Las autoridades españolas buscan los secretos del superyate inmovilizado en Barcelona con conexión a las élites rusas
La embarcación de lujo cuenta con 85 metros de eslora y está valorada en 121 millones de euros.

El superyate Valerie fue la primera embarcación de lujo que España retuvo cuando la Unión Europea, en marzo de 2022, decidió aprobar su primer paquete de sanciones contra Rusia por haber invadido militarmente territorio ucraniano.
La titularidad del yate no estaba vinculada a una persona física, pero se decidió inmovilizar el barco (situado en Barcelona) debido a que se sospechaba que pertenecía a una empresa que simplemente trataba de ocultar que el dueño era un oligarca ruso.
La embarcación de lujo Valerie, abanderada en San Vicente y Las Granadinas, cuenta con 85 metros de eslora y se encuentra valorada en nada más y nada menos que 121 millones de euros.
En concreto, las autoridades españolas retuvieron el yate debido a su conexión con Sergei Chemezov, una persona que dirige desde el año 2007 Rostec, una corporación estatal rusa que actúa como un conglomerado de defensa y alta tecnología.
Chemezov forma parte de las élites rusas y cuenta con la total confianza del presidente ruso, Vladímir Putin. De otra forma, sería impensable que pudiera mantenerse en un puesto de responsabilidad tan importante desde el punto de vista estratégico durante 18 años.
Pese a que en ningún lugar ha quedado documentalmente reflejado que Chemezov es el propietario del superyate, la dueña formal de la embarcación era su hijastra, Anastasia Ignatova.
Una investigación del medio de comunicación ucraniano The Kyiv Independent ha revelado que al poco tiempo de que el yate Valerie fuera inmovilizado en Barcelona, unos abogados que representaban a una empresa offshore acudieron a la justicia española para intentar recuperar la embarcación.
Finalmente, ese movimiento ha confirmado que Sergei Chemezov tiene tanto ese superyate como posiblemente otros bienes en el extranjero a nombre de sociedades pantalla para ocultar su verdadera propiedad, una práctica común entre los oligarcas rusos para protegerse de las sanciones internacionales.
