Entrevista con Morten Storm: "Al Qaeda se ha visto desbordada por jóvenes militantes, más organizados y despiadados"

Entrevista con Morten Storm: "Al Qaeda se ha visto desbordada por jóvenes militantes, más organizados y despiadados"

PENÍNSULA

Fue Morten Storm, y Murad Storm, y Abu Osama, y Abu Mujahid... A veces lo iba siendo a tramos, pasando por fases vitales de enorme intensidad. A veces, lo era todo a la vez, con capas que se superponían en una amalgama de sentimientos encontrados, creencias y decepciones. Nombres que resumen una vida insólita, la de un danés convertido al Islam y enrolado en Al Qaeda, que acabó espiando para varias Inteligencias occidentales. Ahora, ese recorrido único por las tinieblas del yihadismo sale a la luz en Mi vida en Al Qaeda, una obra editada por Península.

El libro, coescrito por los periodistas Paul Cruishank y Tim Lister -colaboradores en seguridad y terrorismo de la CNN- es un repaso al cambio mental de un joven delincuente europeo que acaba tratando con la cúpula del grupo islamista en Yemen, una suma de anécdotas imposibles jalonadas del desencanto creciente por su apuesta de fe, que le llevó a escapar y a ayudar a eliminar a los que fueron los suyos. Un relato que hoy le cuesta vivir en la clandestinidad y salir, de cuando en cuando, como en la promoción de este libro en España.

Storm tuvo una infancia tranquila en Konsor, un pueblo danés pequeño y apacible, pero empezó a crecer y a meterse en problemas: robos a mano armada, peleas... Pero un día, en una biblioteca pública, su vida dio un giro.

¿Qué fue lo que cambió en su mente cuando leyó aquel primer libro sobre el Islam en su biblioteca de Konsor?

Necesitaba un poco de estabilidad, una estructura, disciplina en mi vida. Yo no tenía nada entonces. Era un motorista loco que bebía demasiado e iba de fiesta. Estaba agotado. Y, de repente, este libro me expuso una estructura de vida, una receta de cómo comportarme y un propósito.

¿Cuándo decide convertirse al Islam y por qué?

Me llevó un par de semanas después de leer ese libro, pero tenía muchos amigos musulmanes en Korsor y me alentaron, en particular un amigo turco muy cercano me llevó a una mezquita en una ciudad próxima. Tuve una sensación de paz interior como no recordaba haberla tenido antes y un sentido de solidaridad con mis amigos, a través de una religión común.

¿Qué le movió a saltar desde la religión hasta el compromiso de la militancia armada?

Fue un proceso lento, pero se inició en el Instituto en Dammaj, en el norte de Yemen. Era un bastión salafista con un predicador muy carismático y yo estuve allí durante varios meses. Se nos enseñó que la yihad -hacer la guerra en nombre de la fe- era la más alta vocación. Y los acontecimientos en el mundo nos llevaron a creer que el Islam estaba siendo atacado por Occidente, con la presencia de las fuerzas estadounidenses en la Península Arábiga, Bosnia y Chechenia. Muy pronto esta salafismo extremista fue la cadena de más rápido crecimiento del Islam.

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El autor del libro, antes de convertirse en yihadista.

¿Existen elementos comunes entre su vida en la cárcel y su vida en una célula islamista?

Yo me radicalicé en la cárcel porque como musulmanes nos mantuvimos juntos y nos apoyamos mutuamente. Ese mismo sentido de la solidaridad frente a un enemigo fue parte de mi vida en Yemen y Gran Bretaña cuando ya pertenecía a grupos salafistas.

Éramos los únicos seguidores del verdadero camino (...) Los demás se habían extraviado. Esa visión te hacía sentir muy poderoso

Storm se convirtió plenamente en Murad Storm y viajó a Yemen. Allí aprendió árabe y una interpretación estricta e intransigente del Islam. Tuvo un hijo y le dio nombre en honor a Osama bin Laden.

¿Qué recuerda de su paso por Yemen? ¿Qué vivencias tuvo allí?

Yo sólo viví en Yemen. Era muy pobre y muy atrasada, pero los yemeníes fueron extraordinariamente hospitalarios y leales. Todavía tengo un gran afecto por mucha gente de Yemen, pero cuando yo estaba allí era una incubadora para el Islam militante. Todavía lo es: tanto Al Qaeda como el ISIS tienen una importante presencia allí. Es triste ver que el país se convierte en un Estado fallido, con tanto sufrimiento a cargo de la gente común.

¿Cómo fue su primer encuentro con un líder de Al Qaeda?

Llegó en 2012, cuando fui al sur de Yemen como espía, tanto para el servicio de inteligencia de Dinamarca como para la CIA. Ellos querían saber dónde estaba el líder de Al Qaeda en la Península Arábiga y cuáles eran sus planes. Así que, afrontando un gran riesgo, fui a la ciudad de Ja'ar, que había sido tomada por Al Qaeda. A (Nasir Abdel Karim) Wuhayshi (líder de Al Qaeda en Yemen, asesinado por un drone de EEUU el pasado junio) yo le gustaba y hasta me pidió que fuera su guardaespaldas personal. Era una figura ligera, casi traviesa, con un sentido del humor inteligente, venerado por sus seguidores. Almorzamos bajo un árbol (por si acaso había drones en la zona) y entonces él me pidió que mantuviéramos el contacto a través de intremediarios.

Durante su estancia, Storm hizo amistad con el clérigo yemení-estadounidense, Anwar al Awlaki, que acabó siendo uno de los líderes de Al Qaeda más importantes en la Península Arábiga, objetivo prioritario de EEUU. Los líderes de Al Qaeda confiaban tanto en él que -otro elemento de película de espías total- una vez le consiguió incluso una esposa europea, conversa, una rubia de ensueño, al propio Al Awlaki. Un localizador colocado en el equipaje de la nueva esposa occidental fue la sentencia de muerte del yihadista.

Hoy recuerda a sus ex compañeros como algo "odioso", pero ¿puede explicar cómo fue la fiebre de entonces, cuando usted era uno más del clan?

La escuela salafista de pensamiento nos enseñó que éramos los únicos seguidores del verdadero camino del Islam, y nos enseñó a odiar a los apóstatas e infieles. Entonces había una corriente al alza que defendía la interpretación abierta del Islam, cada vez con más adeptos. Nosotros rechazábamos cualquier intento del hombre, incluso de los eruditos islámicos, de tratar de reinterpretar el Corán y los hadices. Éramos como una banda de hermanos, convencidos de que éramos los únicos verdaderos seguidores del Profeta y de que todos los demás se habían extraviado. Esa visión te hacía sentir muy poderoso, pero dejaba el más mínimo resquicio a la duda.

¿Cómo funciona el pensamiento islamista?

Hay muchas ramas del Islam -suní, chií, Sufi...-, todos los cuales interpretan la historia islámica y los textos religiosos de manera diferente. Es por eso que el Islam está hoy en guerra consigo mismo. No hay una sola manera de pensar -el Islam oscila entre los sufíes místicos y la línea dura de los wahabíes sunníes, que se suscriben a las profecías del siglo VII, y en muchos casos se regocijan en la declaración del Califato.

¿Y llegó a vivir cómo es un día normal en la rutina de una célula de Al Qaeda?

Nunca estuve en Al Qaeda hasta que hice un juramento de lealtad a Wuhayshi. Yo me moví en círculos radicales durante casi diez años antes de recurrir a los servicios de inteligencia. Era una vida de rebeldía y protesta, alimentada por el ataque a Afganistán y la invasión de Irak, así como la presencia militar de Estados Unidos en los estados del Golfo.

¿Qué es lo que los miembros de Al Qaeda quieren lograr? ¿Es un movimiento realmente convencido de su objetivo santo o una estructura que busca el poder como otras, pero usando métodos radicales?

Quiere que el Islam triunfe como la única religión del mundo. El suyo es un lenguaje de conquista, alimentado por profecías islamistas, o más bien una interpretación a menudo distorsionada por esas profecías. Lo mismo ocurre con el Estado Islámico, excepto que el ISIS tiene ahora territorio y considera que las batallas del fin de los tiempos y la conquista de Damasco y Jerusalén están al alcance de la mano.

¿Era Bin Laden el líder supremo de verdad? ¿Era el único que ordenaba lo que se debía hacer?

Sí. Tenía un círculo de asesores, muchos de ellos de Egipto, pero él era el jeque, y los miembros de Al Qaeda le prometían obediencia a él personalmente. Después del 11-S, cuando pasó a la clandestinidad, le resultó mucho más difícil mantener el control de las diferentes franquicias de Al Qaeda.

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Storm, en 2006.

¿Ayudó usted a cometer actos violentos? ¿Y ayudó a desactivar las amenazas mortales de los que eran sus compañeros?

Nunca cometí un acto de violencia y discutí con Anwar al Awlaki, entre otros líderes, que los civiles no debían ser blancos legítimos en la yihad. Ayudé a las Inteligencias occidentales en diferentes parcelas, a localizar a los sospechosos en Somalia, Yemen, Dinamarca y Gran Bretaña.

¿Cuándo y cómo viene la decepción y usted decide aceptar las ofertas de espionaje? ¿Su ruptura con Al Qaeda es antes que con el Islam o a la inversa?

Llegué a estar muy desencantado cuando no me fue posible ir a Somalia para hacer la yihad, y seguí preguntándome por qué Alá me había impedido ir. Un contacto en Mogadiscio me dijo que no fuera porque las fuerzas etíopes se habían apoderado del aeropuerto. Empecé a dudar de mi fe y durante varias semanas investigué las contradicciones del Corán. Para un fundamentalista, el descubrir que las certezas de mi existencia no estaban tan seguras era una sensación devastadora. Pero me di cuenta de que al dejar la yihad mis ex compañeros querrían matarme, así como ellos querían matar a los civiles a lo largo y ancho de Europa. La idea del libre albedrío volvió a entrar en mi cabeza y sentí la obligación de ayudar a frustrar a los que nos querían privar de ese derecho.

"Fue entonces cuando dejé de ser musulmán de corazón… dejé de creer", escribe literalmente en el libro, en el que relata la angustia de esos días, las horas ante el ordenador descubriendo grietas donde antes sólo había suelo firme. Entonces, dio el paso.

¿Puede explicar cómo fue reclutado?

Yo ya había sido contactado por un yihadista comprometido por la inteligencia danesa, que quería un informante en el interior de las células de militantes islamistas. Les dije que no estaba interesado, pero mantuve la tarjeta de visita de ese agente, casi por accidente. Lo llamé y cerramos una reunión. Ellos se pusieron más que felices.

¿Qué le movió en especial a la hora de dar ese paso: la venganza de la decepción, su empeño en la lucha contra el terror y el dolor, el amor al dinero...?

El dinero nunca fue una motivación, pero necesitaba algo. Sentí que mis diez años como salafista habían sido una pérdida terrible, que había sido engañado, y que otros seguirían mi destino a menos que se detuviera a esta gente.

Sentí que mis 10 años como salafista habían sido una pérdida terrible, que había sido engañado, y que otros seguirían mi destino a menos que se detuviera a esta gente

¿Y cuándo dijo: "se acabó" y "necesito salir de esta vida"?

Fue agotador llevar una doble vida, y hacia el año 2012 yo ya no sentía que pudiera confiar en mis contactos en la CIA. Estaba preocupado de que ellos quizá pudieran alegrarse de verme muerto en mi próxima misión en el sur de Yemen, y nadie sabría nunca que yo había sido un activo para la inteligencia occidental. Las personas, incluyendo amigos y familiares, que siempre habían pensado en mí como un yihadista militante, no tendrían ni idea de que había estado trabajando contra el terrorismo.

Usted defiende que Al Qaeda con el tiempo se disolverá. ¿Por qué?

Al Qaeda se ha visto desbordado por una generación más joven de militantes, que están mejor organizados y son más despiadados. También les parece -en su propia mentalidad- que están más cerca de cumplir las profecías que Al Qaeda que nunca y que están ya estableciendo un califato. Muchos miembros de Al Qaeda se han pasado al ISIS.

¿Y el ISIS, durará?

El Estado Islámico durará a menos que Occidente y los estados musulmanes repiensen por completo su enfoque, revivan sus valores y ataquen tanto la ideología como la presencia física del ISIS. Por ahora el EI está siendo capaz de aprovechar el caos de Oriente Medio. Puede ser derrotado, pero se requerirá un enfoque mucho más audaz y valiente.

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