Liderazgo moral: lo que tiene que demostrar Obama en el debate, y muy en serio

Liderazgo moral: lo que tiene que demostrar Obama en el debate, y muy en serio

Lo más importante en los debates televisados no son los detalles estratégicos ni las cifras. Como demostró Ronald Reagan, el objetivo de los debates es elegir a un líder moral. Y para eso tenemos que contemplar una representación. Reagan no discutió sobre detalles estratégicos ni sobre cifras.

Según Nate Silver, experto en encuestas de The New York Times, "las encuestas instantáneas hechas tras el debate sugieren entre un empate y una modesta victoria para el vicepresidente Joseph R. Biden Jr".

Biden aguantó el tipo y quizá incluso más. Y era importante. Pero el presidente Obama tiene que ir mucho más allá. Tiene que dejar de ser el empollón político para volver a ser el líder moral. He aquí cómo lo explica Jennifer Granholm en el vídeo de su programa en Current TV. En general, los ciudadanos, en especial los votantes indecisos, no siguen al detalle la política ni los números. Lo peor que puede hacer el presidente es limitarse a comparar datos concretos. Solo contribuirá a situar a Romney en condición de igualdad, capaz de responder con unas mentiras que sonarán igual de bien, si no mejor, a oídos de esos indecisos.

Lo más importante en los debates televisados no son los detalles estratégicos ni las cifras. Como demostró Ronald Reagan, el objetivo de los debates es elegir a un líder moral. Y para eso tenemos que contemplar una representación.

Reagan no discutió sobre detalles estratégicos ni sobre cifras. Lo que hizo fue:

  • Proclamar sus valores
  • Proyectar una empatía que le sirvió para conectar con los telespectadores.
  • Comunicar con claridad.
  • Parecer auténtico, dar la impresión de que creía lo que decía.
  • Ser positivo y optimista.

Estas son las normas básicas de esas representaciones que llamamos debates presidenciales. El contenido que acompaña a la actuación es demostrar que el candidato va a ser un líder moral. Las discusiones estratégicas y los datos pueden rellenar huecos, pero esas son las reglas fundamentales.

Romney se preparó al estilo Reagan, para proyectar la imagen que se necesitaba en esta representación. El presidente, no. Obama necesita seguir las normas básicas, sobre todo porque ES auténtico, TIENE los valores apropiados y POSEE empatía.

Además, esos valores morales son realmente lo que se juega en estas elecciones. El presidente considera que la democracia se basa en unos ciudadanos que cuidan unos de otros y utilizan el Gobierno como instrumento de ese cuidado, un instrumento que nos protege y nos refuerza a todos, en igualdad de condiciones, mediante los servicios públicos. Estados Unidos empezó con la construcción de carreteras, puentes, escuelas públicas, un banco nacional, una oficina de patentes, un registro público, etcétera. Hoy el ciudadano está dotado de muchos más servicios: aire limpio, agua potable, medicinas y alimentos seguros, alcantarillado, policía, control de enfermedades, una reserva federal, investigación científica básica, préstamos para poder ir a la universidad. Ahora necesitamos y tenemos más cosas que también nos proporcionan. Piensen en un teléfono móvil. No podría existir sin lo que los ciudadanos han proporcionado a través del Gobierno: investigaciones en informática, internet, el sistema de satélites, el sistema GPS.

Cuando uno tiene todas estas cosas, tiene ciertas libertades fundamentales: puede vivir bien y tal vez poner en marcha una empresa, o trabajar como empleado en una, gracias a lo que todos los ciudadanos nos han dado. Estoy hablando de libertad, de la libertad material real que nos han proporcionado otros ciudadanos. Solo se puede construir a partir de lo que otros estadounidenses han construido para nosotros.

Cuando el presidente metió la pata con su "Usted no ha construido eso", se dejó intimidar y no siguió hablando sobre la verdad que acababa de decir. Pero esa es la auténtica verdad de su campaña. Los ciudadanos han construido todos los mecanismos para que todos tengamos acceso a ellos. Si una persona se ha esforzado en crear una empresa, ha tenido que usar todo eso para empezar. El presidente debe volver a esa profunda verdad y esta vez decirla bien. Vosotros, nuestros ciudadanos, habéis levantado todo esto no solo para vosotros sino para todos los norteamericanos. Eso es lo que hace que Estados Unidos sea Estados Unidos.

Vosotros, los ciudadanos, utilizáis el Gobierno de todos para convertir este país en lo que es.

Veamos el ejemplo del estudio sobre el 96% de Mettler y Sides, en Cornell University. Muestra que el 96% de los estadounidenses emplean la ayuda que les ofrecen sus conciudadanos a través del Gobierno, y en su mayoría ni siquiera son conscientes de la intervención del Gobierno ni de que sus conciudadanos les están ayudando. Una deducción detallada en la declaración de impuestos de una persona significa que otros ciudadanos están pagando más para compensar el volumen de la deducción; le están ayudando. Casi todos los propietarios de viviendas se acogen a una deducción por sus hipotecas. Sus conciudadanos les están ayudando con su casa. Si alguien se deduce la cuenta de ahorro para la universidad de sus hijos, sus conciudadanos están ayudando a sus hijos. Si está en paro y vive del subsidio de desempleo, si se ha retirado del ejército y vive de las prestaciones para los veteranos, otros ciudadanos le están ayudando. Le están ayudando, y él a ellos. El Gobierno es el intermediario, el que nos ayuda a ayudar o a ser ayudados. La mayor parte del tiempo, la gente, en general, no se entera de que le ayudan el Gobierno y otros ciudadanos. Pero el 96% de la población acepta con gusto esa ayuda, y se la merece. ¿Quiénes forman el 4% restante? Sobre todo, los que todavía son demasiado jóvenes para necesitar la ayuda; pero pronto la necesitarán. Casi todos la necesitan.

Los conservadores radicales -no los moderados- tienen una idea distinta de democracia: la definen como un sistema que nos da la libertad de perseguir nuestros propios intereses sin tener ninguna responsabilidad por los intereses ni el bienestar de otros, y sin que los demás nos ayuden. Consideran ilegítimas todas las cosas que los ciudadanos hacen por todos los ciudadanos del país. Y si ganan Romney y Ryan, toda esa cadena quedaría eliminada.

La diferencia moral es evidente: ¿Tenemos una responsabilidad personal y social, o solo personal? ¿Estamos en este lío juntos, o cada uno por su cuenta? Los conservadores dicen que estamos como deberíamos estar, por nuestra cuenta. ¿Somos Estados Unidos o Estados Separados, o millones de individuos aislados que no se preocupan por nadie más?

La respuesta a estas preguntas repercute en todos los temas. Si Romney y Ryan ganan, nuestra nación nunca volverá a ser la misma. Hay que dejar claro, en todas las discusiones sobre cualquier asunto, que este es el valor moral que sirve de base a esas cuestiones: ¿cuál es nuestro carácter moral nacional? Cuando Romney miró a Jim Lehrer y dijo, sonriente, que le caía simpático y le gustaba Big Bird, pero que los despediría a los dos, reveló una profunda mezquindad de espíritu que es todo lo contrario de nuestro carácter nacional.

El destino del país, y en muchos sentidos del mundo, depende de estas elecciones.

Señor presidente, esta es una importante representación que significa algo: es mucho más que un debate sobre política en el que la mayor parte de la gente no entiende o no recuerda los detalles. Necesitamos que muestre a Estados Unidos lo que es el genuino liderazgo moral.

George Lakoff es catedrático distinguido en la cátedra Goldman de Ciencia Cognitiva y Lingüística en la Universidad de California, Berkeley.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia