Las navidades políticas de Trump: Epstein, desplantes y llamadas incómodas
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Las navidades políticas de Trump: Epstein, desplantes y llamadas incómodas

Insultos en redes, advertencias por los archivos que lo vinculan al pederasta, bromas con niños y una postal solemne: así ha pasado el presidente estadounidense las fiestas, sin bajar el tono ni un solo día.

Donald Trump y Melania Trump, sentados frente al árbol de Navidad en la mansión de Mar-a-Lago, Florida.Jessica Koscielniak

La Navidad de Donald Trump no ha sido ni un paréntesis ni esa tregua que la política suele concederse a final de año. Todo lo contrario. En realidad ha sido una prolongación de su manera de gobernar: confrontación permanente, mensajes calculados al milímetro y una obsesión constante por controlar el relato. Mientras la política estadounidense bajaba el volumen casi al completo por las fiestas, el inquilino de la Casa Blanca ha sacado partido a cada acto navideño (desde las felicitaciones oficiales hasta las llamadas telefónicas con niños) para ajustar cuentas, insultar a sus rivales políticos y conseguir que un asunto que  vuelve a incomodarle, la publicación de los documentos que lo vinculan a Jeffrey Epstein, deje de ocupar portadas y minutos en los informativos. 

El último episodio de calculada ira de Donald Trump se producía, precisamente, con este tema. En ,a última “felicitación de Navidad” que ha publicado en Truth Social, la red social donde da rienda suelta a su verborrea y que creó tras su expulsión de X, cuando todavía se llamaba Twitter. Ahí, el republicano ha ampliado los buenos deseos que había enviado en una felicitación navideña previa a toda "la escoria de la izquierda radical" a "los muchos sinvergüenzas que adoraban a Jeffrey Epstein”, a los que acusa de haberlo abandonado "como a un perro" cuando el caso del pederasta que se suicidó en su celda se volvió algo tóxico, además de intentar cargarle, ahora, con responsabilidades ajenas. En un mensaje largo y deliberadamente incendiario, el presidente sostiene que esas mismas personas “le daban montones de dinero, iban a su isla y asistían a sus fiestas", además de asegurar que él fue “el único que abandonó a Epstein, y mucho antes de que se pusiera de moda”.

El ataque de Donald Trump, no podría ser de otra forma, incluye una amenaza política con un claro destinatario: el Partido Demócrata. Según el presidente estadounidense, cuando se publiquen todos los nombres que aparecen en los archivos del caso Epstein, llegará el momento de "dar muchas explicaciones". Porque para el mandatario republicano, que ha vuelto a agitar el bulo de la "cacería de brujas de la izquierda radical" y ha recuperado las acusaciones sobre la interferencia rusa en las presidenciales de 2016 -"una estafa total”-, una vez "se revele quiénes son" los nombres que aparecen en los documentos, "se verá que todos son demócratas", ha escrito en su red social.

Este tono pasivo agresivo del mensaje de Donald Trump no ha sido casual. Un día antes, el Departamento de Justicia de Estados Unidos había anunciado el hallazgo de más de un millón de nuevos documentos relacionados con el caso Epstein, algo que  retrasará varias semanas la publicación de las pruebas archivadas, ante su volumen y la necesidad de que se protejan a las víctimas. Los archivos que ya se han difundido, muestran que el nombre del presidente estadounidense aparece más veces de lo que se imaginaba, algo que tanto él como su entorno han tratado de minimizar (otra vez) calificando el material de "falso".

Este último brote de ira ha sido el clímax, no el inicio. Días antes, Trump había empezado a tensar la Navidad con una primera felicitación que tenía muy poco de conciliadora. Una declaración de intenciones (no concederles una tregua ni siquiera en Navidad) en los que  ha cargado contra “la escoria de la izquierda radical”, a la que acusa de intentar “destruir el país” mientras, de acuerdo con su relato, fracasaba una y otra vez. 

En ese mismo texto, el presidente aprovechó para reivindicar su regreso a la Casa Blanca y presentar estas fiestas como una suerte de balance político anticipado. Defendió que a Estados Unidos vuelve a ser un país “respetado”; sacó pecho de su política migratoria y volvió a citar algunos de los ejes ideológicos más reconocibles de su segundo mandato: el cierre de fronteras, el rechazo a las políticas trans puestas en marcha por Joe Biden, la exaltación del orden y la seguridad o una lectura triunfalista de los efectos que han tenido sus políticas arancelarias en el crecimiento económico que, según Trump, confirman que el país “funciona de nuevo”, incluso cuando el calendario invita a otra cosa.

Una Navidad de postal (y otra muy distinta)

Ni siquiera los rituales infantiles de la Navidad estadounidense han podido escapar a esta lógica de confrontación y de campaña electoral continua. Así, en la tradicional llamada de Nochebuena del NORAD, el mando militar conjunto de EEUU y Canadá encargado de la defensa aeroespacial del continente, que cada año organiza un centro de llamadas para que los niños puedan seguir el recorrido de Papá Noel, esta vez desde la mansión de Mar-a-Lago y, junto a Melania Trump, el republicano volvía a introducir su marco político. 

Durante las conversaciones telefónicas que tuvo Trump con varios niños, el presidente le llegó a explicar a uno de ellos que Estados Unidos “vigila a Santa en todo el mundo” para asegurarse de que “no sea un Santa malo infiltrado” el que entre en el país, trasladando al terreno infantil la retórica que utiliza de forma recurrente cuando habla de migración y de seguridad. A otros menores también les hizo bromas con trasfondo electoral, con elogios a los estados en los que el Partido Republicano ganó las elecciones, con comentarios que sonaban más a un mitin político que a un cuento de Navidad.

Mientras tanto, la felicitación oficial de la Navidad que ha difundido la Casa Blanca ofrecía un calculado y aséptico contraste ante un agitado contexto político. La postal, en la que  Donald Trump y Melania Trump posan muy serios, vestidos de negro, rodeados de luces blancas y guirnaldas verdes, en una escena cuidadosamente fría y contenida. Tanto, que hasta el mensaje que acompaña a la fotografía era mínimo y aséptico: “Feliz Navidad de parte del presidente Donald J. Trump y de la primera dama Melania Trump", se puede ver en una calculada felicitación impersonal.

Ese contraste resume bien cómo son estas fiestas para Trump. Institucional y contenido cuando lo exige la imagen, mientras que en el fondo es agresivo y permanentemente a la defensiva. La Navidad no ha moderado al magnate republicano. Al contrario, le ha dado la oportunidad de crear nuevos escenarios en los que ha dejado claro que no piensa bajar el volumen, ni siquiera cuando el calendario invita a hacerlo.

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