¿De qué escapaba el pequeño Aylan? ¿Qué hace que miles de personas huyan de Siria a diario? ¿Qué ha pasado para que los países vecinos -Líbano, Jordania, Turquía...- sean ahora la casa frágil de más de cuatro millones de desplazados?
Lo que pasa es Siria. Lo que pasa es la guerra. Lo que pasa es que allá se vive un conflicto enquistado, que va por su cuarto año de muerte, al que la comunidad internacional apenas ha prestado atención, que se ha ido agigantando, empapando en sangre, fanatizando, sectarizando, hasta convertir un país hermoso y sabio en un puñado de ruinas.
Lo que comenzó siendo un levantamiento entusiasta, limpio, sin violencia, de ciudadanos cansados contra el régimen de Bachar El Asad, en el contexto de las primaveras árabes, se trocó en una guerra abierta: primero vino la represión imparable del Gobierno y su Ejército afín contra los opositores, luego la creación de grupos armados disidentes, como el Ejército Libre de Siria y, más tarde, aparecieron células como Al Nusra (brazo local de Al Qaeda) y, finalmente, el Estado Islámico (E.I.), que convirtieron Siria en un campo de batalla yihadista.
Hoy el Daesh, como se llama en el mundo árabe al E.I., controla entre 40.000 y 90.000 kilómetros cuadrados del país. El resto, debilitados los grupos armados no islamistas, casi está en manos del régimen. Asad no avanza, pero tampoco retrocede, fuerte en Damasco o Latakia (su zona de origen, de minoría alauí), y aún con apoyos esenciales como Rusia o Irán.
La oposición moderada, no armada, se organizó esperanzadoramente en los primeros tiempos, para borrarse con los meses, perdida entre divisiones internas y falta de apoyo internacional. No hay con quién negociar. No hay contactos diplomáticos serios con Siria desde enero del año pasado, aunque hay rumores de un acercamiento entre EEUU y Rusia que podría abrir una nueva etapa. Grupos como el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos, sin embargo, sostienen que una solución negociada es, hoy, una quimera.
Y así sigue el éxodo. Y así se alimentan las mafias. Y así Aylan muere, aunque lejos de su casa, pero muere igual.
Estas 11 imágenes resumen lo ocurrido en Siria en estos años de odisea.
Kobane era la ciudad del pequeño Aylan y su familia, un enclave en la frontera de Turquía y Siria con amplia presencia de kurdos -como ellos-, en el que los combates entre los residentes y el Estado Islámico han sido muy intensos, sobre todo ...
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Protesta en contra del dictador Bachar el Asad en la ciudad costera de Banias, al inicio de la 'primavera', en marzo de 2011.
Una niña asoma la cabeza por la lona de su tienda de campaña en el campo de Azaz, en Siria. Su familia había escapado de los choques entre tropas leales al régimen de Damasco y milicianos del ELS (Ejército Libre de Siria).
Un adolescente abraza a su pequeña hermana, recuperada de entre los escombros en la ciudad de Alepo, en febrero de 2014. Las tropas de El Asad atacaron la zona con bombas de barril, que consisten en un barril de petróleo, una bombona de gas o ...
Un hombre coloca el cuerpo de un bebé entre otros cadáveres, antes de un entierro masivo en Ghouta, un barrio de Damasco donde se sospecha que las tropas del Gobierno atacaron con armas químicas en el verano de 2013. Fue una "línea roja" tra...
La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos difundió en marzo de 2014 esta foto del campo de Yarmouk, en Damasco, donde más de 18.000 personas siguen hoy atrapadas entre el fuego cruzado del régimen y de los grupos rebeldes -...
La ONU también difundió la imagen de Amira, una pequeña de dos meses de edad, rescatada de Yarmouk, que apenas pesaba un kilo. Fuera del cerco, pudo recuperarse lentamente. Sus padres la llaman "la niña del asedio", engendrada y parida entre...
La ciudad cristiana de Maaloula fue tomada por los rebelde y, más tarde, recuperada por el régimen. El asedio, por tanto, fue doble. En zonas donde el ISIS manda, el sectarismo se hace patente con crímenes especialmente dirigidos contra no su...
Kobane era la ciudad del pequeño Aylan y su familia, un enclave en la frontera de Turquía y Siria con amplia presencia de kurdos -como ellos-, en el que los combates entre los residentes y el Estado Islámico han sido muy intensos, sobre todo ...
Soy redactora centrada en Global y trato de contar el mundo de forma didáctica y crítica, con especial atención a los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos.
Sobre qué temas escribo
Mi labor es diversa, como diverso es el planeta, así que salto de Oriente Medio a Estados Unidos, pero siempre con el mismo interés: tratar de entender quién y cómo manda en el siglo XXI y cómo afectan sus decisiones a la ciudadanía. Nunca hemos tenido tantos recursos, nunca hemos tenido tanto conocimiento, pero no llegan ni las reformas ni la convivencia prometidas. Las injusticias siempre hay que denunciarlas y para eso le damos a la tecla.
También tengo un especial empeño en la actualidad europea, que es la que nos condiciona el día a día, y trato de acercar sus novedades desde Bruselas. En esta ciudad y en este momento, la defensa es otra de las materias que más me ocupan y preocupan.
Mi trayectoria
Nací en Albacete en 1980 pero mis raíces son sevillanas. Estudié Periodismo en la Universidad de Sevilla, donde también me hice especialista en Comunicación Institucional y Defensa. Trabajé nueve años en El Correo de Andalucía escribiendo de política regional y salté al gabinete de la Secretaría de Estado de Defensa, en Madrid. En 2010 me marché como freelance (autónoma) a Jerusalén, donde fui corresponsal durante cinco años, trabajando para medios como la Cadena SER, El País o Canal Sur TV.
En 2015 me incorporé al Huff, pasando por las secciones de Fin de Semana y Hard News, siempre centrada en la información internacional, pero con brochazos de memoria histórica o crisis climática. El motor siempre es el mismo y lo resumió Martha Gellhorn, maestra de corresponsales: "Tiro piedras sobre un estanque. No sé qué efecto producen, pero al menos yo tiro piedras". Es lo que nos queda cuando nuestras armas son el ordenador y las palabras: contarlo.
Sí, soy un poco intensa con el oficio periodístico y me preocupan sus condiciones, por eso he formado parte durante unos años de la junta directiva de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) España. Como también adoro la fotografía, escribí 'El viaje andaluz de Robert Capa'. Tuve el honor de recibir el XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla por mi trabajo en Israel y Palestina y una mención especial en los Andalucía de Periodismo de la Junta de Andalucía (2007). He sido jurado del IV Premio Internacional de Periodismo ‘Manuel Chaves Nogales’.