Alemania se mueve hacia un rearme masivo: el gasto de la OTAN dará un vuelco
Berlín se lanza a liderar la carrera armamentística en Europa, con un plan para cuadruplicar su inversión militar y cumplir las exigencias de Trump y la nueva OTAN.

“Un punto porcentual más en gasto de defensa le costaría a Alemania unos 45.000 millones de euros adicionales”. La cifra, publicada por el diario Frankfurter Rundschau a partir de estimaciones del líder de la CDU, Friedrich Merz, no deja lugar a dudas: el nuevo Gobierno alemán va con todo. Su objetivo, anunciado a bombo y platillo en la primera declaración del canciller, es convertir a la Bundeswehr (las Fuerzas Armadas alemanas) en “el ejército más fuerte de Europa”. Para lograrlo, Berlín planea disparar su presupuesto militar hasta el 5% del PIB, más del doble del nivel actual y muy por encima del mínimo exigido por la OTAN. La factura rondaría los 225.000 millones de euros anuales. Calderilla, si se trata de mandar el mensaje de que Alemania no solo ha vuelto, sino que lidera.
Fiel a su estilo, el Ejecutivo conservador no da puntada sin hilo. El ministro de Exteriores, Johann Wadephul, detalló este jueves la maniobra: no todo el dinero iría a tanques y cazas. Berlín propone que el 3,5% del PIB se destine a defensa convencional y que el 1,5% restante cubra infraestructuras con uso militar: carreteras, puertos o redes digitales. Esa fórmula mixta ya ha sido bendecida por el nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y permite a Alemania colocarse en la pole sin desatar una tormenta fiscal interna.
La jugada también funciona como presión. Polonia y las repúblicas bálticas ya superan el umbral del 2% del PIB en defensa, pero otros países como España, Italia o Bélgica siguen muy por debajo. Para ellos, la opción de computar infraestructuras estratégicas como parte del gasto militar abre una vía de escape. No es lo mismo anunciar recortes para comprar misiles que invertir en puertos o trenes de doble uso. La clave estará en cómo se mida y quién lo controle. Porque si algo está claro es que Trump no quiere excusas.
La OTAN sube la apuesta
Este paso al frente no llega de la nada. La guerra en Ucrania, la creciente inestabilidad en el flanco oriental y la sombra de un Trump más exigente han empujado a Alemania a hacer lo que durante décadas evitó: tomarse en serio su poder militar. El viejo tabú de gastar en defensa ha quedado atrás. Ahora, el rearme europeo lleva sello alemán. Y el nuevo canciller quiere dejar claro que no piensa pedir permiso.
La decisión ha generado una onda expansiva en Bruselas. Muchos países de la OTAN llevan años incumpliendo el objetivo del 2 %. Pero con Alemania empujando hacia el 5 %, la presión se multiplica. El modelo mixto propuesto por Berlín podría convertirse en la fórmula de consenso, sobre todo para Estados miembros que no pueden, o no quieren, duplicar su inversión militar clásica.
Donald Trump ha vuelto al tablero internacional con sus exigencias habituales, aunque esta vez más altas. De cara a la cumbre de la OTAN en junio, en La Haya, el expresidente de Estados Unidos pide que todos los aliados dediquen el 5 % del PIB a gasto militar. Un salto que pondría contra las cuerdas a buena parte de la Alianza. Y lo hace con su estilo característico: si no hay avances claros, podría ausentarse del encuentro. Una amenaza que inquieta, y mucho, en Bruselas, donde todos saben que el paraguas nuclear estadounidense sigue siendo el pilar de la disuasión.
Ante ese ultimátum, la OTAN ya ha fijado un horizonte: el año 2032. Así lo deslizó el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, en una reunión en Bruselas. Nadie espera que la transformación sea inmediata, ni siquiera en Washington. Pero la dirección ya está marcada. Quien no se suba al carro, se queda atrás. Y Alemania, por primera vez en décadas, ha decidido pisar el acelerador.