Un coleccionista británico viaja a Valencia por un vehículo blindando de la Segunda Guerra Mundial y le impacta lo que se encuentra en persona: "Es un tanque bastante raro. Solo el salpicadero cuesta más de 5.700 euros"
Un vídeo donde narra el periplo para rescatar un raro tanque Sherman Firefly.

¿Adónde vas? A comprarme un tanque a Valencia. Puede sonar a chiste o alguien que no está en sus cabales, pero nada más lejos de la realidad. Todo se vende y siempre hay gente que colecciona cualquier cosa, o se encapricha de cualquier cosa. Es el caso del que se hace llamar Armourgeddon, que desglosa en este vídeo de Tank Hunting in Spain!, su periplo viajando a tierras valencianas para llevarse un tanque de la Segunda Guerra Mundial con fines museísticos.
Lo que empieza como un madrugón cualquiera para coger un vuelo acaba convirtiéndose en la posible adquisición estrella de un museo de blindados. A las cinco de la mañana, tras una hora de carretera y con un avión que sale a las 7:30 horas, el objetivo es volar a España, tomarse unas cervezas… y decidir si merece la pena comprar un raro Sherman Firefly que lleva años abandonado.
El plan es sencillo: llegar el día antes, aprovechar algo del viaje y presentarse temprano en el patio donde descansa el tanque. El trayecto no arranca bien: el primer avión se estropea, los dejan media hora congelados en la pista, pero finalmente aterrizan en Valencia. "Tres cervezas después, ya estamos deseando que llegue mañana para ver nuestra posible nueva adquisición", comentan.
Un Firefly con pasado británico y argentino
El vehículo no es un Sherman cualquiera. Se trata de un Sherman Firefly ex británico, modificado más tarde en Argentina. Allí le retiraron el cañón original de 17 libras, le montaron otra pieza y cambiaron el motor. Ahora, el tanque aparece sin motor ni cañón, con años de abandono a la vista, "lo cual no es el fin del mundo. Depende del precio que podamos conseguir".
Lo primero que destaca es algo clave en este tipo de piezas: no viene de un campo de tiro. Muchos Sherman que circulan por el mercado proceden de zonas de prácticas militares, llenos de impactos y perforaciones en el blindaje. Este, en cambio, no presenta ese historial de daños de combate o entrenamiento.
Interior sucio, pero estructura aprovechable
Al revisar la torre, se aprecia que ha estado en un entorno con mucho cemento o polvo de obra, pero la estructura sigue siendo sólida. El interior muestra una mezcla de elementos originales y modificaciones posteriores: el cesto de torre del Firefly parece auténtico, aunque recortado para adaptarse a cambios argentinos; el salpicadero no es el correcto y se nota más moderno, y el coleccionista asegura que solo esa parte "cuesta 5.700 euros"; la zona del tirador de casco ha sido soldada, como se hacía en los Firefly para ganar espacio de munición.
Semanas de trabajo solo en la suspensión
La inspección del tren de rodaje confirma lo que cualquier restaurador de carros de combate sabe: solo la suspensión es un proyecto en sí misma. Algunos rodillos están golpeados, otros giran con ruidos que delatan rodamientos dañados, y las unidades de suspensión llevan pasadores que, según explican, en proyectos anteriores han requerido hasta una prensa de 400 toneladas para desmontarse.
Rápidamente, hacen el cálculo: al menos 12 semanas de trabajo solo para desmontar, revisar y recomponer las seis unidades de suspensión, sin contar resto de mecánica, interior y torre, sin contar resto de mecánica, interior y torre. "Definitivamente, es restaurable, pero depende del precio", asegura.
¿Merece la pena restaurarlo?
Pese a la lista de problemas —modificaciones "de combate" en Argentina, piezas incorrectas, mecanizados burdos, ausencia de motor y cañón—, la conclusión del especialista es que el tanque es "definitivamente recuperable". El verdadero límite estará en el precio de compra y en el presupuesto para la restauración.
Ya han trabajado antes con otros Sherman, incluido un Jumbo lleno de impactos que lograron devolver a la vida. El proceso es conocido: documentar cada detalle, comparar con otros vehículos, localizar o fabricar piezas y asumir que habrá "mucho trabajo y unos cuantos miles de libras" por delante. No nos asusta".
Si el trato sale adelante, el Firefly podría convertirse en una de las piezas más llamativas del museo. Si no, quedará como una oportunidad estudiada al milímetro en un patio de Valencia.
