El cambio de Illa llega para quedarse

El cambio de Illa llega para quedarse

Una mayoría de las catalanas y los catalanes quiere que se arregle el conflicto.

Salvador Illa y Miquel Iceta.EFE / Quique García

652.858 votos, 16 escaños más y primer partido de Cataluña. Probablemente, hace unos meses nadie hubiera apostado a que estos resultados correspondían al Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC-PSOE). Y en efecto, así ha sido. Este domingo se cerraban las urnas con la victoria de Salvador Illa que, a pesar del importante retroceso en la participación, recibía el apoyo de 46.000 catalanes y catalanas más que en las anteriores elecciones autonómicas. En contraposición, la segunda fuerza, ERC, perdía más de 300.000 votos, mientras los terceros, Junts per Catalunya, se dejaban casi 400.000 votos.

Si alguna conclusión debe extraerse, es que el cambio, se tarde más o se tarde menos, ha llegado a Cataluña y ya es imparable. Una mayoría de las catalanas y los catalanes quiere que se arregle el conflicto, que volvamos a hablar entre quienes pensamos distinto, que volvamos a reencontrarnos. Son demasiados los años que hemos perdido en batallas de banderas que no llenan ninguna nevera ni pagan ningún alquiler. Mucha gente está muy cansada y es hora de pasar página.

El cambio, se tarde más o se tarde menos, ha llegado a Cataluña y ya es imparable

Cumpliendo con su palabra, Salvador Illa presentará su candidatura a la presidencia de la Generalitat y así lo ha anunciado en su ronda telefónica con todos los partidos, exceptuando la extrema derecha. A diferencia del papel ausente que jugó Ciudadanos, que ha pasado de 36 a 6 escaños, el PSC sí está dispuesto a ejercer su liderazgo como primer partido de Cataluña y defender su alternativa a la década de decadencia que han protagonizado los gobiernos independentistas.

Necesitamos un Gobierno fuerte y decidido a afrontar las consecuencias sanitarias, económicas y sociales que nos está dejando el coronavirus. Lo que es seguro que no necesitamos es otro Gobierno independentista que sería aún más débil que el anterior. ERC debe decidir si quiere pactar con un Junts per Catalunya en cuyas listas electorales figuran trumpistas, xenófobos y racistas, alguno de los cuales tuvo que renunciar antes de las elecciones. Los de Pere Aragonès deben decidir también si quieren un Gobierno débil con Junts a las órdenes de lo que vaya dictando una CUP que ha duplicado escaños a pesar de perder miles de votos.

ERC debe decidir si quiere un Gobierno débil con Junts a las órdenes de lo que dicte la CUP

Un análisis aparte merecen los resultados obtenidos por las derechas de Vox, PP y Ciudadanos. La ultraderecha ha entrado con fuerza en el Parlament, mientras Cs se ha hundido pasando de primera a séptima fuerza y el PP ha obtenido 3 de 135 escaños.

Cada vez que se abren las urnas, las candidaturas de Pablo Casado e Inés Arrimadas sufren un varapalo mientras la ultraderecha, con la que coquetean y gobiernan en muchas administraciones, les va comiendo el terreno. Quienes se consideren de derechas y demócratas bien harían en reflexionar acerca de su peligrosa legitimación de los ultras como si se tratara de un partido más en lugar de considerarlos como lo que son: un peligro cuyo argumentario hay que desmontar y cuyos grupos parlamentarios se deben aislar por parte de los demócratas.

Sea como sea, en Cataluña empieza un tiempo nuevo en el que las tesis de Pedro Sánchez y Salvador Illa se han abierto camino: diálogo, entendimiento y avanzar sin dejar a nadie atrás. Aunque a los que viven del lío les moleste reconocerlo, pertenezcan al extremo al que pertenezcan, el momento de las soluciones ha llegado a Cataluña para quedarse.

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Arnau Ramírez (Sant Feliu de Codines, 1989) es diputado por Barcelona y portavoz de Cambio Climático del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso. Anteriormente fue primer secretari de la Joventut Socialista de Catalunya (JSC). Es graduado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).