Es importante saber que la UE es una superpotencia global no solo como primer actor comercial y en ayuda al desarrollo y cooperación humanitaria, sino también, sobre todo, en la creación cultural.
El Gobierno de España se sitúa a la vanguardia de la UE en el reclamo de sanciones económicas, comerciales, políticas y diplomáticas contra el Ejecutivo israelí.
No hay nada de antisemitismo en calificar como genocida la destrucción total o parcial de una comunidad étnica y cultural distintiva: es el caso del pueblo palestino.
Urge una combinación virtuosa y sostenida de visión perseverante e iluminada con luz larga, mostrando coherencia política entre lo que se predica y se practica.
"No creo recordar una protesta tan expandida y atronadora contra la Comisión Europea como la desencadenada en este caluroso verano, surcado por una suma de deplorables decepciones a la promesa con que Von der Leyen obtuvo su primera investidura, allá por 2019".
"La infancia no necesita ser 'protegida' de los gays ni de la educación sexual, sino del odio y de la transmisión de ese odio en el sistema educativo. La orientación sexual no es contagiosa, el odio sí lo es".
Nada exime de su cuota de responsabilidad a todos y cada uno los escalones de representación democrática implicados en la articulación de la respuesta.
Es evidente que a la UE no le resta margen de duda ni error: debe alinearse, en todo, con su propio estado miembro involucrado en la ecuación, el Reino de Dinamarca.
Basta con hacerles saber que la UE va a ser capaz de poner en pie y en marcha su propio enfoque innovador para combatir en el frente de las llamadas "guerras híbridas" y la desinformación.