'The Economist' sostiene que Rusia ha perdido un 1% de su población para ganar un 1,45% de territorio ucraniano
La proporción entre las vidas humanas y el éxito conseguido están gravemente distanciadas. Según los expertos, si el ritmo continúa similar, Moscú necesitaría todavía años para adueñarse de todo el territorio que reivindica.

Desde hace casi cuatro años, la invasión rusa de Ucrania ha supuesto un esfuerzo militar descomunal, pero las cifras recientes revelan un balance desgarrador: lo que Moscú ha logrado conquistar en suelo ucraniano apenas equivale a una fracción de los sacrificios humanos que ha exigido a su propio país.
Según la estimación más reciente del semanario británico The Economist, Rusia ha conseguido ganar tan solo un 1,45 % del territorio de Ucrania desde el comienzo de la invasión. En contraste, su coste en vidas -y en hombres en edad militar- sería del orden de un 1 % de su población masculina previa a la guerra.
Estas alarmantes proporciones convierten al conflicto en un ejemplo brutal de la llamada «métrica del sacrificio»: muchas bajas para muy pocos kilómetros ganados. Y pone en cuestión las esperanzas de expansión territorial de Moscú, sobre todo cuando esos avances son lentos, esporádicos y en muchos casos simbólicos.
Desde 2022, el avance ruso ha sido pausado. El dato de 1,45 % corresponde a la ganancia neta de territorio ucraniano en este periodo. Además, en 2025 las fuerzas rusas habrían capturado unos 4 562 kilómetros cuadrados; en 2024 esa cifra había sido de 3 734 km².
Incluso con un aparente repunte de los avances -en noviembre de 2025 llegaron a tomar 690 km² en 30 días- el progreso sigue pareciendo ínfimo en el conjunto del territorio ucraniano.
En contrapartida, las “bajas de campo” rusas resultan escalofriantes: The Economist estima que entre 1 y 1,35 millones de soldados han muerto o han resultado heridos desde el inicio de la invasión. Esa cifra significa, potencialmente, que hasta un 1 % de los varones en edad de combate en Rusia han sido víctimas de la guerra.
¿Qué revela este desajuste?
Primero: la relación coste/beneficio de la ofensiva rusa se revela como un gran déficit para Moscú. Un país que envía hombres a morir —o quedar incapacitados— para lograr ganancias territoriales marginales. ¿Vale la pena el sacrificio? Muchas preguntas éticas, estratégicas y políticas emergen al ver los datos puros.
Segundo: la guerra parece más de desgaste que de conquista. Aunque las fuerzas rusas sigan intentando avanzar, cada kilómetro conquistado les cuesta decenas o centenares de vidas. En un escenario así, el progreso real es minúsculo y caro. Las pérdidas humanas no compensan, de lejos, los beneficios.
En tercer y último lugar: mantener esa guerra a ese coste implica un desgaste prolongado de la sociedad rusa -no solo militar, también demográfico-. Que se haya perdido un porcentaje relevante de la población masculina en edad de combate habla de un impacto profundo sobre generaciones, familias y comunidades.
Aunque los datos reflejan alguna aceleración reciente, lo cierto es que los territorios capturados son reducidos, muchas veces zonas rurales, campos o territorios sin gran densidad urbana. No ha habido, según los análisis, la caída de ninguna gran ciudad.
Incluso localidades aparentemente importantes siguen resistiendo: por ejemplo, la ciudad de Pokrovsk -con unos 61.000 habitantes antes de la guerra- lleva más de un año bajo asedio por parte de las tropas rusas y aún no está bajo control total.
En otros términos: Rusia no ha logrado consolidar una ocupación estable de territorios densamente poblados o estratégicos con un coste humano menor. Al contrario: cada metro ganado exige un sacrificio abrumador, sin que ese territorio ofrezca una victoria clara y duradera.
La guerra se podría alargar hasta 2028
De mantenerse el ritmo actual, conquistar plenamente todas las regiones orientales parcialmente ocupadas —como Donetsk, Luhansk, Jersón o Zaporiyia— llevaría varios años más. Según los cálculos relacionados, tomar las 20.345 km² restantes podría prolongar la guerra hasta mayo de 2028.
El análisis de The Economist sintetiza una conclusión dura e inequívoca: las pérdidas humanas rusas no se corresponden con las pocas ganancias sobre el terreno. Ese desequilibrio pone en evidencia lo que muchos ya sospechaban: que la invasión, vista objetivamente, es un fracaso estratégico, al menos en términos de expansión territorial.
