Jamal Khader, sacerdote palestino: "Sin Jerusalén, no hay futuro para el pueblo palestino"

Jamal Khader, sacerdote palestino: "Sin Jerusalén, no hay futuro para el pueblo palestino"

Gaza vive su semana más sangrienta desde 2014.

Las fuerzas israelíes intervienen durante una protesta palestina organizada por el 70 aniversario de la Nakba en Gaza el 16 de mayo de 2018.Abed Rahim Khatib/Anadolu Agency/Getty Images

"No estamos hablando del pasado, sino de una realidad vigente". Así comenzaba Jamal Khader, sacerdote y profesor palestino, su conferencia en un acto organizado por Casa Árabe de Madrid para conmemorar la Nakba, la "catástrofe" tras la creación del Estado de Israel en 1948, por la que miles de palestinos tuvieron que huir de sus hogares. Efectivamente, este martes 15 de mayo se han cumplido 70 años de aquel acontecimiento, pero la Nakba parece más de actualidad que nunca.

Sólo un día antes, y no por casualidad, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el presidente estadounidense, Donald Trump (este último vía Twitter), daban por inaugurada la embajada de Estados Unidos en Jerusalén entre selfies y aplausos. A sólo unos kilómetros, en la Franja de Gaza, la celebración no se sentía como tal. Los palestinos salieron a protestar reclamando el derecho al retorno de los cinco millones de refugiados de su pueblo por el mundo, y el Ejercito israelí contestó matando a más de 60 personas e hiriendo a más de 2.000.

Según Netanyahu, los manifestantes fueron empujados por el movimiento palestino Hamás y, ante ellos, "los métodos no letales no funcionan". Pero el padre Jamal lo contradice: ni todo es Hamás ni palestinos e israelíes son tan distintos. Los unen las ganas de vivir, pero también el miedo, el desconocimiento. "Con el muro de separación es imposible conocernos", lamenta.

Jamal Khader (Zababdeh, Palestina, 1964), que conoce de primera mano el bloqueo que se vive en Gaza y la presión a la que están sometidos los palestinos, se niega a aceptar esta situación. "¿Por qué el mundo no hace nada para reducir el sufrimiento de los palestinos? ¿Por qué no les importa nuestra vida?", se pregunta. Lo que más le preocupa es que la rabia acabe siendo explotada para generar violencia, por eso pide que la comunidad internacional actúe, esta vez de verdad. "El grito de la gente en Gaza debería llegar a nuestros oídos", expresa el párroco entre el reproche y la súplica.

  El padre Jamal Khader (centro), durante la conferencia en Casa Árabe para conmemorar el 70 aniversario de la Nakba, junto a a Mussa Amer Odeh (d), jefe de la Misión Diplomática de Palestina en España, y al director de la institución, Fernan...AOL

Khader, sacerdote en el Patriarcado Latino de Jerusalén, decano de la Facultad de Artes de la Universidad de Belén hasta 2013 y párroco de la Iglesia Católica de la Sagrada Familia en Ramala, explica en esta entrevista para El HuffPost la complejidad del panorama actual en Palestina, cómo viven allí los cristianos y las esperanzas que le da la nueva generación de jóvenes de la región.

¿La tensión de estos días -el traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén y la matanza en Gaza- era de algún modo predecible?

Con la victoria de Trump, sí. Además, su postura resulta intimidante para otros países, que se sienten empujados a seguirle en sus decisiones. Tras la llegada de Trump al poder, estamos viviendo más dificultades con un presidente que no tiene conocimiento del conflicto, que se ocupa de las cosas de una forma muy extraña. Estamos a expensas de esta Administración.

¿Es realmente importante el traslado de la embajada?

El simbolismo juega un papel muy importante en Oriente Medio. Por un lado, sólo han cambiado de lugar la placa de la embajada, pero por otro es un acto muy simbólico. El mayor país del mundo está reconociendo a Jerusalén como exclusivamente de Israel. Es una cuestión muy seria. Ahora tenemos que tratar con la Administración americana de otra manera, y también con la comunidad internacional. Esta situación pone a prueba a toda la comunidad internacional. ¿Qué van a hacer? ¿Garantizar un futuro de paz en Palestina o dejarnos, como han hecho en los últimos años?

¿Qué pasa con Europa? ¿Cree en los valores de libertad, derechos humanos e independencia? ¿O sigue priorizando sus propios intereses?

¿Cómo valora el papel de la comunidad internacional en este tiempo?

Veo algo positivo: la mayoría de los países europeos no asistieron a la ceremonia de inauguración de la nueva embajada y trataron de convencer a Estados Unidos de que no trasladaran la embajada. Al mismo tiempo, no me parece suficiente. ¿Por qué Europa no toma la iniciativa, si creen en la solución de los dos estados, si creen en un Estado palestino? ¿Por qué no toman medidas concretas? Hablo de medidas diplomáticas, como reconocer el Estado Palestino. Esperamos ver pasos más claros en esta situación. Somos la parte débil, vivimos bajo la ocupación. Pero ¿qué pasa con la comunidad europea? ¿Cree en los valores europeos de libertad, derechos humanos, independencia...? ¿O sigue priorizando sus propios intereses? Claro, por su propio interés, prefieren estar con Estados Unidos en términos económicos y políticos.

Así que sí, hay signos positivos, pero no los suficientes, porque han pasado 70 años de la catástrofe, de la Nakba, y más de 50 años de ocupación. Ya basta, tenemos que salir adelante. Sé que hay otros casos urgentes en Oriente, como Siria o Irak, pero creo que la paz empieza en Jerusalén. Si Europa u Occidente ayudan a los palestinos a lograr un Estado independiente, cambiará la percepción de Occidente como un bloque anti-árabe o anti-musulmán, pasará a considerarse como una población que quiere la paz y que hace algo por ella. Que no sólo envía tropas a Siria para bombardear Siria, sino que es un factor positivo para la paz en Palestina. Esto cambiaría la visión de Europa para la gente del mundo árabe e islámico.

¿Y cómo ve el papel de los líderes palestinos? ¿Están haciendo lo suficiente?

Tras los acuerdos de Oslo, las autoridades palestinas tienen poco poder de actuación. Si le preguntas a cualquier palestino si sus líderes están haciendo lo suficiente, inmediatamente te dirá que no. Porque seguimos viviendo en unas condiciones que deberían haber sido temporales. La ocupación debería haber dado paso a la independencia. Las autoridades no tienen poder real sobre el terreno. No estamos controlando nuestro país. Eso no es lo que esperábamos de nuestros líderes. Así que los palestinos no estás satisfechos. En la vida diaria sí vemos mejoras -economía, seguridad, organización de la vida-, pero los gobernantes no fueron elegidos para mejorar las condiciones de vida bajo la ocupación, sino para librarnos de la ocupación.

La nueva generación de palestinos celebra la vida, no la muerte, quieren tener una vida mejor, pero sin matar ni morir asesinados.

Como profesor, ¿qué espera de los jóvenes palestinos? ¿Cree que se van a cansar y a bajar los brazos o van a seguir peleando?

Lo que veo en la nueva generación es que tienen mucha memoria. Saben lo que ocurrió por sus padres y abuelos. Veo más insistencia en la lucha, pero al mismo tiempo se dan cuenta de que tenemos que encontrar formas nuevas de luchar. Veo más esperanza en la resistencia no violenta, especialmente centrándose en la educación. Los jóvenes se están esforzando mucho por conseguir una buena educación. Creen que es a través de la educación como podemos construir nuestro país, a través de la cultura, a través de nuestro legado. En estos aspectos positivos veo mucha esperanza en la nueva generación. Es una generación que celebra la vida, no la muerte, que quiere tener una vida mejor, pero sin matar ni morir asesinado. Claro que existe la tentación de decir: si no respetan nuestros derechos pacíficamente, tenemos que usar la fuerza. Esa tentación está siempre presente y nuestro trabajo como educadores es evitarla.

Ahora soy director de escuela. Antes trabajé durante diez años en la Universidad de Belén con estudiantes universitarios. Pero es lo mismo: los educamos para darles esperanza, aunque cuando vamos a enseñarles, son ellos los que nos dan a nosotros esperanza de un nuevo comienzo. La gente joven quiere tener una vida normal, nada más. E insisten en eso. Espero que no caigan en la tentación de usar la violencia, de perder la esperanza o de huir del país.

Para los israelíes, los palestinos sólo somos números, gente que vive lejos. Y, por desgracia, para los palestinos, los israelíes no tienen cara ni nombre.

¿Y ve esa misma esperanza en las nuevas generaciones de israelíes?

Veo una población que quiere vivir en paz y con seguridad, pero al mismo tiempo veo políticos muy malos que generan miedo entre la población. Miedo a los palestinos, miedo a Irán, a Hezbollah, a Hamás, a todo el mundo. Y eso no es sano. Creo que todo el mundo quiere vivir en paz, pero si tienen miedo no piensan de forma razonada, simplemente reaccionan ante ese miedo. También veo peligros en el sistema educativo -nosotros también luchamos por mejorar nuestro sistema educativo, no es perfecto-. Pero la educación en Israel lleva a sus jóvenes a servir en el Ejército, crea una posición común en contra de los palestinos ("tenemos que controlarlos, no podemos darles derechos"). Otro aspecto importante para las nuevas generaciones es que con el muro de separación es imposible conocernos. Así que, para los israelíes, los palestinos sólo somos números, gente que vive lejos. Y, por desgracia, lo mismo ocurre al revés: para los palestinos, los israelíes no tienen cara, no tienen nombre. Y eso es peligroso para el futuro del país. No nos conocemos. Con la situación actual, no se dan las condiciones.

  Jamal Khader.AOL

¿Mantiene la esperanza de que haya una solución de dos estados?

Políticamente, sería una solución. Personalmente, creo que ya llega tarde. Con el muro de separación, con la colonización de los territorios palestinos, con el control de recursos, con la política del Gobierno israelí que dice claramente que no hay lugar para el Estado Palestino... Creo que esta solución se va desvaneciendo. Creo que tenemos que pensar en formas nuevas, y las hay, con una condición: tratar a los palestinos como iguales, como personas con derechos. Podemos tener una variante diferente de la solución de dos estados: que los palestinos sean libres, independientes, que puedan controlar su futuro, pero que se abran las fronteras. Por ejemplo, económicamente, nos necesitamos los unos a los otros. Pero hay muchos más motivos: a ambos lados hay lugares santos, a ambos lados hay miembros de una misma familia, a ambos lados hay problemas de agua, problemas medioambientales. Es un país muy pequeño.

Tenemos que pensar en una nueva solución, pero, en primer lugar, los palestinos deben ser considerados seres humanos iguales, personas con derechos nacionales, y no sólo derechos personales, que también son importantes. Cuando pienso en la solución de los dos estados tradicional, me pregunto: ¿Es viable, con más de 650.000 colonos viviendo en territorios palestinos? ¿Es posible ahora tener una Palestina como un Estado independiente, viable, contiguo? No, no lo creo, no como se ha pensado de forma tradicional. Hay que pensar de forma diferente.

Ahí la comunidad internacional tiene un papel: puede ejercer presión sobre Israel para que frene las colonizaciones, su política de perpetuar la ocupación. Espero que hagan algo antes de que sea demasiado tarde, es su responsabilidad. En Sudáfrica, por ejemplo, con el Apartheid, las cosas empezaron a cambiar con la presión internacional, con las sanciones. Algunos países, incluso algunas iglesias, llegaron tarde. En su momento dijeron: "Sí, sí, queremos que las cosas cambien". Pero no hicieron lo que deberían haber hecho.

La solución de los dos estados ya llega tarde.

¿Qué significa Jerusalén para usted como cristiano y como palestino?

Es el corazón. El otro día celebramos una graduación en la escuela, el tema era Jerusalén y les dije a los estudiantes: "Ahora es vuestra responsabilidad trabajar por Jerusalén y pensar en ella". Esta ciudad es el corazón de todos los palestinos. No hay futuro para el pueblo palestino sin Jerusalén. Y, como cristiano, también es el corazón de mi cristiandad. Como sacerdote de la Iglesia católica, pertenezco a la iglesia del Santo Sepulcro, que está en Jerusalén. Y, para mí, la ciudad es el centro educativo, el centro económico, el centro religioso, el político, eso es Jerusalén. Es imposible pensar en Cisjordania sin pensar en Jerusalén, por eso es tan importante mantener el estatus de Jerusalén como está y pensar en la ciudad como un lugar abierto donde pueden convivir dos pueblos, tres religiones. No podemos imponer ninguna solución a costa de ninguna de las partes.

¿Y cuál es la situación de los cristianos que viven ahí?

Los cristianos son palestinos y, como tal, sufren muchas restricciones, especialmente a la hora de construir. No tienen permiso para construir casas. Así que la gente no encuentra casa y tiene que salir fuera de Jerusalén para vivir. La consecuencia es que los palestinos de Jerusalén no son ciudadanos, son habitantes. Los israelíes dicen: "Siempre y cuando el centro de tu vida y de tu trabajo esté en Jerusalén, puedes seguir viviendo ahí. Pero si alquilas una casa fuera de Jerusalén, si el centro de tu vida está fuera de la ciudad, pierdes tu carnet de identidad". Y la gente lo está perdiendo, porque no encuentran casa. Por eso el número de cristianos está disminuyendo. Hace 50 años, había 10.000 cristianos, y ahora debería haber muchos más. Pero no: hay 8.000 viviendo en Jerusalén. También está el ejemplo de los cristianos que viven en territorios palestinos, como es mi caso: necesitan un permiso especial de las autoridades militares israelíes para poder entrar a la ciudad. Yo lo tengo porque soy sacerdote [muestra el documento, escrito en hebreo], pero muchos no. Este papel especifica los días, las horas y, sin esto, no puedo ir a Jerusalén. Esto es una negación directa de la libertad de culto, el no poder ir a los lugares sagrados a rezar.

Los palestinos, sólo por ser palestinos, no tienen permiso para entrar en Jerusalén. Y esto afecta a la vida de la comunidad cristiana. Es muy distinto a hace 30 años, cuando todo el mundo iba sin problemas a Jerusalén, por ejemplo, de compras. Ahora, entre los impuestos a los negocios y que la gente no puede ir a la ciudad, el comercio en Jerusalén Este se está muriendo. Y esto lleva a los palestinos, incluidos los cristianos, a salir fuera. Es muy duro. Hay muchas restricciones sólo para animarnos (risa irónica) a irnos de Jerusalén. El objetivo declarado del Gobierno israelí es reducir la población palestina en Jerusalén del 33% al 12%. No es una política oculta, está declarado así: quieren hacer una ciudad judía reduciendo el número de palestinos. Y esa política es peligrosa. En derecho internacional, es lo que se llama limpieza étnica. Pero nadie dice nada, y Trump mueve la embajada a Jerusalén, eso es lo peligroso de la realidad actual.

Lo que están haciendo en Jerusalén se llama limpieza étnica.

¿Debería preocuparnos esta última escalada de violencia? ¿Podría todo esto acabar en una guerra?

No, no. No temo una guerra, pero sí temo el sufrimiento de la gente, de tanta gente inocente, familias. Más de 60 muertos, más de 2000 heridos, eso es mucho sufrimiento que se suma al que ya están padeciendo. Esta violencia no va a dar lugar a una guerra, pero la gente sigue viviendo en condiciones terribles y el mundo sigue sin prestar atención por lo que ocurre en Gaza. Es una vergüenza que la comunidad internacional acepte el bloqueo en Gaza durante más de 10 años. Los políticos saben cuál es la realidad en Gaza: tienen diplomáticos, tienen los detalles, los informes de los consejos europeos. Pero esos informes acaban cogiendo polvo en las estanterías. Nadie hace caso. Eso es lo que me preocupa. ¿Por qué el mundo no hace nada para reducir el sufrimiento de los palestinos, principalmente en Gaza? No lo puedo entender. ¿Por qué no les importa nuestra vida? No todos son Hamas, no todos son milicianos. Son personas que quieren disfrutar de la vida, que quieren ir a la playa -hay playas muy bonitas por ahí-, que quieren trabajar, pero a estas personas se les niegan sus derechos básicos. Cuanto más sufrimiento, más rabia hay. Y la rabia puede ser explotada por otras personas para provocar violencia u odio. Es un motivo para estar preocupado si se quiere la paz en Oriente Medio.

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es