Los ingredientes del explosivo cóctel belga

Los ingredientes del explosivo cóctel belga

REUTERS

Se ha convertido en costumbre mirar a Bélgica cada vez que un atentado yihadista sacude Europa. Los ataques de París del pasado viernes representan el quinto en 18 meses que están conectados con Bruselas. Aquí se encuentran las principales instituciones de la Unión Europea, sus autoridades, más de 40.000 funcionarios y los cuarteles generales de la OTAN. Para los expertos, Bruselas se ha convertido en el foco más caliente del islamismo radical en Europa y hay quienes hablan ya de un “explosivo cóctel belga”. He aquí sus principales ingredientes.

1. Población musulmana víctima del desempleo y la exclusión

En Bélgica hay una comunidad musulmana importante, en muchas ocasiones víctima del desempleo, la falta de oportunidades y poca integración. Alrededor del 6% de la población en Bélgica es musulmana, si bien ésta representa el 25% en Bruselas. Aunque la mayoría ha nacido en Bélgica, las raíces de la mayoría vienen de Marruecos, Argelia y Túnez, aunque también hay una minoría

originaria de Libia. En Bruselas también hay una importante comunidad turca y kurda.

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Dos niños pasean por las calles de Molenbeek

Para muchos jóvenes, el Islam es la manera de evadirse de una existencia que no les ha dado demasiadas oportunidades. La crisis de identidad que vive Bélgica – a menudo paralizada por disputas entre Flandes y Valonia - poco ayuda a que muchos se sientan parte del país, a pesar de que la mayoría de la población musulmana ha nacido aquí.

En Bélgica hay unas 380 mezquitas. En muchas de ellas se usa el árabe, lengua que no dominan muchos de los jóvenes musulmanes que han nacido en Bélgica. En todo caso, el proceso de radicalización que viven algunos se ha trasladado de

manera creciente de los santuarios a las redes sociales.

La concentración de islamistas radicales es particularmente elevada en ciudades de la región de Flandes como Amberes, Mechelen y Vilvoorde - además de Bruselas-. Flandes es precisamente la región donde el partido populista de extrema derecha Vlaams Belang lleva años practicando un duro discurso contra los musulmanes.

2. Trayectoria de islamismo radical en Bélgica

Una minoría de esta comunidad musulmana viene experimentando durante las últimas décadas un proceso de radicalización, alimentado además por conflictos externos en sus países de origen, entre otros: la primera guerra de Afganistán (1979-1988), la guerra civil de Argelia (1991-2002), las guerras de Yugoslavia – en especial por lo que afectó a la población musulmana en Bosnia (1991-1995), la II Guerra de Afganistán (comenzada en 2001), la II Guerra de Irak (comenzada en 2003) y las guerras de Libia y Siria (ambas iniciadas en 2011).

El primer atentado islamista en Bélgica se produjo en 1987 y fue llevado a cabo por los Muyahidines Sirios. El entonces primer secretario de la embajada siria en Bruselas, Antanios Hanna, fue acribillado a balazos frente a su casa en el acomodado barrio de Uccle. Desde entonces ha habido múltiples atentados de corte islamista en Bélgica, aunque ninguno de gran envergadura hasta el año

pasado.

En 2013 un tribunal de Amberes comenzó un macro juicio relacionado con el islamismo radical. Los jueces llegaron a la conclusión que el grupo “Sharia4Belgium” actuaba como una organización terrorista encargada de reclutar a fanáticos para ir a luchar a Siria. En diciembre de 2014, el tribunal condenó a 45 miembros de este grupo, aunque sólo ocho de ellos estaban presentes. El resto están en Siria combatiendo o (supuestamente) han fallecido.

El 24 de mayo de 2014 se produjo un atentado en el Museo Judío de Bruselas, con el resultado de cuatro personas fallecidas: una pareja israelí y dos trabajadores del museo, uno belga y otro francés. El autor de los ataques fue un ciudadano francés que había luchado en Siria (Mehdi Nemmouche). Fue detenido en Marsella días después.

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París se sumió en la tristeza en enero tras los atentados de Charlie Hebdo

Uno de los terroristas que llevaron a cabo los ataques en París durante los trágicos días de Charlie Hebdo el pasado enero en París (el que asaltó una tienda kosher), Amedy Coulibaly, utilizó armas que habían sido compradas en la estación de tren de Midi en Bruselas.

Unos días después de aquellos sucesos, la policía belga realizó una serie de redadas antiterroristas en el Verviers. Durante la operación, dos de los terroristas murieron en el fuego cruzado y un tercero fue arrestado. Los tres habían regresado de Siria recientemente y planeaban un atentado contra una comisaría en Bruselas.

El pasado verano tres norteamericanos – dos de ellos soldados del ejército de vacaciones en Europa – lograron abortar un ataque terrorista en un tren de alta velocidad que viajaba entre Ámsterdam y París. El atacante, un ciudadano marroquí de nombre Ayoub El Kahzzani armado con un Kalashnikov, fue reducido por el trío de amigos norteamericano. Kahzzani había vivido años en España hasta que se fue a Bruselas, donde adquirió su arma y tomó el tren aquel 21 de agosto.

En los recientes atentados de París del 13-N, está confirmado que al menos tres de los terroristas eran franceses pero vivían en Bruselas en el barrio de Molenbeek. Por el momento se desconoce el paradero Salah Abdelsam, pero la policía belga lo busca en estos momentos por sus calles.

3. Molenbeek o el corazón del yihadismo

El cada vez más temido barrio de Molenbeek –donde residían varios de los atacantes de París– se encuentra situado muy cerca del centro de la ciudad.

Desde la imponente Grand Place se puede llegar en 10 minutos a pie, una vez cruzado el canal, donde coexisten exclusivos lofts habitados por nuevos vecinos con las zonas más deprimidas del barrio. Desde las instituciones europeas, 15 minutos en metro son suficientes para llegar.

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Estación de metro de Molenbeek

La población musulmana representa el 40% de los 95.000 habitantes de Molenbeek. El desempleo aquí es del 30% y del 40% entre los jóvenes. En un raro ejercicio de honestidad, puesto que compromete la diligencia del gobierno que él mismo dirige, el primer ministro belga, el liberal Charles Michel, reconoció en televisión tan sólo 24 horas después de los ataques de París, que “Bélgica tiene un problema gigantesco con Molenbeek… cada vez que sucede algo relacionado con el terrorismo islamista tiene su origen allí”. El ministro del interior belga, Jan Jambon, afirmó en la misma línea: “No podemos aceptar esto por más tiempo, tenemos que erradicar el problema para siempre. Me ocuparé de ello personalmente”.

En un intento baldío de defender al barrio que representa y desmentir su supuesta peligrosidad, la burgomaestre de la comuna, Françoise Schepmans, ha declarado que “no todos los terroristas vienen de aquí… la mayoría de las veces sólo están de paso en Molenbeek”, como si esta circunstancia modificara un ápice el peligro.

Bélgica tiene también el récord en Europa de número de residentes (en relación a su población de 11 millones) que se han marchado a luchar a Siria e Irak. Los servicios de inteligencia belgas calculan que unos 500 se han ido a combatir en los últimos años y e ntorno a 150 habrían regresado tras su paso por allí.

4. En media hora puedes hacerte con un arma

Nils Duquet, investigador del Instituto Flamenco para la Paz de Bruselas, cuenta a la BBC lo fácil que resulta para cualquiera que esté en el circuito de la delincuencia tener acceso a armas de cualquier tipo en el mercado negro. La mayoría de los Kalashnikov vienen de los Balcanes y de los países del este (todavía están en circulación muchas de las armas que se utilizaron durante las guerras de Yugoslavia).

Una vez que las armas entran en las fronteras de la UE son fáciles de transportar y de intercambiar. El precio de un Kalashnikov como los que se utilizaron en los atentados de París, dependiendo del estado en que se encuentre, oscila entre los 1.000 y los 2.000 euros. Otro analista experto en tráfico de armas, Bilal Benyaich, afirma incluso que “en media hora puedes hacerte con un arma militar en el mercado negro de Bruselas”.

5. Loca estructura de policía en Bruselas

Bruselas tiene 1,2 millones de residentes. La ciudad está dividida en 19 distritos y su seguridad debe estar garantizada por la policía nacional belga. Por razones desconocidas, la policía está dividida en seis autoridades policiales independientes, generando una estructura sobre cuya eficacia hay serias dudas.

Consciente de ello, el propio ministro del interior belga, Jan Jambon, se preguntaba recientemente: “Nueva York tiene 11 millones de habitantes y ¿cuántas autoridades policiales tienen? Una”. Tampoco ayudan las tensiones entre flamencos y valones, en un país federal constituido por tres comunidades, tres regiones y cuatro comunidades lingüísticas.

Los errores de coordinación fueron evidentes el año pasado cuando un ciudadano francés abrió fuego en el Museo Judío de Bruselas y mató a cuatro personas. Tras el ataque, un agente fue suspendido por haber tardado demasiado tiempo en trasladar la información que le había trasladado un informante sobre un inminente ataque.

6. Localización geoestratégica en el corazón de Europa

Bélgica se encuentra en un lugar privilegiado por su posición en el centro de Europa, con frontera con Alemania, Francia, Luxemburgo y Países Bajos, todos ellos países pertenecientes a la zona Schengen, por lo que los desplazamientos se pueden realizar sin control policial alguno en circunstancias normales. Mientras que los terroristas se mueven sin fronteras, los policías y

cuerpos de seguridad siguen siendo nacionales, a pesar de los esfuerzos de coordinación europeos.

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El Parlamento Europeo en Bruselas se ilumina por las víctimas de los atentados

Los trenes de alta velocidad conectan a Bruselas con Ámsterdam, París y Londres, entre otras ciudades. En la mayoría de estos recorridos, no existe ningún control policial en la estación de Midi.