parte del abuelo de uno de los cinco amigos y de media los vecinos lo usan dos o tres veces por semana. Los usuarios se coordinan por Telegram y pagan un precio simbólico por kilómetro. “El protocolo es muy sencillo: la llave del coche está en el bar del pueblo, que abre de 7 de la mañana hasta las diez de la noche”, asegura Xavier Charles, uno de los creadores de la iniciativa.
El pueblo salva al pueblo
El funcionamiento es sencillo y muy analógico: quien necesita el coche lo anota en un registro, tanto los kilómetros que ha realizado como un recibo de lo que ha costado la gasolina en caso de repostar. La tarifa es de unos 25 céntimos el kilómetro, un precio pensado para cubrir gastos de gasolina y el mantenimiento del coche. Desde que empezaron a finales de noviembre de 2021, el vehículo acumula 24.000 kilómetros al servicio del pueblo.
La iniciativa permite ir al trabajo, al taller o a la ciudad sin tener que mantener un coche particular que casi no se usa. El proyecto encaja en una respuesta más amplia a la escasez de transporte en zonas rurales francesas donde, fuera de las grandes ciudades, trenes y buses son limitados y el coche se convierte en una necesidad. Con esta alternativa, se puede evitar que muchas personas tengan que abandonar los pueblos por falta de conexión.
En la misma región también existen otros ejemplos de apoyo vecinal ante la falta de servicios básicos. En el pueblo vecino de Crest son los propios particulares los que prestan sus coches, habiendo actualmente hasta ocho coches en rotación y más de cuarenta usuarios. Se trata de una respuesta comunitaria nacida del propio pueblo para mantener la movilidad básica, consolidándose como un claro ejemplo de que el pueblo salva al pueblo.