Esto es lo que comen los nutricionistas en un buffet libre de un hotel
Hay que tener cuidado con la combinación y cantidad de alimentos.
A la hora de elegir un hotel para unas buenas vacaciones, la oferta gastronómica suele ser un factor decisivo. Un buffet bien montado, con variedad, calidad y productos frescos, se convierte en uno de los mayores placeres del viaje, apreciado tanto por quienes disfrutan probando sabores nuevos como por quienes buscan comodidad y abundancia. Eso sí, hay que tener cuidado con la combinación y cantidad de alimentos que elegimos.
Dietistas y nutricionistas coinciden en la estrategia: equilibrio, prioridad a la proteína y la fibra, y permiso ocasional para disfrutar sin culpa. Para ello hay que evitar lo que se conoce como el ‘efecto buffet’: la variedad y el tamaño de las raciones empujan hacia una mayor ingesta. Cuando hay muchas opciones distintas y porciones generosas, la sensación de saciedad tarda más en llegar y se come de media bastante más que con menús reducidos.
“Hablamos de ‘efecto buffet’ cuando comemos más de lo necesario simplemente porque tenemos mucha variedad a nuestro alcance. No nos alimentamos por hambre fisiológica, sino por estímulos externos: colorido, olores, presentaciones atractivas, disponibilidad ilimitada…”, asegura la dietista-nutricionista Júlia Farré, en declaraciones recogidas por La Vanguardia. A esto se suma el miedo a perderse algo, el conocido FOMO, y con ello la idea de tener que probar todos los alimentos expuestos.
¿Qué se debe comer?
El medio también recoge la opinión de Sandra López, dietista-nutricionista de Alimmenta, quien opta por desayunos equilibrados que combinan proteína, una fuente de fibra y algo de grasa saludable. En este sentido, lo mejor es elegir huevos (revuelto, hervido o tortilla), yogur natural, fruta entera o cortada, pan integral y grasas saludables como aguacate, aceite de oliva o un puñado de frutos secos.
“Y si hay algo dulce que realmente me apetece, lo dejo para el final en pequeña cantidad y lo disfruto sin culpa”, aconseja López, quien explica que el desayuno es una gran oportunidad para comer bien, “porque en la comida y en la cena quieres probar otras cosas”. También se recomienda evitar elecciones repetidas de baja calidad nutricional y no usar el precio del buffet como una excusa para beber más alcohol o refrescos.
Algunos trucos para hacer un buen uso de este libre albedrio gastronómico son dar una ronda para ver opciones y decidir con calma, reduciendo así las elecciones impulsivas; así como aplicar el ‘método del plato’: una parte vegetal, una de proteína y otra de hidratos. A la hora de comer, se debe empezar por la fibra y la proteína, ya que sacian antes y atenúan los niveles de azúcar en sangre.
Si lo que se quiere es probar una amplia variedad de alimentos, se recomienda pedir raciones pequeñas o compartir platos con algún acompañante. Así como se aconseja evitar convertir el desayuno continental clásico (bollería+zumo+pan blanco) en rutina diaria, ya que es alto en azúcares simples y bajo en fibra y proteína. En definitiva, el buffet es una oportunidad para disfrutar de sabores y de la compañía, pero también un entorno diseñado para tentar, por lo que hay que pensar con la cabeza y no con el estómago.