La historia de la azafata rechazada para trabajar en Fitur por su talla

La historia de la azafata rechazada para trabajar en Fitur por su talla

Alba Nevado denuncia que la empresa la trató como "un problema" por tener una talla 46.

Foto de Alba Nevado, la joven rechazada por no tener uniforme de su talla.Fotografíamg79/Cortesía de Alba Nevado

“Ha sido muy chocante”, explica Alba Nevado sobre la situación vivida este miércoles al descolgar el teléfono a El HuffPost. Esta joven dramaturga y actriz se convirtió en protagonista de un vídeo viral en el que denunciaba entre lágrimas que había sido rechazada para trabajar en Fitur porque no disponían de uniformes de su talla: una 46.

En el vídeo, que acumula más de 2.600.000 reproducciones, Nevado denuncia que la empresa Best Way, para la que trabajaría como azafata del 19 al 23 de mayo durante la feria, la trató como un “problema” y no le facilitaron un uniforme igual que a sus compañeras —un vestido azul ceñido— y que tampoco buscaron ninguna solución.

Para ella, con amplia experiencia de cara al público, la reacción de la empresa fue insólita. “En el ámbito profesional nunca me había ocurrido algo así y ha sido muy chocante. No me esperaba esa respuesta y entonces flipé bastante la verdad”, señala.

A pesar del supuesto desconocimiento inicial de la empresa, Nevado recuerda que rellenó un formulario en el que detallaba la talla, su número de pie y su altura, como suele ocurrir en este tipo de puestos.

“Previo a la formación a mí me mandaron un enlace para hacer un registro para su base de datos, donde pongo que mido 1,70 m, que tengo un 41 de pie y que tengo una XL”, recuerda. “Llegué a rellenarlo hasta en cuatro ocasiones porque cuando lo reenviaba me daba error y le pregunté a mi coordinadora si lo estaba haciendo bien. Me dijo que sí, solo me preguntaron mi DNI y les dije que cualquier cosa estaba a su disposición, porque es lo que siempre digo a mi jefe y a todo el mundo”, apunta.

La empresa niega que en ningún momento dijera su talla, algo que ha indignado aún más a la joven. “Lo lógico habría sido que si la persona responsable de eso ve que no está mi talla pegue un telefonazo, un WhatsApp, para preguntármela y yo no tengo ningún problema”, explica.

La situación es totalmente insólita para la joven que ha trabajado como auxiliar de sala en el madrileño Teatro Real y nunca tuvo problemas con el uniforme.

“Cuando trabajé con ellos me dieron una talla, me estaba pequeña, me dieron otra ese mismo día y me facilitaron todo para que yo tuviera mi uniforme y me incorporara. De repente, que esta empresa me diga que no fue chocante”, señala.

La diferencia radica también en la imagen que proyectan en sus redes sociales donde, según Nevado, Best Way incluye únicamente cuerpos normativos. “Que me digan que ellos sí, trabajan con todo tipo de tallas, vale, pero ni en tu feed de Instagram hay chicas ‘no normativas’ ni a mí me disteis una opción ese día ni me disteis una 46 del mismo uniforme que mis compañeros”, señala.

“En el Real nunca viví una situación así ni con el cliente sentir rechazo con su parte ni con el jefe ni con quien me dio el uniforme. Cero. Siempre me trataron con muchísimo respeto, con muchísimo mimo”, señala. “Intentas que se siga manteniendo ese buen rollo y esa familiaridad en otra empresa, en la que iba a trabajar cinco días y de repente te topas con que no, con que te van a tratar como un problema que no viene bien y te mandan a casa. Lo siento, pero no”, añade.

La empresa se ha disculpado con ella, al viralizarse el vídeo, y también lo han hecho desde Ifema y Fitur. Sin embargo, esas disculpas fueron acompañadas por una petición para que borrase el vídeo ya que “dañaba su imagen”. Ella se negó.

“No puedo obviar un sentimiento que he tenido ante una situación y el mal trato que he tenido y cómo me han hecho sentir, y es una evidencia de que ha habido un momento desagradable y que hay cosas que siguen pasando desafortunadamente. Al final sería hacerles un favor muy gordo y no ponerles el culo al aire, por así decirlo”, explica.

“La agencia, cuando el vídeo ya era viral me ofrecía volver a trabajar facilitándome un traje negro en un puesto de información en el que se me iba a notar menos que tenía un uniforme distinto a mis compañeros. Me negué rotundamente porque además en ese momento, si ya me habían hecho un feo al principio diciéndome que me fuera a mi casa, una vez que el vídeo es viral que me vengas a ofrecer este puesto de trabajo, en el que todavía hay una diferencia entre mis compañeros y yo, pues sinceramente es que no me parecía coherente”, señala.

Para ella su vídeo no es ninguna “rabieta” o “ningún enfado” sino una incomprensión total por la inacción de la empresa. “Si me dicen: ‘Oye, dame cinco minutos y te lo soluciono u hoy no hemos encontrado un uniforme como el de tus compis, pero te damos este traje y mañana lo tienes’. Si tú me dices eso, te aplaudo. Digo: ‘Qué bueno que te estás preocupando por mí como persona y como profesional’. Pero si tu opción es mandarme a mi casa y ya cuando el vídeo es viral, pedirme perdón, destapa muchas cositas”, apunta.

Una de las personas responsables de entregarle el uniforme la llamó a título personal para disculparse aludiendo que “no se había dado cuenta que la había hecho sentir así” y que estaba en una situación de “estrés” y “responsabilidad”. “Por mucho que me pidas perdón, que yo te lo agradezco, si tú en tu día a día no eres capaz de tratar con tus empleados en una situación de responsabilidad quizás no deberías estar en ese puesto porque no sabes tratar con personas”, sentencia la joven.

“Entiendo la responsabilidad, entiendo el estrés, porque yo cuando trabajaba en el Teatro Real, los días que venían los reyes, la reina o los ministros, yo como trabajadora sabía cómo iban los protocolos y sabía que iba a haber un poco más de estrés, por lo que significa. Pero nunca me dirigí mal al cliente ni a mis compañeros ni a mi jefa, ni he tenido ningún problema, por eso me quedé tan impactada”, señala.

Pero Alba no está sola. Más allá de la agria situación vivida, su vídeo ha servido para recordar la realidad de las personas que trabajan cara al público y las duras exigencias, en muchos casos discriminatorias, que viven. “He recibido miles de mensajes de apoyo, y me enorgullece que cuenten su historia, pero me entristece muchísimo porque ahora está el ‘falso modernismo’, de querer abrazar a todo el mundo sin importar su raza, su sexo, su orientación sexual...que me parece que está muy bien como imagen, pero cuando lo pones en la práctica hay veces que no funciona”, sentencia.

Para ella, lo que hay que evitar es que se trate a una persona que se salga de la ‘normatividad’ de estos ámbitos como un problema “Hay miles de maneras de relacionarte conmigo. El problema lo tendrás tú que no tienes una 46 para mí”, concluye.

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España y mi misión es acercarte la última hora del mundo de la cultura, la música y el entretenimiento.

 

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Nací en Málaga, donde estudié Periodismo por vocación en la Universidad de Málaga, entre playlists de Spotify, discos y conciertos. Antes de incorporarme a El HuffPost en 2017, colaboré diversas revistas culturales y de entretenimiento. En 2016 trabajé en el departamento de comunicación de UPHO Festival, un festival de fotografía contemporánea urbana parte del proyecto europeo Urban Layers. Y, aunque sigo echando de menos Andalucía, me trasladé a Madrid para estudiar el Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo. En 2018, compaginé mi trabajo en El HuffPost con la coordinación de proyecto de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE celebrada en CentroCentro. Desde 2017 trabajo en El HuffPost España, donde he logrado una nominación a los premios GLAAD y ser finalista de los Premios Papageno en 2022.

 


 

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