Historias que merecen ser contadas: Bwana Ramón, el único español del valle del Luangwa

Historias que merecen ser contadas: Bwana Ramón, el único español del valle del Luangwa

Ramón Díaz-Bustamante con el Rey Chifunda

En las anteriores entregas de historias que merecen ser contadas, hablábamos con Amuda o Víctor, quienes habían dado un giro radical a su vida para emprender un proyecto turístico en España. Pero hoy contamos la historia de "Bwana Ramón", un español que conocí hace 5 o 6 años, y que decidió desarrollar sus proyectos nada más y nada menos que en Zambia, concretamente en el Valle del Luangwa.

Es un tipo tranquilo, algo tímido, de esos grandes conversadores que le dan tres vueltas a la manecilla del reloj sin que hayas pestañeado, y siempre deja esa necesidad de saber más en sus contertulios. Pero empecemos por el principio.

Ramón Díaz-Bustamante, cántabro nacido en Torrelavega hace 50 años – más o menos - al abrigo de una familia razonablemente acomodada, empezó a estudiar Ingeniería de Minas – que no terminó- mientras trabajaba en la empresa familiar de materiales de construcción como jefe de Ventas y de Compras. Todo parecía marchar con viento a favor, pero como en anteriores ejemplos, no terminaba de sentirse realizado. Quería algo más. Más aventuras.

Desde pequeño tuvo la oportunidad de viajar y conocer mundo con sus padres, y hermanos, que pese a trabajar duro siempre encontraba un hueco en la agenda para hacer un gran viaje a algún destino exótico, una gran aventura, hasta que con 19 años le tocó proponer a él un destino: África.

¿Por qué África?, le pregunto.

"Muy de niño me sentí fascinado por la fauna, recuerdo que con diez años no me perdía los programas de Félix Rodríguez de la Fuente, y en concreto sus relatos radiofónicos cargados de pasión y dramatismo sobre África, recuerdo que con 12 años escribí mi primera guía de campo inspirada en aquellas guías inglesas tan bonitamente ilustradas sobre pájaros y mamíferos. Hoy en día esas guías las guardo como tesoros ya que me las ilustro mi madre, que nos dejó a los pocos años tras pasar una terrible enfermedad."

Ese viaje marcaría un punto de inflexión en su vida, pues le permitió enamorarse -más aún si cabe- de un continente en el que vio muchísimo potencial, pero que sólo era explotado hasta el momento empresas anglosajonas. Abandonó la ingeniería y la empresa familiar, y con tan sólo 25 años y un préstamo bancario avalado por su tío, montó un Touroperador (mayorista de viajes organizados) español en África. Un desastre, según reconoce, pero dejarían un poso de conocimiento al que recurrir en el futuro.

Ramón ha dedicado su vida prácticamente a África, a ayudar a otros a conocerla, admirarla y respetarla, y a su preservación y protección a través de la fundación Wildlife

Poco a poco fue recuperándose de esa primera experiencia frustrada, y decidido a seguir apostando por África; comenzó a plantearse la idea de abrir sus propios campamentos en algún país del continente, no sólo hacer safaris. Pero el dónde era quizá lo más complejo. Tras haberse pateado todos los países del continente, finalmente se decidió por el "Valle del Luangwa, el lugar que muchos califican como el más salvaje del Planeta".

Pero si ya es difícil abrir un establecimiento en España... ¿cómo se hace en Zambia?, pregunto.

"Me presenté en el Alto Comisionado de Zambia en Londres con un proyecto debajo del brazo, me dieron cita con el ministro de Turismo y me presenté en Lusaka (la capital) con mis ideas... Y así comenzó la gran aventura de mi vida, la construcción de varios campamentos en el lugar más salvaje del planeta, un nido de civilización en mitad del África más auténtica, donde no había ni luz, ni agua potable, ni suministros, ni carreteras, ni logística... ¡ni bares!". Una aventura que suele compartir en Facebook cuando está por allí, seis meses al año, y en su libro Diarios de África, que se puede encontrar en las principales librerías online.

Desde entonces, Ramón ha dedicado su vida prácticamente a África, a ayudar a otros a conocerla, admirarla y respetarla, y a aportar su granito de arena en su preservación y protección a través de la fundación Wildlife de la que es fundador y de varias sociedades de conservación de la naturaleza en África de las que es miembro vitalicio.

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