Luto de nuestras infancias: Francisco Ibáñez (1936-2023)

Luto de nuestras infancias: Francisco Ibáñez (1936-2023)

Ibáñez es, pues, un raro caso de artista español socialmente transversal.

Homenaje a Francisco Ibáñez

La noticia del fallecimiento del dibujante Francisco Ibáñez (1936-2023), a los 87 años, dio lugar a una instantánea efervescencia nacional —transterritorial (superadora de la pluralidad lingüística, cultural e identitaria de España), intergeneracional, social y políticamente transversal— de manifestaciones de duelo en todas sus variantes pensables y practicables: las redes sociales, en su diversidad de formatos, se saturaron de inmediato con testimonios de tributo, respeto, afecto y sentimiento de pérdida, impactantes —aunque no sorprendentes— por su abrumadora afluencia y por la unanimidad del homenaje a su genio desde la remembranza de cuánto nos regaló a las generaciones vivas de este país que fue el suyo y, a juzgar por su estela, continúa siendo el nuestro.

Tal fue el genio de Ibáñez. Tal como lo conocimos y como lo recordamos. Tal su torrencial derroche de creatividad durante más de seis décadas para divertimento y estímulo de nuestra imaginación y hasta de nuestras ilusiones. Me cuento entre los que leyeron, releyeron, devoraron sus historias incontables, aprendiendo a dibujar todos sus personajes y soñando, algún día, ser tan bueno como él, profesional del lápiz, la plumilla, el tintero... Porque así dibujábamos entonces, a pelo, sin más tecnología que nuestro trazo en la lámina.

Muchos años después, yo ya adulto y él aún el chiquillo que toda su vida fue, tuve el honor de conocerlo en una de esas legendarias Ferias de Cómic de Barcelona, la ciudad en que nació y desarrolló su impresionante carrera de historietista y gran maestro de sus géneros hasta su fallecimiento el pasado 15 de julio. En una ocasión, siendo yo ministro y conocida por entonces mi pasión por el dibujo, se me solicitó una página de apoyo a una causa social por la que decidí pergeñar una "13 Rue del Percebe" de mi propia factura, no sin antes telefonearle para obtener su beneplácito, que administró como siempre con la generosidad desprendida de quien sabía que sus creaciones habían pasado a ser historia de España y patrimonio nacional en el curso de su propia vida.

Fueron —lamento escribirlo— varias las ocasiones en que, desde el Parlamento Europeo (PE), por iniciativa de mi compañero Ibán García del Blanco, nos pusimos manos a la obra con el fin de recabar firmas para la candidatura de Francisco Ibáñez al Premio Princesa de Asturias de las Artes, como podría haberlo merecido en su modalidad de Humanidades o de Comunicación. Desde la convicción —contrastada ahora, tristemente, con creces— de que pocas personalidades pueden evocarse en la España del último medio siglo que se hayan hecho querer entre filas y rangos tan distantes de su estructura sociológica, con preferencias tan distintas en casi todo lo demás, en tan variadas franjas de edad y dispares fuentes de experiencia. 

Y, sin embargo, aunados en el reconocimiento a un creador único en su género. Uno de esos, contados con los dedos de una mano, que podrían competir con cargo a sus propias fuerzas a galardones que trascienden su especialidad para alcanzar el rango amplio de las letras, la concordia y el fomento de valores que reúnen a un país en torno a unos pocos símbolos.

Fueron —lamento escribirlo— varias las ocasiones en que, desde el Parlamento Europeo, por iniciativa de mi compañero Ibán García del Blanco, nos pusimos manos a la obra con el fin de recabar firmas para la candidatura de Francisco Ibáñez al Premio Princesa de Asturias de las Artes, como podría haberlo merecido en su modalidad de Humanidades o de Comunicación

El magisterio que se le reconoce se remonta a aquellos años hoy remotos de su primera juventud en la estabilización de la dictadura franquista. Por su autocaricatura le reconocimos siempre prematuramente calvo, con negras gafas de pasta. Pero su estatura se midió en su nutrida legión de personajes inmortales: ¡La primera página de Mortadelo y Filemón apareció en 1958! Pepe Gotera y Otilio, Botones Sacarino, 13 Rue del Percebe, Familia Trapisonda, Rompetechos... Y la de sus correspondientes cohortes de secundarios (la legendaria TIA con su Superintendente y su Doctor Bacterio...). 

Asombra su actividad infatigable hasta su fallecimiento: nunca dejó de pensar y ejecutar sus dibujos al mismo ritmo sorprendente con que lo hacía al empezar sesenta años atrás. Por ello deslumbra aún más el despliegue biográfico de una peripecia artística que arrancó siendo un chaval de orígenes muy modestos, cuya reputación labró con humildad, perseverancia artesanal y bienhumorado humanismo. Quienes tuvimos el privilegio de tratarle, retenemos con cariño su sonrisa y su talante lejos de toda afectación, orfebre hasta el mínimo detalle de cada trazo y relato.

La factoría Bruguera que residió en la Barcelona de los años 60 ha sido muy historiada. Sus recopilaciones son hoy objeto de culto. Miles de coleccionistas mueven Roma con Santiago para hacerse a cualquier precio con los valiosos incunables de aquella alucinante fábrica de grafos inolvidables en sus Revistas Pulgarcito TioVivo, DDT; Din Dan, Gran Pulgarcito, Mortadelo...En ellas fueron publicadas por vez primera en España grandes series de la Escuela belga (Aquiles Talón, Gastón...) y de la Escuela francesa (generación Pilote: Astérix y Obélix, Teniente Blueberry, Demonio del Caribe..), además de adaptaciones de las más grandes novelas (serie “Grandes Aventuras”, con guiones adaptados para 48 páginas).

Ibáñez hizo pandilla con una tropa irrepetible de dibujantes equipados con su propia cascada de biotipos eternos: Vázquez (Anacleto, Hermanas Gilda, Familia Cebolleta, Familia Churumbel...); Escobar (Zipi y Zape, Carpanta, Toby, Petra Criada para Todo...); Segura (Rigoberto Picaporte solterón de mucho porte, La Panda...); Raf (Doña Lío Portapartes, Sir Tim O´Theo, Manolón Conductor de Camión...); Peñarroya (Don Pío, Gordito Relleno...); Estevill (Olegario) o Conti (Carioco)...

Intriga todavía a estas alturas a los muchos estudiosos de esa Escuela española de historietistas y cómic (en España TEBEOs por la revista homónima, curiosamente una de las pocas que no era de Bruguera) la productividad de aquella hornada. Practicando su oficio en condiciones inempeorables (todo a mano, sin copistas ni medios técnicos), se revelaron también como apasionados resistentes frente a las más despiadadas condiciones de trabajo. 

Sus personajes han sido —y continúan siendo— sociología e historia viva de España. Especialmente de ese tramo del siglo XX que emborronó el franquismo

Por el apremio impuesto, penaba cada uno de ellos jornadas estajanovistas de hasta 14 horas diarias con entregas incesantes. Cada semana daba a imprenta 12 páginas tintadas y rotuladas para las marcas de la casa. Su galería de gags visuales, enredos ocurrentes y desenlaces disparatados, mezclando lo cotidiano y lo surreal, producía estupefacción a quien quiera que las disfrutara fuere entonces niño o adulto, como a quien las recuerde tantos años después, por más que se las distancie por el tiempo transcurrido y las recupere ahora para su investigación.

Por eso sus personajes han sido —y continúan siendo— sociología e historia viva de España. Especialmente de ese tramo del siglo XX que emborronó el franquismo. Tras el Plan de Estabilización de 1957 y el Desarrollismo, toda su radiografía de relaciones cotidianas, con su carga de opresión sexual y laboral (Rigoberto), de empleados puteados por jefazos despóticos y salarios de miseria, de solteros y solteras soñando mejorar su estatus mediante enlaces convenientes, de familias numerosas sin medios para llegar a fin de mes, de sarcásticos contrastes entre realidad y apariencias, autoritarismo y sometimiento, con sus estereotipos étnicos y culturales (Churumbel), aflora en esa apabullante plétora de descacharrantes arquetipos.

Pero también las propias vidas de sus autores detrás de los bastidores, con sus plumillas a cuestas: sus miedos y frustraciones, ensoñaciones y fantasías, animan la antropofauna de aquel taller efervescente. Por eso fueron sus Revistas tan populares en los 60 y 70 del pasado siglo XX y tanto carácter imprimieron en quienes nacimos en aquellos años.

Ibáñez es, pues, un raro caso de artista español socialmente transversal. Intergeneracional, interterritorial. Nacional, sí, y universal. Singularmente cohesivo, destello de un punto de unión de todas las Españas posibles, y hasta de su reconciliación. Indiscutiblemente nuestro.

Ibáñez se erige en campeón de ese derroche de ingenio visual y narrativo. Inventor de mil efectos ópticos delineados a pelo. Sin trampa ni cartón, su estilo propio, inimitable, parece solo desbordable por su imaginación indesmayable. De ahí que sus personajes más célebres, Mortadelo y Filemón, hayan sido traducidos a todas las lenguas conocidas (Clever & Smart, se les vende en mercados de habla inglesa), y transportados al cine con una aceptación que prueba la resiliencia del vínculo fabuloso de afecto que une a generaciones.

Ibáñez es, pues, un raro caso de artista español socialmente transversal. Intergeneracional, interterritorial. Nacional, sí, y universal. Singularmente cohesivo, destello de un punto de unión de todas las Españas posibles, y hasta de su reconciliación. Indiscutiblemente nuestro. En un arco temporal que ha probado resistir el transcurso de los años y cambios sobrevenidos en multitud de planos y grados de profundidad. Ibáñez y sus criaturas son patrimonio nacional como ha acabado siendo él mismo como pocos compatriotas. Por los cuatro costados.

Se nos ha ido, en definitiva, el último mohicano de esa estirpe de leyenda: desaparecidos en combate sus antiguos camaradas y compadres de aquella fratría delirante, Ibáñez permanecerá siempre en nuestra memoria de infancia, hoy de riguroso luto y duelo por aquel capítulo a color de nuestra intrahistoria íntima y nuestra historia compartida.

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Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada con premio extraordinario, Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, becario de la Fundación Príncipe de Asturias en EE.UU, Máster en Derecho y Diplomacia por la Fletcher School of Law and Diplomacy (Tufts University, Boston, Massasachussetts), y Doctor en Derecho por la Universidad de Bolonia, con premio extraordinario. Desde 1993 ocupa la Cátedra de Derecho Constitucional en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Es, además, titular de la Cátedra Jean Monnet de Derecho e Integración Europea desde 1999 y autor de una docena de libros. En 2000 fue elegido diputado por la provincia de Las Palmas y reelegido en 2004 y 2008 como cabeza de lista a la cámara baja de España. Desde 2004 a febrero 2007 fue ministro de Justicia en el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. En octubre de 2007 fue elegido Secretario general del PSC-PSOE, cargo que mantuvo hasta 2010. En el año 2009 encabezó la lista del PSOE para las elecciones europeas. Desde entonces hasta 2014 presidió la Delegación Socialista Española y ocupó la presidencia de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior en el Parlamento Europeo. En 2010 fue nombrado vicepresidente del Partido Socialista Europeo (PSE).