Visitar la ciudad ucraniana de Járkov, ocupada por los rusos, puede conllevar ciertos riesgos. El periodista Zek Gaarner-Purkis del diario británico Daily Express, ha paseado por sus calles recientemente y ha confesado que no estaba preparado para ver lo que vio. 

Según él mismo cuenta en la publicación, "es fácil tomar a la ligera las precauciones, pero estamos en una zona de guerra y el descuido, especialmente por parte de periodistas imprudentes, puede ser mortal". "Esto me quedó muy claro cuando intenté hablar con un soldado británico reacio que luchaba junto a los ucranianos ese mismo día", relata.

Este militar no quiso dar declaraciones. "Hubo un momento en el que alguien habló con la prensa y toda su unidad fue asesinada", lamenta. 

De este modo, cuenta que la región de Járkov es un lugar de vastas tierras de cultivo "donde acres de campos de patatas hacen que el horizonte parezca aún más amplio de lo normal. La amenaza es omnipresente". Además, asegura que lo más aterrador de todo es la inminencia de los drones. 

"A veces ni siquiera hace falta un dron porque, gracias a nuestros teléfonos móviles, casi todos andamos por ahí comunicando voluntariamente nuestra geolocalización a algún satélite aleatorio", cuenta. 

En Ucrania, "no es difícil encontrar pruebas de que estas herramientas causen tragedias". El día anterior, el jefe de policía de Járkov reveló al periodista que en la jornada anterior, un ataque con cohetes rusos contra la celebración de un funeral acabó con la muerte de unos 40 civiles. Todo ello, "después de que un informante dejara caer un mensaje al enemigo desde su teléfono móvil".  "Hay pocos lugares en el país que se sientan seguros, pero en esta ciudad los niveles de peligro son considerablemente altos". 

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