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Terceras elecciones en tres años: Portugal vota entre el desencanto y la protesta

Terceras elecciones en tres años: Portugal vota entre el desencanto y la protesta

Nuestros vecinos acuden a las urnas sólo 14 meses después de emitir sus últimas papeletas. El primer ministro, el conservador Montenegro, se ha visto alcanzado por un presunto caso de corrupción pero sigue siendo el favorito. Las alianzas, difíciles. 

Pedro Nuno Santos y Luís Montenegro, candidatos socialista y conservador respectivamente a primer ministro de Portugal, en sendas imágenes de campaña.Getty Images / Reuters

El pasado mes de marzo, el primer ministro de Portugal, Luis Montenegro, presentó y perdió una moción de confianza tras verse envuelto en una crisis política causada por sus negocios familiares y un supuesto conflicto de intereses, un caso de presunta corrupción. El presidente portugués, Marcelo Rebelo de Sousa, decidió entonces convocar elecciones. Serán este domingo, 16 de mayo, y no son unas más: son las terceras en tres años, las cuartas en cinco años y medio, unos comicios adelantados en los que nuestros vecinos del este tendrán que preparar sus papeletas apenas 14 meses después de la última vez que lo hicieron. Por eso, cunde el cansancio y se teme un voto protesta que acabe dando alas a la ultraderecha. 

Estas elecciones, como las pasadas, vienen marcadas por la sombra de la sospecha, lo que genera una profunda desconfianza en la calle. En 2024, el socialista Antonio Costa se fue voluntariamente al verse salpicado por un un supuesto caso de prevaricación. Con los meses, aquella acusación nunca cuajó y está libre de sospecha, recuperado para la alta política como presidente del Consejo Europeo pero lejos de su país, en Bruselas. Ahora, el que fue su sucesor pasa por otra crisis, en carne propia, por sus cuentas particulares. 

¿Saldrá fortalecido Montenegro? ¿Volverá por sus fueros? ¿Se hundirá y dejará paso a la izquierda? Los sondeos apuntan, por ahora, a que su partido, el conservador, será el más votado, pero puede darse un escenario de empate técnico con los socialistas, de tan pequeña que puede ser su ventaja. Hay una cosa clara: nadie podrá lograr la mayoría absoluta y las alianzas están complicadas, a derecha e izquierda. 

Estas son las claves de unos comicios que evidencian la erosión de la vida política lusa, tras los que los ciudadanos esperan un poco de estabilidad: desde 2019, ningún Gobierno ha logrado acabar su mandato. 

De dónde venimos

Montenegro es el candidato de la Alianza Democrática (AD), una coalición entre el Partido Social Demócrata (PSD, al que pertenece el actual primer ministro luso en funciones) y el CDS-Partido Popular. En las elecciones de marzo de 2024, la AD logró el 28,85 %, seguido muy de cerca por el 28% redondo del Partido Socialista (PS) de Santos. Desde entonces, gobernaba con la economía a favor y el ánimo popular en contra. 

La crisis que nos lleva de nuevo a elecciones viene de febrero de este año, cuando salta a la palestra el llamado caso Spinumviva. Recibe el nombre de una empresa de consultoría dedicada a la compraventa de inmuebles que Montenegro fundó en 2021 y cuya actividad continuó incluso después de que él asumiera el liderazgo del Partido Social Demócrata en 2022 y fuera nombrado, más tarde, primer ministro. Aunque él defiende que transfirió la propiedad a su esposa y, posteriormente, a sus hijos, la justicia no lo ve tan sencillo. ¿La razón? El estar casado en régimen de gananciales lo convierte en posible beneficiario de los ingresos que la compañía ha seguido generando. Por eso, la Fiscalía General de la República está investigando el caso, tras recibir varias denuncias. Montenegro no está procesado y, menos, condenado por este caso, fruto de una investigación periodística de Correio da Manhã.

Sin embargo, el sonrojo no viene sólo del dinero, sino que con las semanas se fueron sabiendo detalles que no han dejado en buen lugar a los Montenegro, como que ninguno de sus sucesores al frente de la firma tenían la formación necesaria para prestar los servicios que se supone que vendían, lo que llevó al Colegio de Abogados a abrir una investigación por posible intrusismo profesional. Además, se habían hecho contratos con la operadora de casinos Solverde, que opera bajo concesión del Estado portugués. Y más aún: la sede social de la consultora sigue estando en la propia casa del mandatario, cuando hace tres meses que prometió cambiarla. 

La oposición cargó duramente, en masa, contra Montenegro, con acusaciones que iban de la corrupción a la ética, de los hechos a la apariencia. Para evitar responder ante una comisión de investigación parlamentaria que la oposición pretendía abrir, el mandatario se sometió a una moción de confianza ante los diputados, que perdió, abriendo la vía para las elecciones anticipadas. Fue en marzo, en un pleno muy tenso, que terminó con la caída del Ejecutivo y la intervención del presidente de la República. Visto el panorama, con la debilidad de un primer ministro que no tenía alianzas algunas en las que sostenerse y el visto bueno del Consejo de Estado, llamó a elecciones de nuevo. Rebelo dejó un mensaje de preocupación en su convocatoria: nunca desde 1974 se había dado una crisis con origen en un conflicto ético semejante. 

El primer ministro luso, Montenegro, jugando a voley playa en Espinho, en mitad de la campaña electoral, el 11 de mayo de 2025.MIGUEL A. LOPES / EPA / EFE

Los protagonistas

En estas elecciones nadie sacará ese 51% de los votos que da la mayoría absoluta. Así que es cosa de mucho más que de dos, aunque dos son los principales protagonistas. Empezando por Montenegro, actual mandatario, presidente del Partido Social Demócrata de centro derecha, 52 años. Sin experiencia gubernamental previa, fue diputado durante mucho tiempo antes de ganar notoriedad como jefe del grupo parlamentario del PSD cuando la formación estuvo en el poder, entre 2011 y 2015, y se adoptaron medidas impopulares para sanear las finanzas públicas del país.

Nacido en Oporto, la ciudad más importante del norte del país, este abogado de formación creció en Espinho, unos 20 km al sur, donde fracasó en las municipales de 2005. Años después, conquistó la presidencia del PSD en 2022 en su segundo intento por conseguirlo. Después, pasó dos años en la oposición antes de lograr su ambición de convertirse en el primer ministro de Portugal, tras el abrupto fin del gobierno socialista, en el poder entre 2015 y 2024.

Su mandato, si lo revalida, podría apuntalarse con los votos de la ultraderecha, del partido Chega!, el Vox del país vecino, que ya rompió el tablero político el año pasado y se espera que crezca aún más este domingo. Sin embargo, Montenegro ha repetido incansable en campaña que con los radicales no va a ir ni a la vuelta de la esquina, que el cordón sanitario se mantiene en Portugal. 

Su principal competidor es Pedro Nuno Santos, el que fuera enfant terrible del ala izquierda del Partido Socialista. Economista de 48 años, asumió el papel de jefe de la oposición desde hace un año y supo mostrarse conciliador cuando hubo que negociar el presupuesto estatal para 2025. Después, sin embargo, se alineó con la izquierda radical y la extrema derecha para votar en contra de la moción de confianza al Gobierno minoritario de Montenegro.

Hijo de un emprendedor de la región de Aveiro, en el norte, que hizo fortuna en el sector de los zapatos, fue durante mucho tiempo uno de los aspirantes a la sucesión del exprimer ministro socialista, Costa.

Pedro Nuno Santos, presidente del Partido Socialista y candidato en Portugal, de campaña en el mercado de Angeiras, el 11 de mayo de 2025.Rita Franca / Getty

Desempeñó un papel clave como secretario de Estado de Asuntos Parlamentarios, encargado de las relaciones con los partidos de la izquierda radical que apoyaban el primer gobierno de Costa. Pero, tras ascender al puesto de ministro de Infraestructuras, acabó cayendo en desgracia ante Costa al anunciar la ubicación del futuro aeropuerto de Lisboa sin contar con su visto bueno. Renunció a finales de 2022, arrastrado por un escándalo derivado del pago de una abultada indemnización por despido de una directiva de la aerolínea TAP Air Portugal, sometida entonces a un plan de reestructuración.

De vuelta a la escena política, Santos aseguró que había aprendido de sus errores y achacó su impulsividad a su carácter de hombre de acción.

El tercer hombre fuerte de estas elecciones ha sido uno de los máximos protagonistas de estos días, André Ventura, líder ultra de Chega!, quien ha tenido que ingresar dos veces en el hospital en esta última semana de campaña por una indisposición. Los medios locales han hablado de un viejo problema de sus arterias coronarias, pero oficialmente los médicos han informado de un espasmo esofágico causado por problemas de reflujo gástrico, asociado a un pico de tensión arterial. No ha podido participar, por prudencia, en el cierre de campaña.

Descrito como ambicioso o arribista, este jurista de 42 años que asegura que llegó a valorar hacerse cura o escritor, alcanzó la fama como comentarista deportivo en televisión. Aprovechando su popularidad, este hincha del Benfica procedente de los alrededores de Lisboa se lanzó a la política en las municipales de 2017, dentro de las listas del principal partido de centro derecha portugués.

No tardó en convertirse en una figura nacional controvertida, especialmente por sus ataques xenófobos contra la minoría gitana. Tras esta polémica, Ventura fundó su propio partido, Chega ("¡Basta!", en portugués), en 2019.

Con su discurso antisistema, contra la corrupción y las minorías, esta formación de extrema derecha se convirtió en la tercera fuerza política de Portugal, donde ningún dirigente populista había logrado destacar electoralmente desde la caída de la dictadura en 1974.

Las encuestas y las alianzas 

Los sondeos para estas elecciones auguran una victoria de Montenegro, que remontaría la crisis. Aún así, hay algunas encuestas que ajustan mucho el margen de diferencia con los socialistas y hablan de "práctico empate técnico". La media elaborada por POLITICO indica que AD lograría un 33% de los votos, seguida del PS, con un 26%. En las consultas más serias, la diferencia es de siete a ocho puntos entre el primero y el segundo. 

El ultra Chega se dispararía al 17% (se consolida como tercera fuerza cuando en 2022 apenas llegaba a un 7% de los sufragios), mientras que la Iniciativa Liberal (IL), centristas liberales, puede ser una de las sorpresas de la jornada con ese 6-7% de los votos a que apunta esa media, mientras que el Partido Comunista y el Bloque de Izquierdas se llevarían aproximadamente un 3% cada una. 

Los escenarios que dejarían estos números son tres: un Gobierno en solitario, en minoría, más posiblemente de Montenegro que de Santos, condenado a ir negociando ley a ley en el Parlamento; una coalición a derecha o izquierda, o una nueva convocatoria de elecciones que, por ley, no podría hacerse hasta pasado el verano. 

En el caso de las alianzas, el debate está duro, porque el centro-derecha no quiere pactar con los ultras y en fuerzas de izquierda tampoco encontrará apoyos; sólo le quedarían los liberales, pero tampoco parecen suficientes. Los socialistas obviamente tampoco se irán con la derecha radical pero también tienen complicado (más allá de ser segundos) forjar una coalición estable con Bloque y Comunistas, con los que ya cuajó el primer gabinete de Costa con la famosa geringonça, una suma de izquierdas nunca vista hasta entonces. 

El presidente luso ya ha dicho que sólo ofrecerá la posibilidad de nombrar Ejecutivo a quien le lleve una mayoría armada, sólida, y no en el alambre. 

Los temas de campaña

La situación desastrosa de la sanidad pública, la crisis de la vivienda, la corrupción y la inmigración como arma electoral son algunas de las cuestiones que han marcado la campaña, asuntos omnipresentes que demuestran el cansancio de la población ante la falta de respuestas y las nuevas preocupaciones que se han añadido, como el caso Spinumviva. 

Como explica EFE, esta crisis de Montenegro ha sido el telón de fondo de cada acto, de cada mitin. En su programas, la alianza de Montenegro propone dar continuidad a su agenda anticorrupción y resalta que "la acción represiva y punitiva del Estado sigue siendo indispensable", mientras que los socialistas proponen movilizar recursos y fomentar la eficacia, eficiencia y rapidez de la investigación penal", además de regular el 'lobbying' en las entidades públicas.

Si hay un partido que ha hecho bandera de la lucha anticorrupción es Chega, que no ha gobernando nunca y pese a los numerosos escándalos que han salpicados a sus diputados por supuestos robos de maletas en aeropuertos o abusos de menores.

Preocupa y mucho, más allá de este escándalo, la caótica situación de la sanidad pública y las protestas del personal sanitario copan los discursos electorales. Los sindicatos denuncian que 50 embarazadas dieron a luz en ambulancias el año pasado en Portugal y que el 16 % de la población no tiene médico de cabecera, no tanto por escasez de mano de obra como de gestión de los recursos humanos.

Ante este panorama, el Gobierno de Montenegro ha apostado por la semiprivatización de hospitales públicos, mientras que los socialistas liderados por Pedro Nuno Santos abogan por expandir el Servicio Nacional de Salud.

Con un aumento de los precios de compra de vivienda del 13,3 % en 2024 y de los alquileres del 7 %, cada vez es más complicado para los portugueses, además, encontrar un sitio para vivir en un país de salarios bajos, con el mínimo en 870 euros brutos mensuales. Para atajar ese problema, el gobernante Partido Social Demócrata ha levantado las restricciones impuestas por los socialistas en el pasado a los alojamientos turísticos y defiende "crear un clima de confianza y seguridad para que se pongan en el mercado de alquiler viviendas adecuadas", además de apostar por un amplio plan de ayudas fiscales para la construcción privada.

Protesta por la vivienda digna en Oporto (Portugal), el 28 de septiembre de 2024.Rita Franca / Getty

Por su parte, el Partido Socialista (PS) propone "reforzar" la vivienda pública, más ayudas para alquileres y compra, e impulsar la construcción. Ninguno de los dos menciona explícitamente límites a la vivienda turística, que es otro de los grandes problemas crecientes en un país que se ha convertido en destino-tendencia en los últimos años. 

Y está la inmigración: el avance de la ultraderecha en las elecciones de 2024 con un discurso antinmigratorio ha hecho que los principales partidos en Portugal, incluidos los socialistas, hayan incluido medidas que limitan la llegada de extranjeros en sus programas. Efecto contagio en la agenda y el tono. Los números oficiales reflejan que en el país hay cerca de 1,5 millones de inmigrantes, que suponen el 15 % de la población y son casi siete veces más que hace siete años, lo que genera dudas sobre la capacidad de los servicios públicos.

El Gobierno provisional de Portugal anunció hace una semana planes para expulsar a unos 18.000 extranjeros que viven en el país sin permiso o autorización legal. Los funcionarios ya están pidiendo a unos 4.500 inmigrantes indocumentados que se marchen voluntariamente en un plazo de 20 días.

Pese las diferencias sobre cómo gestionarlo, las fuerzas políticas coinciden en que es necesaria una "inmigración regulada" que limite el número de extranjeros que obtengan la residencia tras años en los que se facilitaba la entrada con la llamada 'manifestación de interés'.

A los comicios de este domingo muchos acudirán pensando en la economía, la inflación y los bajos salarios y, para seducir a los votantes, el PSD y el PS sugieren rebajas fiscales en mayor o menor medida y grandes obras de infraestructuras. Los datos, en realidad, avalan a Montenegro, porque hay una previsión de crecimiento del producto interior bruto (PIB) en Portugal del 2,3 % para 2025 y de un descenso de la inflación al 2,3 %. El empleo está en cifras récord y el desempleo ronda el 6,2 %, una de las tasas más bajas desde la entrada del país en el euro.

En materia de infraestructuras, tanto los conservadores como los socialistas abogan por impulsar el tren de alta velocidad que conectaría el país con España y el futuro nuevo aeropuerto de Lisboa. 

Está por ver cómo el desencanto y el cansancio cala entre la población y si lleva a ese anunciado ascenso de la ultraderecha. El voto de protesta ya aupó a Chega hace un año y puede volver a hacerlo, pero saltando sobre una base social ya mayor, quedándose a nueve o diez puntos de los socialistas, nada más. El bastión de la ultraderecha lusa se localiza en el Algarve, en el sur de Portugal, donde el año pasado logró la mayor cantidad de votos y ganó su primer distrito en el país, Faro. Esta vez, la formación llega con algunos contratiempos, pese a todo, por los escándalos que han salpicado a diputados de esta fuerza. Y hay que ver si su seguidismo de Donald Trump le cuesta algún disgustillo. 

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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.