Trump pulsa el botón rojo de la Coca-Cola para que cambien uno de sus ingredientes clave
El presidente convierte el azúcar en un asunto de Estado, y no es una metáfora

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que recuperó su querido “botón de la Coca-Cola” en cuanto pisó de nuevo el Despacho Oval, ha decidido meterse de lleno en la receta de uno de los refrescos más consumidos, la Coca-Cola. Este miércoles, cómo no, en su red social fetiche Truth Social, con mayúsculas y su tono habitual, ha anunciado que la multinacional habría aceptado su “sugerencia” de reemplazar un ingrediente clave que lleva la versión de la bebida que se vende en el mercado estadounidense: el jarabe de maíz, que se reemplazaría con azúcar de caña: "Han aceptado hacerlo. ¡Simplemente es mejor!”, ha escrito Trump. Como si cambiar un edulcorante fuese una victoria geopolítica.
No está claro si esta nueva versión de la Coca-Cola llegará primero al Despacho Oval o a los supermercados, pero el gesto ya es bastante elocuente: Trump vuelve a pulsar su famoso botón rojo, esta vez no para que le traigan una lata, sino para cambiar la bebida. Ahora bien, al menos públicamente, la multinacional estadounidense no ha confirmado el cambio. “Compartiremos detalles sobre nuevas propuestas pronto y agradecemos el entusiasmo del presidente Trump por nuestros productos”, se ha limitado a decir un portavoz. Ni confirmación ni desmentido. Solo burbujas.
El detalle no es menor. La versión del refresco que se comercializa en Estados Unidos lleva tradicionalmente jarabe de maíz de alta fructosa, un edulcorante más barato y muy arraigado en la industria alimentaria del país. En cambio, en Europa y muchos otros mercados se usa azúcar de caña o de remolacha. La medida, si se lleva a cabo, supondría un cambio importante en la formulación del producto más icónico de la marca. Y no solo eso: también podría reactivar una guerra comercial entre los poderosos lobbies del maíz del Medio Oeste y los productores de caña del sur. Spoiler: Florida, bastión trumpista, es el principal estado productor de caña de azúcar en EEUU.
Salud pública o postureo presidencial
Todo esto se enmarca dentro del plan “Make America Healthy Again” (MAHA), una iniciativa con nombre de eslogan electoral que Trump impulsa junto a Robert F. Kennedy Jr., actual secretario de Salud. El programa aboga por eliminar de la dieta ingredientes “artificiales o innecesarios”, desde colorantes hasta azúcares añadidos. En mayo, la comisión MAHA —compuesta por varios miembros del gabinete— publicó un informe donde se señalaba al jarabe de maíz como uno de los posibles responsables del aumento de la obesidad infantil y otros problemas de salud pública.
Eso sí, los expertos médicos, sin gorra de campaña ni foto en Truth Social, recuerdan que el problema no es el tipo de azúcar, sino el exceso. Y que, en términos nutricionales, no hay una diferencia significativa entre el jarabe de maíz y el azúcar de caña. Lo importante, dicen, es reducir el consumo total de azúcares añadidos, venga de donde venga el edulcorante.
Pero claro, Trump no está para matices. El movimiento, envuelto en papel celofán patriótico, tiene también su componente económico. John Bode, presidente de la Corn Refiners Association, no se ha mordido la lengua: “No tiene ningún sentido”, ha dicho. “Reemplazar el jarabe de maíz con azúcar de caña podría destruir miles de empleos en la industria alimentaria, hundir los ingresos de los agricultores y aumentar las importaciones de azúcar extranjero, todo sin aportar ningún beneficio nutricional”.
Y por si fuera poco, hay un ingrediente más en esta receta: el Gobierno ya ha aprobado que algunos estados puedan excluir los refrescos azucarados del programa SNAP, la ayuda federal para la compra de alimentos. Una medida que aumenta la presión sobre Coca-Cola y otras grandes compañías de bebidas. Así que la chispa de la vida, para algunos, puede empezar a salir un poco más cara.
La Casa Blanca no ha aclarado si la “sugerencia” de Trump llegó en forma de directiva, presión regulatoria o simple mensaje por la vía Truth. Pero sí ha amplificado el mensaje en X (antes Twitter) con una imagen digna de merchandising electoral: Trump, puños en alto, fondo rojo, y una botella de Coca-Cola con su apellido impreso. El eslogan: “Tómate una Coca-Cola con Trump”.
