A veces relacionamos aprender con sentarnos delante de un libro, estudiar y memorizar conceptos, pero aprender va mucho más allá de eso. Aprender es estar abierto a nuevas ideas, nuevas experiencias; es analizar las cosas desde otro punto de vista, aceptar que lo que siempre se ha hecho de una manera puede que funcione mejor si lo hacemos de otra.
"El camino hacia la realización personal pasa, entre otras cosas, por invertir nuestro escaso y por tanto valiosísimo tiempo en ámbitos donde podamos poner en juego nuestras fortalezas. Dedicarse a algo que nos gusta y que además se nos da bien es algo muy placentero", afirma el pedagogo César Arellano.
El gran delito de Antoni Benaiges, asesinado por los fascistas, fue ser maestro, un verdadero maestro. Como contaba con una vieja gramola les enseñó a cantar y bailar, y con el auxilio de una imprenta, logró publicar Cuadernos donde los chicos y las chicas de Bañuelos volcaban sus experiencias, sus sueños, sus planes, sus anhelos de volar más allá de su aldea.
El inicio de curso es, para muchos niños y jóvenes, el inicio de un viaje que intuyen que les llevará (o debería llevarlos) a final de curso. Eso es todo. El objetivo: aprobar tal asignatura. Pero ¿cuál es el trayecto previsto? Nadie habla de ello.
La escuela trata de fomentar la autoestima y la felicidad de cada niña y niño. Por eso es importante que no se sientan juzgados, ni comparados con otros. Que no se menosprecien sus sentimientos y emociones. No se utilizan con ellos los premios ni los castigos, por sutiles e inconscientes que sean. Sus emociones, todas, se aceptan como algo natural.
La información es medio para la formación y no fin en sí mismo; y lo es siempre y cuando tenga el tino suficiente como para no obturar, atrofiar, inhibir, reducir y pasivizar, que es lo que suele hacer en nuestras escuelas. Ese tino es timing; timing pedagógico; que la información entre cuando ya haya sujeto para hacer algo con ella.
Cuando el viaje es a la Luna, las referencias históricas se pierden. Ese viaje es un corte. Si vale, vale por sí mismo y por lo que nos trae, no por lo que conserva. Es otra instancia. Ni llevas ni traes; simplemente vas, te vas. No sabemos lo que encontraremos en la Luna, pero no podemos ir a buscar allá justamente lo que ya hemos conseguido acá en la Tierra
La educación, como se concibe ahora en el Princesa de Asturias, la educación viva y activa, es ese espejo que nos devuelve nuestra imagen, una imagen que de entrada puede no gustarnos, pero que es el acicate para ir en busca de lo mejor de nosotras, de nosotros mismos. Esta educación transforma no sólo a los niños y niñas, sino a sus familias, y a los docentes que dan el paso de vencer sus temores.
Asisto a la fiesta de graduación de un grupo de 4º de ESO. Los noventa chicos y chicas se levantan y estallan en aplausos mientras aclaman a su profesor: "Seeergi, Seeeergi, Seeergi....". El momento me recuerda los vitoreos de Meeeeesi, meeeesi, meeesi, en el Camp Nou. Esto ocurre aquí. En nuestra Secundaria, tan denostada; en un instituto público, para más señas.
Los exámenes penalizan los errores, convierten a los estudiantes en personas temerosas de dar una respuesta incorrecta, temerosas de fallar. Y el miedo al fracaso es enemigo del talento: nos lleva a desmoralizarnos ante los fallos y nos hace olvidar que, como decía Paulo Freire, es justamente la equivocación la que nos permite aprender.
El diseño de la escuela actual está pensado para una sociedad que ya no existe. Y además, educamos en el presente para un futuro que no conocemos: estamos preparando a los niños pensando en profesiones de ayer, cuando las de su futuro ni siquiera se han inventado.
¿Nos hemos olvidado los adultos de jugar? Sin juego nuestras vidas no sólo son más grises, sino que perdemos la posibilidad de explorar todos los matices de lo posible, de experimentar una libertad auténtica que nos despoja de máscaras y artificios convencionales, de retomar la sensación de que nuestra vida está (un rato al menos) en nuestras manos.
Una hora, solo una hora después del apuñalamiento, hace un mes, de Abel Martínez, y la comunidad educativa había blindado el entorno para protegerse de nosotros, los medios de comunicación. Cómo duele ese cordón para los que amamos este oficio y creemos que, a pesar de estar tan denostado, quedan parcelas de respeto y fidelidad al encargo inicial.