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¿Qué más puede hacer Irán para responder a los ataques a su programa nuclear?

¿Qué más puede hacer Irán para responder a los ataques a su programa nuclear?

Trump ha lanzado su piedra y ahora toca ver qué hará Jamenei. Los ayatolás amenazan con "daños irreparables" y, de momento, esta tarde ya han golpeado en la gran base de EEUU en Qatar. Puede haber también atentados y hasta ciberguerra.

Una estudiante ondea la bandera de su país sobre los escombros de un edificio destruido mientras participa en una obra conceptual antibélica en el centro de Teherán, el 21 de junio de 2025.Morteza Nikoubazl / NurPhoto via Getty Images

En la noche del sábado al domingo, Estados Unidos lanzó su propio ataque contra infraestructuras nucleares de Irán. Pasó de apoyar verbal, diplomática y armamentísticamente a Israel en su intento de acabar con el programa atómico de los ayatolás a meter las manos en harina él mismo. Esta es ya una guerra de tres. Y Teherán ha dicho que donde las dan, las toman, así que ha prometido que va a responder. Esa es ahora la mayor incógnita de esta crisis. De momento, tenemos una primera réplica: el ataque de esta tarde a la gran base norteamericana en Qatar. Sin daños personales, sin daños materiales, pero dejando claro el mensaje: la inacción no se contempla y pueden llegar más ataques. 

Aún no se sabe cuál será "el momento, la naturaleza y la magnitud" de la respuesta total a un ataque tan sorprendente como profundo, el de EEUU. Lo de hoy es apenas una pista, un tanteo. Sus líderes amenazan con "daños irreparables", "consecuencias duraderas" y el uso de "todas sus capacidades". "Señor Trump, el apostador. Tú empezaste esta guerra, pero la acabaremos nosotros", ha dicho el Ejército. Hasta esta mañana, el régimen de los ayatolás se había limitado a disparar varios misiles a Israel, como días atrás. La única novedad es que ha usado nuevos modelos de sus almacenes, con múltiples cabezas explosivas. Ahora sube la apuesta. 

Nadie sabe lo que tiene en la cabeza Ali Jamenei, el líder supremo de la República Islámica, oculto desde que se iniciaron los ataques de Israel, hace 10 días, y a quien Donald Trump ha amenazado con matar cuando quiera, pero aún no quiere, o eso dice al menos, porque hablamos del presidente de EEUU que también afirmaba que quería negociar con Teherán y ya vemos dónde estamos. Jamenei está en la cúspide de la cadena de mando, pero por debajo queda un cuerpo de poder dividido entre los halcones y los menos halcones, los que quieren ir a por todas y los más reservados, sumados a los mandos de la Guardia Revolucionaria, sin los que es difícil hacer nada en Irán. 

A simple vista, parece que hay dos caminos que tomar: intensificar la guerra o negociar. Y tres posibles fases: una acción inmediata, una a medio plazo y una más lejana o, directamente, inexistente.

Los nervios están a flor de piel hoy el país, atacado como nunca, con sus infraestructuras esenciales dinamitadas o severamente dañadas, más el Ejército, los cuerpos de Inteligencia y la propia Guardia descabezados. Miles de ciudadanos han escapado de Teherán, la capital, donde no hay lugar seguro, porque han sido atacados espacios militares pero también residenciales o sanitarios, dicen las autoridades locales. Los mercados cierran, empiezan a escasear algunos bienes. Nadie sabe por cuánto tiempo estarán así. Irán ha sido humillado, primero por Israel, y ahora por "el Gran Satán", como suele llamar el régimen a Estados Unidos desde hace 46 años

Material tiene para hacer daño. Se cree que Irán conserva aproximadamente la mitad de su stock original, de unos 3.000 misiles, habiendo utilizado y perdido el resto en intercambios de disparos con Israel, tanto en el fuego cruzado de estos días como en los dos (muy menores) del año pasado. Puede usar esos proyectiles en cualquier momento y son su herramienta básica de acción, dado que no está en guerra con un vecino de frontera al que pueda lanzarle su poderosa fuerza terrestre, ni esta es una contienda que se libre en el mar, por más que la amenaza de cortar el estrecho de Ormuz ya esté sobre la mesa (lo ha planteado el Parlamento, pero se necesita el visto bueno del Consejo de Seguridad Nacional para que sea efectivo y afecte, pues, a esa cuarta parte del comercio marítimo mundial que pasa por el canal). 

La Guardia Revolucionaria iraní ya dijo el domingo que el origen de al menos un avión estadounidense fue "identificado" y puesto "bajo vigilancia", subrayando que las bases estadounidenses en la región "no son una fuente de fuerza, sino un punto de mayor vulnerabilidad". Y a por esas bases han ido, en un primer toque es que una especie de "sabemos dónde estáis", para tantear el terreno. No ha sido al tuntún, no. Han ido a por la base aérea de Al Udeid, la mayor base estadounidense en la región y el cuartel general avanzado del Comando Central, que cubre todo el Medio Oriente y que puede alojar hasta a 10.000 soldados. En este caso, todos los proyectiles han sido interceptados, dicen las autoridades de Qatar. 

Hace apenas unos días, imágenes satelitales mostraron que docenas de aviones habían sido retirados de la pista en lo que ciertamente fue una medida de precaución acertada antes de los ataques del fin de semana a las instalaciones nucleares de Irán. El pasado mayo, el propio Donald Trump visitó la base como parte de su viaje a la región, el primero al exterior de su nuevo mandato. Durante un discurso, dijo al personal militar: "Como presidente, mi prioridad es terminar los conflictos, no iniciarlos. Pero nunca dudaré en ejercer el poder estadounidense, si es necesario, para defender a los Estados Unidos de América o a nuestros socios".

Los amigos de Irán en Yemen, los hutíes, también dijeron el sábado que atacarían barcos estadounidenses en el mar Rojo si Washington participaba en cualquier posible ataque contra Irán, en cooperación con Israel. Justo cuando habían firmado un alto el fuego con Trump, vuelven a la carga. Las Inteligencias europeas y norteamericana están alerta ante la posibilidad de que se muevan "de alguna manera" también en las próximas horas, reclamados por Irán como un brazo de apoyo. Por ahora, sus acciones han sido muy limitadas, con el lanzamiento de algún cohete a Israel en estos días. Tampoco es descartable que entren en juego los grupos aliados de Irak, aunque están muy mermados de fuerzas. 

El líder supremo iraní, Alí ​​Jamenei, se dirige a la nación en una transmisión televisiva estatal el 18 de junio de 2025, en Teherán.Office of the Supreme Leader of Iran / Getty

Múltiples objetivos

Irán tiene en total una lista de unos 20 objetivos norteamericanos en la zona, bases y buques que puede elegir para futuros ataques. Uno de los más cercanos y obvios es el extenso cuartel general de la poderosa Quinta Flota de la Armada estadounidense en Mina Salman (Bahréin). En ella hay unos 8.000 efectivos desplegados. Camp Buehring, Ali al-Salem y al-Dhafra son también bases aéreas clave situadas en Kuwait y Emiratos Árabes Unidos que están bajo alerta. 

Ir a por los intereses de Washington en la zona era lo esperado. La duda era si Irán podría mostrarse reacio a atacar a un estado árabe vecino del Golfo, generando un doble conflicto y, quien sabe, también quizá una doble respuesta armada. Por eso se cree que Teherán ha optado por acciones limitadas por ahora, que irriten pero no saquen de sus casillas.

Todas estas bases, en general, cuentan con sofisticadas defensas aéreas, como ha quedado visto en el caso de hoy, pero tendrían mucho menos tiempo de aviso ante oleadas de misiles o enjambres de drones armados, de los que Irán tiene algunos de los mejores modelos del mundo. También los daños y la reacción posterior de EEUU dependerá mucho del número de UAV y misiles utilizados en un posible ataque. Irán también podría lanzar "ataques de enjambre" contra buques de guerra de la Armada de Estados Unidos, añadiendo a los aviones no tripulados sus lanchas torpederas rápidas, algo que el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de la Armada ha practicado exhaustivamente a lo largo de los años. El objetivo, si optara por esta vía, sería desbordar las defensas navales estadounidenses mediante un gran número de tropas. Los hutíes serían de gran ayuda en este caso.

La superioridad de EEUU es innegable y se espera que amortigüe cualquier ataque de este tipo pero ni siquiera Israel ha podido detener todo el fuego entrante, porque hasta su blindaje tiene grietas. Por ahora, han mandado poco, abarcable, defendible. Mañana, nadie sabe. 

En Oriente Medio suele haber unos 30.000 soldados norteamericanos y ahora hay unos 40.000, según explica un funcionario estadounidense a la agencia AP. Ese número aumentó hasta 43.000 el pasado mes de octubre, en respuesta al aumento de las tensiones entre Israel e Irán, así como a los continuos ataques contra buques comerciales y militares en el mar Rojo por parte de los hutíes. Así que los números aún están por debajo de aquel pico de tensión, a la espera de que Trump reaccione a lo ocurrido este lunes. 

Después del 13 de junio, cuando Israel golpeó por primera vez en Irán para detener su programa de enriquecimiento de uranio, las fuerzas estadounidenses en la zona empezaron a tomar medidas de precaución. Saben cómo prepararse porque ya han sido blanco de ataques en el pasado. Sin embargo, una diferencia con respecto a los ataques y amenazas de otro tiempo es que las capacidades de Hizbulá y Hamás, apoderados de Irán, son mucho más débiles desde que Israel los diezmó después del 7 de octubre de 2023. No tienen la posibilidad de atacar en múltiples puntos, con diferentes medios, en simultáneo, como tampoco pueden hacerlo los sirios del régimen de Bashar el Assad, defenestrado en diciembre. 

Cuando Trump ordenó el asesinato de Qassim Suleimani, líder de la Fuerza Quds iraní, en 2020, Irán respondió ya atacando al personal militar estadounidense en Irak, pero evitó matar a nadie mediante un aviso previo. Lanzó 16 misiles contra bases estadounidenses en el país, hiriendo a decenas de personas. Esta vez, con las cosas más enredadas, puede que no avise a nadie. No lo ha hecho en el primer puñetazo. 

En enero de 2024, un ataque con drones contra la Torre 22, un pequeño puesto de avanzada estadounidense en Jordania, cerca de la frontera siria, causó la muerte de tres soldados estadounidenses. Fue el primer ataque mortal contra el US Army desde que comenzó la ofensiva de Tel Aviv contra Gaza. Funcionarios estadounidenses culparon entonces del ataque a la Resistencia Islámica en Irak, una coalición de milicias respaldadas por Irán. Un daño mortal, sí, pero muy esporádico, que no puede erosionar la fuerza de EEUU en la región. 

En el mismo rincón del mundo, Irán también podría atacar objetivos económicos, pero esto provocaría el antagonismo de sus vecinos árabes del Golfo, que recientemente han alcanzado un incómodo modus vivendi con la República Islámica. Por ejemplo, Arabia Saudía había firmado con Irán un acuerdo para el restablecimiento de relaciones, con la mediación de China. Todo eso puede quedar en el aire o, peor, hundido, si se dañan sus interese o hay que elegir entre Washington y Teherán. 

El objetivo más importante y dañino sería bloquear el vital estrecho de Ormuz, por donde pasa diariamente más del 20% del petróleo mundial. Irán podría lograrlo sembrando minas marinas en la zona, lo que crearía un peligro letal para el transporte marítimo, tanto naval como comercial. El control de este estrecho está dividido: Irán controla la costa norte, mientras que Omán, junto con los Emiratos Árabes Unidos, controla la costa sur, por lo que ese bloqueo no es tan fácil, pese a las amenazas. 

Luego está el ciberespacio. Irán, junto con Corea del Norte, Rusia y China, posee una sofisticada capacidad ofensiva cibernética. Insertar malware destructivo (código de software o programa informático, incluidos ransomware, troyanos y spyware, escrito intencionadamente para dañar los sistemas informáticos o a sus usuarios) en redes o empresas estadounidenses es, sin duda, una opción que se está considerando. Lo ha confesado en el pasado el propio régimen. 

Y, finalmente, está la opción del terror: las misiones diplomáticas estadounidenses en Irak e Israel también han comenzado a evacuar a su personal por miedo a ataques armados y a atentados y las autoridades de EEUU advierten de que las legaciones de cualquier lugar del mundo podrían ser blanco de atentados, al igual que sinagogas judías. 

¿Y si no es en caliente?

Irán se ve presionado para responder y lo ha hecho, pero también podría esperar a seguir profundizando en sus ataques hasta que la tensión actual haya disminuido y lanzar, entonces, un ataque sorpresa en un momento elegido por Irán. Así las bases estadounidenses ya no estarán en máxima alerta. Es una opción, siempre que no dé una imagen de debilidad por esperar tanto, claro. 

El riesgo para Irán, por supuesto, es que probablemente provocaría nuevos ataques estadounidenses justo cuando los iraníes comunes están volviendo a la normalidad. Al final, son los ciudadanos los que están sufriendo las consecuencias de las sanciones y las de los bombardeos externos de sus dos enemigos de siempre. 

Aunque la respuesta de hoy haya sido pequeña, al menos no es el silencio, la inacción, que era realmente impensable. Algo tenían que hacer. No se hubiera entendido ante los que quieren el ojo por ojo e incluso ante los más tibios. Otra cosa es dar pero de aquella manera. Teherán lanza un mensaje de moderación, de intentar negociar o no hacer el conflicto más grande, en consecuencias internas y en extensión por todo Oriente Medio. "Irán afirmó que su ataque con misiles contra la base aérea Al Udeid en Qatar igualó el número de bombas lanzadas por Estados Unidos contra instalaciones nucleares iraníes este fin de semana, lo que indica el probable deseo de Irán de reducir la tensión", dice AP. 

Optar por la vía diplomática es una opción que, según el Financial Times, apoya incluso EEUU, pero una cosa es negociar y otra, imponer. Los ayatolás pueden salir asumiendo muchas cesiones de esa mesa de debate o rompiendo la baraja y abandonando las negociaciones. Irán nunca abandonó las conversaciones, insiste Teherán, sino que fue cosa de Washington, como salirse del acuerdo nuclear de 2015. 

La disyuntiva es compleja, porque asoma el miedo a mostrar debilidad, a que la población en Irán se revuelva -ya ha salido a la calle en masa en 2009 o en 2022- y pida un cambio con más intensidad. 

La visión de los expertos

El tanque de pensamiento norteamericano Atlantic Council ha pedido una valoración de urgencia a sus analistas sobre el escenario por venir y la conclusión que se saca del dossier resultante es que todo está abierto, demasiado abierto. El ataque a las bases, no obstante, aparecía ya en la visión de todos los especialistas, por previsible. 

William F. Wechsler, director sénior de Programas para Oriente Medio, expone que las opciones estratégicas para Jamenei son claras. "Una opción es que beba de un cáliz envenenado, como hizo su predecesor para poner fin a la guerra entre Irán e Irak, y negocie directa e inmediatamente con Trump para poner fin al conflicto". Esto requeriría, como mínimo, un acuerdo iraní para "renunciar definitivamente a cualquier enriquecimiento interno, y mucho menos a la búsqueda de armas nucleares". 

Es posible que este acuerdo también incluya, augura, "compromisos para restringir otras conductas malignas iraníes en el exterior, aunque dichos compromisos serán difíciles de aplicar eficazmente en los próximos años". A cambio, Irán exigiría a Trump "que diera a Israel una luz roja firme y pública contra cualquier nuevo ataque contra Irán". "Esto representaría un duro revés estratégico para Irán, pero una consecuencia adecuada de una serie de decisiones imprudentes y peligrosas tomadas por la República Islámica durante el último año y medio", defiende. 

Califica esta hipotética decisión de "inteligente", incluso si tuviera que enfrentarse a la línea dura dentro de su Gobierno, especialmente a aquellos que controlan las armas. "Esta opción ofrece la mejor oportunidad para mantener el control de la teocracia sobre la población iraní, que sin duda se volverá cada vez más, y con razón, inquieta en las próximas semanas", toda vez que el régimen "se encuentra en una posición fundamentalmente débil y debería aprovechar esta última oportunidad para salvarse, ya que este es claramente el resultado preferido por Trump". Como efecto secundario, asume, habría uno "positivo": este escenario probablemente también "aceleraría la decisión de Hamás de aceptar la oferta de alto el fuego temporal y el acuerdo sobre rehenes que se ha puesto sobre la mesa" en Gaza (Palestina).

Imagen satelital de las instalaciones del programa nuclear iraní en Fordow, tras el ataque de EEUU con bombarderos B2 Spirit.MAXAR TECHNOLOGIES/Handout via REUTERS

La otra opción sería que Teherán "mantuviera su impecable historial de malas prácticas estratégicas y agravara aún más el conflicto". ¿Cómo?  Directamente o a través de sus aliados restantes, atacando a las fuerzas estadounidenses en la región, los recursos energéticos del Golfo o el transporte marítimo en el Estrecho de Ormuz, o llevando a cabo actos terroristas contra estadounidenses en todo el mundo. Justo lo que ya tenemos sobre el tapete. "Este escenario es terrible, ya que Irán sigue poseyendo miles de misiles de corto alcance que no pueden alcanzar a Israel, pero que podrían amenazar a las fuerzas estadounidenses y diezmar el Golfo", recuerda. 

"El resultado previsible de esta decisión sería que Estados Unidos e Israel expandieran su campaña aérea contra las capacidades militares de Irán, su liderazgo político, su red eléctrica y los símbolos de poder del régimen. Si el conflicto se prolonga, cabe esperar ataques contra objetivos energéticos y económicos iraníes. Si el líder supremo opta por este escenario, se merecerá el resultado probable, aunque el pueblo iraní definitivamente no lo hará. En definitiva, es tristemente fácil imaginar la terrible destrucción que se abatiría sobre Irán en este escenario. Pero es casi imposible que el régimen sobreviva, y lo que sucederá al régimen es profundamente impredecible en este momento", sentencia.

Añade una preocupación extra: si se libra una guerra más amplia en las próximas semanas y si el proverbial mapa estratégico de Oriente Medio se redibuja en los meses y años siguientes, "ni Trump ni el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, inspiran una confianza profunda". La crisis regional es lo que resta, entiende el que también fuera subsecretario adjunto de Defensa para Operaciones Especiales y Lucha contra el Terrorismo en EEUU.

Jonathan Panikoff, director de la Iniciativa de Seguridad para Oriente Medio Scowcroft, también defiende que el régimen tiene dos opciones por delante: optar por "un ataque contra bases estadounidenses en la región, pero con la intención de tener un impacto limitado", o "un ataque significativo contra personal e intereses estadounidenses". En el primer caso, al que hoy nos enfrentamos, se le permitiría alegar que "tomó represalias, defendió a su país y se enfrentó a EEUU", lo que a su vez podría impulsar la reanudación de las relaciones diplomáticas sin alterar demasiado su equilibrio doméstico. En el segundo, se podría desencadenar "una espiral de ataques y contraataques, que podría desembocar en una guerra regional".

Manifestantes iraníes corean consignas en la Plaza de la Revolución contra los ataques estadounidenses, el 22 de junio de 2025, en Teherán.Getty Images

A su entender, es "más probable" que el discurso del presidente Trump del sábado se vea "como una amenaza más que como una oportunidad para la diplomacia". Es improbable, por eso, que Irán crea que "puede simplemente capitular", toda vez que los sectores más radicales del régimen iraní podrían considerar dicha decisión inapropiada. "Cabe esperar que Washington también esté trabajando por canales alternativos para brindarle a Irán una vía diplomática que le permita salvar las apariencias. Sin una justificación para una respuesta menos agresiva, los sectores más radicales del régimen iraní podrían finalmente salir victoriosos, lo que podría conducir a un desenlace mucho más peligroso", ahonda.

Insiste en que no se puede olvidar que las capacidades militares de Irán están "degradadas, pero lejos de extinguirse". Y Teherán podría inclinarse por la visión más radical si le preocupa que el régimen corra peligro, ya sea por parte de EEUU o de Israel, o si entiende que va a perder el respaldo de quienes generalmente lo apoyan. "De este modo, podría intentar no sólo aprovecharse de aliados en Oriente Medio para atacar los intereses y el personal estadounidense, sino también potencialmente llevar a cabo ataques asimétricos y terroristas contra objetivos israelíes, judíos o estadounidenses a nivel global", dice.

Danny Citrinowicz, miembro de los Programas para Oriente Medio del Atlantic Council, es especialmente pesimista. Si el ataque estadounidense pretendía que Irán volviera a la mesa de negociaciones en condiciones favorables para la Casa Blanca, él estima que "es muy dudoso que Irán se someta a las condiciones estadounidenses, que enfatizan la prohibición del enriquecimiento de uranio en suelo iraní". No mañana, por lo menos. 

"Aumenta la probabilidad de que la campaña militar se expanda, dependiendo de la respuesta iraní", avisa. "Netanyahu espera que el último ataque conduzca a una importante participación estadounidense para lograr el objetivo de derrocar al régimen iraní, y que dicha participación no se limite a Fordow, Natanz e Isfahán. El problema de Netanyahu es que si Trump no amplía la operación e Irán no accede a acatar las órdenes de la Administración, Israel podría caer en una guerra de desgaste con Irán, con Estados Unidos impasible y negándose a sumarse a las ambiciones de Netanyahu de expandir la campaña", concluye.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.