Urge preservar la mayoría proeuropea frente a quienes la impugnan, pero no es sensato subestimar —menos aún, ignorar— el riesgo indicado por la tendencia al alza de la reacción nacionalista, del populismo de ultraderecha y su explotación de las incertidumbres y temores.
Sin una red europea de solidaridad, entonces no solo inexistente sino a duras penas imaginable, España reforzó su presencia y su colaboración con los principales países de procedencia de migrantes.
En su galope de Gish, las tres derechas españolas volvieron a verter desenfrenadamente, falsedades y enormidades tan cansinas como estrambóticamente lesivas para la imagen de España.
La idea europea de democracia, derechos fundamentales y Estado de Derecho exige también no sólo una toma de conciencia respecto a sus amenazas sino una acción común de preservación y defensa.
En esta Legislatura que enfila su desenlace, la UE ha acometido retos tan inaplazables como ejemplificativos de la necesidad de acelerar la integración supranacional europea, porque de esa escala son las respuestas requeridas, escapando del perímetro individual de sus estados miembros.
La tentación fascistizante no necesariamente comparece con gomina en el pelo, uniformes paramilitares, correaje, botas de charol, saludo romano o paso de la oca.
La Presidencia belga cuenta aún con cuatro meses hábiles (de enero a abril) para intentar optimizar el tiempo político útil de esta Legislatura europea