La estrategia de la crispación

La estrategia de la crispación

La crispación es una estrategia orquestada, que parte de la incapacidad genética del PP en asumir su función de partido en la oposición.

El expresidente del Gobierno, José María Aznar, y el presidente del PP, Pablo Casado, en el acto celebrado en el Ayuntamiento de Madrid por San Isidro.Europa Press News via Getty Images

La crispación es una estrategia orquestada, y que toca con disciplina férrea la derecha política y mediática, desde que fuese investido el presidente Pedro Sánchez, dando paso al primer gobierno de coalición de izquierdas desde el regreso de la democracia. La pandemia la ha exaltado, pero la estrategia ya existía previamente. Parte de la incapacidad genética del PP en asumir su función de partido en la oposición.

Se desarrolla a través de reproches y mentiras que siempre van acompañadas de hipérboles e incoherencia con sus actos pasados cuando fueron gobierno, incluso llegando a contradecirse con lo que habían dicho en días u horas. En el fondo su estrategia es simple: avivar el conflicto para mantener la tensión e instaurar un clima político y social irrespirable.

Su estrategia es simple: avivar el conflicto para mantener la tensión e instaurar un clima político y social irrespirable

Contribuyen los medios de comunicación buscando en cada noticia los aspectos que supongan fricción o disputa, cierto es que ni son todos ni siempre es así, como tan evidente que siempre acaban señalando a todos los políticos, sin distinción alguna, como los males que causan esta crispación. En contadas ocasiones hemos comprobado asunción de responsabilidades por su parte.

Tratan de obtener una clasificación uniforme de todos los actores políticos. Buscan que la ciudadanía sin gran adscripción ideológica acabe etiquetando por igual a todos sin valorar la actitud concreta de cada uno de ellos y ellas. Permítanme la expresión: su objetivo es equiparar al agresor con el agredido.

Las encuestas sociológicas han sostenido durante largo tiempo una permisividad mayor del electorado conservador a esta calculada contaminación de la política. De hecho, si hoy existe disgregación en las filas conservadoras se debe en gran parte por la débil respuesta que aplicó el Gobierno de Mariano Rajoy, a ojos de su electorado, en distintos asuntos claves y en muy escasa medida a la corrupción sistémica del PP.

Quienes tiempo atrás fabricaron el concepto de “todos son iguales” sabían que ampliaban sus opciones electorales de victoria al conseguir un triple objetivo: solidificar su electorado, encontrar la desafección en los más dubitativos con la política y crear desanimo en la izquierda.

La desafección busca el cuestionamiento del sistema político y de sus instituciones

La desafección busca el cuestionamiento del sistema político, de sus instituciones, de aquellos que las componen y de sus respuestas ante circunstancias económicas y sociales excepcionales. Distintos estudios sociológicos han señalado que en esos periodos de desafección crece el interés por la política, en aquellos que siempre estuvieron interesados, pero decae significativamente en los que se encuentran más distanciados del día a día de ella.

Los estrategas conservadores encuentran tierra fértil cuando se recuperan conceptos como “todos son iguales” y “hay desafección política” por los analistas mediáticos. Mientras los agitadores conservadores campan a sus anchas en este lodazal, dando rienda suelta a las palabras más soeces que proporcionan el insulto diario al gobierno. Tenemos, por otro lado, a quienes desde el sano e imprescindible acto de ponderar la realidad a través de sus opiniones y columnas quedan atrapados en la búsqueda de la ecuanimidad dejándose finalmente un rastro de equidistancia difícil de comprender.

El PP recuperó el Gobierno de España en 1996 y 2011 aprovechando situaciones económicas y sociales muy duras e instauró un clima político irrespirable. En 2021, imitan a sus mayores trayendo a la vida pública un exasperante ejercicio de agresividad verbal continuo, el cual se ven obligados a redoblar por la presión que sufren de su escisión extremista en Vox.

De la labor del Gobierno está, en gran parte, poder vencer esta estrategia. Para ello también necesita del compromiso ético y político de la izquierda en evidenciar ante todos los españoles las causas, consecuencias y réditos que pretende obtener tanto la derecha extrema como la extrema derecha.