Cadenas

Cadenas

Son muchas las cadenas que atrapan a las mujeres que sufren violencia de género.

Rocío Carrasco en la tercera entrega de la docuserie 'Rocío, contar la verdad para seguir viva'MEDIASET

Son muchas las cadenas que atrapan a las mujeres que sufren violencia de género. Sin lugar a dudas, la más gruesa y rígida es la de la normalidad y todos sus candados, como el del silencio, el de la invisibilidad, el del anonimato... También está la cadena de la credibilidad, la de los mitos y estereotipos y, por supuesto, la cadena de la propia violencia y sus eslabones afilados que aprietan y cortan al mismo tiempo.

La solución pasa por liberar a las mujeres de las cadenas, no en soltar algunas de ellas para poner otras alrededor de sus cuerpos y de sus vidas.

La docuserie sobre Rocío Carrasco está causando de momento un efecto distorsionador, por un lado, genera una mayor respuesta social frente a la violencia de género, como se ve en el aumento de llamadas al 016, y por otro, tal y como revelan las encuestas de la audiencia, refuerza el posicionamiento social androcéntrico que lleva a creer más a su exmarido que a ella.

Toda esta situación es consecuencia del propio planteamiento del programa, el cual no se centra en el análisis de la violencia que sufren las mujeres, sino en la respuesta que la protagonista da a todo lo que se conoce de su vida, matrimonio, separación, relación con su hija e hijo... y demás elementos sobre los que la prensa del corazón ha puesto el foco durante estos años atrás, y sobre los que ella ha guardado silencio hasta ahora.

Nadie esperaba el relato sobre su experiencia como víctima de violencia de género, al menos como elemento esencial de la historia, ni siquiera la propia cadena responsable del programa.

La violencia de género ha aparecido como un hallazgo inesperado para la mayoría de la audiencia

La violencia de género ha aparecido como un hallazgo inesperado para la mayoría de la audiencia, situación que ha agitado la conciencia social sobre esta violencia a través de una serie de elementos:

1) Como decíamos, se ha producido una cierta sorpresa por el hecho de que la violencia esté en la base de los acontecimientos que puntualmente se han ido conociendo de su vida a lo largo del tiempo.

2) Esta situación ha hecho que se produzca un choque con los estereotipos que presentan la violencia de género como consecuencia de circunstancias que afectan a mujeres en un contexto social y cultural muy diferente al de Rocío Carrasco.

3) El interés de la cadena no ha sido la violencia de género, sino la respuesta de Rocío Carrasco sobre todos los acontecimientos que se han ido conociendo durante estos años. Su historia podría haber sido completamente diferente y sin violencia de género, y el programa también se habría emitido levantado una gran expectación. De hecho, ahora salen testimonios de colaboradores y colaboradoras que reconocen haber conocido episodios de violencia en la relación de Rocío Carrasco, y no haber hecho ni haber comentado nada durante estos años.

4) La audiencia del programa no se debe al compromiso social con la violencia de género. Es más, la concienciación a partir de casos particulares es relativa, produce una gran respuesta inicial en lo cuantitativo, con una intensidad marcada, pero reducida fundamentalmente al plano emocional, no tanto al cognitivo, circunstancia que lleva a que su prolongación en el tiempo sea breve. Es lo que sucedió, por ejemplo, con el caso de Svetlana Orlova, asesinada en 2007 tras participar en el programa El diario de Patricia, o con el de Ana Orantes, asesinada en diciembre de 1997 en unas circunstancias que generaron un gran impacto social, pero que tuvo una duración limitada. De hecho, en 2002 el PP rechazó una proposición de ley integral contra la violencia de género y se tuvo que esperar hasta diciembre de 2004, siete años después de su asesinato, para que definitivamente fuera aprobada la ley con el nuevo Gobierno socialista.

5) El hecho de que no se conozca lo suficiente la violencia psicológica contra las mujeres no se debe al silencio mantenido por Rocío Carrasco hasta ahora, sino a la falta de atención de las administraciones, instituciones y medios de comunicación.

Si el posicionamiento contra la violencia de género depende del programa de Rocío Carrasco o de programas donde mujeres famosas cuenten su historia, no se conseguirá una conciencia crítica suficiente, pues al final la propia experiencia de estas mujeres quedará aislada de la situación social que define la realidad de una violencia que sufren cientos de miles de mujeres, y reforzará el mensaje construido por el machismo, de que la violencia de género es consecuencia de circunstancias particulares y de elementos individuales que giran alrededor del agresor, la víctima o el contexto.

Confundir el nivel de audiencia del programa con el nivel de concienciación social es un error

Confundir el nivel de audiencia del programa con el nivel de concienciación social es un error, ya hemos comentado cómo tras el caso de Ana Orantes, es decir, tras el caso de su asesino, José Parejo, tuvieron que pasar 7 años para que el Parlamento aprobara la ley integral. Y hoy, 23 años después y con una media de 60 mujeres asesinadas cada año, el porcentaje de población que considera la violencia de género entre los problemas graves es el 0’2% (Barómetro del CIS, febrero 2021).

Para concienciar sobre la violencia que sufren las mujeres como consecuencia del machismo, los testimonios de las mujeres que la sufren son importantes, pero debemos hacer algo más, entre otras cosas ser conscientes de que el silencio también forma parte del relato de las historias de la violencia de género. Ni son hechos aislados, ni la información puede darse de forma puntual e inconexa a partir de casos particulares, como ocurre ahora alrededor de los homicidios o de las experiencias personales de mujeres famosas.

Este artículo se publicó originalmente en el blog del autor.