Kyrylo Budanov, jefe de espionaje de Ucrania, sobre espiar al Kremlin: "Sí, podemos. Para eso nos pagan"
Uno de los altos mandos ucranianos reconoce ciertos mecanismos de espionaje sobre Rusia. Reconocerlo abiertamente puede tener consecuencias importantes para los intereses de su país.

Aunque para muchos es un completo desconocido, la figura de Kyrylo Budanov es clave para comprender el funcionamiento de la inteligencia ucraniana en el conflicto con Moscú. Se trata del jefe de la Dirección Principal de Inteligencia del Ministerio de Defensa ucraniano.
Hace tan solo unos días Budanov salió a declarar frente a los medios, lo hizo con franqueza y una frase que no deja margen a la ambigüedad: “Yes, we can. That’s what we get paid for” que traducido, significa “Sí, podemos. Para eso nos pagan”. Con esto, confirmó lo que hasta ahora eran solo rumores y especulaciones: que la inteligencia militar ucraniana -HUR- posee la capacidad de interceptar comunicaciones entre altos miembros del poder del Kremlin, incluyendo funcionarios de máximo rango.
La declaración ha saltado a los principales medios internacionales y encendió las alarmas en Moscú, pues llega en un momento de máxima tensión, con la guerra aún viva y las negociaciones de paz estancadas. Pero, ¿qué significa realmente esta admisión? ¿Qué consecuencias tiene para ambas partes?
Qué implica esto
- Capacidad reconocida públicamente: HUR admite tener medios técnicos y humanos para escuchar conversaciones de élites del Kremlin.
- Mensaje directo e intencional: la frase de Budanov funciona como advertencia consciente: demuestra que Ucrania no depende solo de la fuerza militar, sino que también actúa con inteligencia.
- Contexto de filtraciones recientes: su declaración sigue a informaciones de medios occidentales sobre supuestas grabaciones de llamadas internas rusas filtradas.
- Espionaje ofensivo, no defensivo: no se trata solo de vigilar para protegerse, sino de penetrar activamente las líneas internas del Kremlin.
- Nuevo frente de la guerra: añade una dimensión informativa y psicológica al conflicto, donde la comunicación y la filtración pueden tener tanto impacto como una ofensiva militar.
Qué significa para Rusia y para Ucrania
Para Kiev, la admisión pública funciona como una demostración de músculo: no solo combaten con armas, sino también con inteligencia, información y tecnología. Si realmente pueden interceptar conversaciones de altos mandos rusos, podrían anticipar órdenes, cambios estratégicos o movimientos diplomáticos de Moscú. Eso les da una ventaja táctica clave.
Además, el anuncio busca socavar la moral de las élites rusas: sembrar la desconfianza, obligarles a reforzar sus comunicaciones, a aumentar las precauciones internas -lo que complica sus operaciones-.
Para Rusia, sin embargo, supone una vulnerabilidad reputacional y de seguridad. Si se confirma que sus comunicaciones ya no son seguras, tendrán que reforzar protocolos, cambiar canales, movilizar recursos. En plena guerra, esos ajustes pueden significar distracciones o fugas de eficacia.
Por otro lado, al hacer esta confesión pública, Ucrania también abre la puerta a consecuencias diplomáticas e incluso represalias -tanto en el frente informativo como en el militar-. Revelar capacidades sensibles suele intensificar las tensiones y provocar respuestas desproporcionadas.
Por qué Budanov lo ha dicho ahora
El contexto lo explica en parte. En los últimos días algunos medios occidentales han publicado grabaciones atribuidas a funcionarios del Kremlin, como un intercambio entre el asesor ruso Yuri Ushakov y el enviado Kirill Dmitriev. Esa difusión colocó a Ucrania en el centro de las especulaciones: muchos apuntaron a que HUR podría estar detrás.
Consciente de la atención mediática y buscando fortalecer su posición, Budanov adoptó una estrategia de comunicación clara: reconocer la capacidad de espionaje sin confirmar directamente que ese material haya salido de sus servidores. Esa ambigüedad estratégica (ni afirmarlo ni negarlo) sirve para sembrar incertidumbre en Moscú, sin comprometer operativos o fuentes.
Además, la confesión cumple una función interna: enviar un mensaje a la población ucraniana y a los aliados internacionales. Ucrania sigue activa, con recursos propios, con alcance e inteligencia propia, más allá del apoyo militar externo.
Sin embargo, y aunque parece una jugada calculada, tiene sus peligros. Al admitir tan abiertamente la capacidad de interceptación, Ucrania podría perder su ventaja operativa: los rusos podrían reforzar sus comunicaciones, cambiar claves, migrar a canales seguros, lo que haría mucho más difícil el espionaje.
También existe el riesgo de escalada: Moscú podría tomarse estas palabras como una provocación, y reaccionar con nuevas ofensivas, ciberataques, operaciones encubiertas o campañas de desinformación. En un conflicto ya cargado, cualquier chispa puede encender una tormenta.
Y desde el punto de vista ético y diplomático, confesar espionaje activo dificulta los esfuerzos de negociación: Rusia probablemente usará esto como argumento para endurecer su postura, acusando a Ucrania de métodos “ilegales” o “inmorales”.
