España y Portugal se unen para presumir del lago artificial más grande de Europa: miles de kilómetros de costa, castillos y pueblo idílicos
Un lugar que ofrece la combinación perfecta entre tranquilidad y aventura.

Frente a la frontera entre España y Portugal se alza una vasta extensión de agua dulce que, con más de un millar de kilómetros de costa, ha modificado el paisaje y dinamizado la oferta local de ocio al aire libre. Inaugurado a principios de este siglo, el embalse ha convertido antiguas dehesas y riberas en un destino emergente que cada vez atrae a un mayor número de viajeros en busca de una experiencia única en la naturaleza.
Se trata del lago de Alqueva, ubicado en la región del Alentejo y reconocido como el más grande de Europa. Se extiende a ambos lados de la frontera hispano-lusa y ofrece un litoral de más de 1.200 kilómetros salpicado de castillos medievales y pueblos de encanto rural que añaden un toque mágico al paisaje acuático. Desde paseos en barco hasta kayaking y pesca deportiva, este lugar ofrece la combinación perfecta entre tranquilidad y aventura.
Con una superficie de más de 250 kilómetros cuadrados, este embalse abarca cinco municipios de Alentejo. En el lado derecho de su orilla se alzan los impresionantes castillos de Juromenha, Alandroal, Terena, Monsaraz y Portel; mientras que en el izquierdo se encuentran los miradores de Mourão y Moura, desde los que disfrutar de unas postales de ensueño. Todo un rico patrimonio histórico y cultural que no deja indiferente a nadie.
Un destino auténtico y sostenible
El origen de este paisaje lacustre se remonta a 2002, año en que se inauguró la presa de Alqueva como parte de un ambicioso proyecto hidráulico destinado a garantizar el abastecimiento de agua, favorecer el riego de sus cultivos y generar energía hidroeléctrica. Desde entonces, el embalse ha transformado el curso del río Guadiana, creando un nuevo ecosistema turístico que dinamiza territorios interioranos de Portugal y Extremadura.
A lo largo de sus 83 kilómetros de longitud, el lago serpentea entre colinas, dehesas y montes, rodeando localidades medievales tan pintorescas como Monsaraz, Mourão, Amieira, Alqueva y Estrela. Estos núcleos urbanos han sabido conservar su arquitectura blanca y empedrada, al tiempo que se han adaptado al nuevo entorno con actividades acuáticas como la navegación recreativa, el kayak o el remo, y otras más terrenales como las rutas en bicicleta y senderismo.
Frente al turismo masificado de litoral, Alqueva ofrece calma, paisajes acuáticos y un ambiente ideal para la desconexión. Además, la región fue designada en 2011 como la primera “Reserva Starlight” del mundo, un reconocimiento de la UNESCO por la baja contaminación lumínica y la excelencia de sus cielos nocturnos para la observación astronómica. Ahora, con más de dos décadas de existencia, el lago de Alqueva sigue creciendo como destino sostenible y auténtico entre España y Portugal.