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Del feminismo a las políticas trans: cómo ha cambiado España en los 50 años de la muerte de Franco

Del feminismo a las políticas trans: cómo ha cambiado España en los 50 años de la muerte de Franco

¿Qué pensaba un adolescente de los setenta, y que piensa un adolescente en la actualidad? ¿Avance o retroceso? Tres especialistas explican a 'El HuffPost' el impacto de los progresos sociales desde la Transición a nuestros días.

Los periódicos anuncian la muerte de Francisco Franco en noviembre de 1075.
Los periódicos anuncian la muerte de Francisco Franco en noviembre de 1975.Sygma via Getty Images

Han pasado 50 años y su estela aún sigue viva. Persiste en las conversaciones, en las habladurías, en los colegios y periódicos, y también en el seno de la opinión pública. Este jueves 20 de noviembre de 2025 hace cincuenta años que Francisco Franco murió y con ello su título de caudillo de España. Hace cinco décadas comenzó un complejo proceso transicional a la democracia, y, tal como medita el historiador Nicolás Sesma, "las conmemoraciones ofrecen una magnífica oportunidad para la reflexión". Poco tiene que ver aquel país con el de nuestros días. Tan solo hay que preguntar a los mayores, a las mujeres, y a los miembros de los colectivos más sensibles. La sociedad española ha cambiado profundamente desde que, por fin, recuperó la libertad.

Para hacer un resumen que recoja los principales derechos conquistados en estos 50 años, faltaría espacio y tiempo, pero en un brevísimo sumario se podría incluir: el avance en la igualdad de la mujer, con legislaciones que protegen derechos fundamentales como el aborto, la identidad, o contra la violencia de género; los derechos del colectivo LGBTIQ+, con la llegada en 2005 del matrimonio igualitario y la bautizada ley trans, en 2023; los progresos en la protección del trabajador, la libertad de expresión u muchas otras leyes que regularizan y ayudan a las personas en situación de discapacidad física, intelectual, o enfermedades terminales como el cáncer o la esclerosis múltiple. Pero, quizá el más importante, la simple posibilidad de meter una papeleta en una urna. Sin esta elección popular, sin la soberanía del pueblo, nada de lo anterior hubiera sido posible.

En la España de la dictadura, pertenecer al colectivo LGTBIQ+ no era una opción, era un delito, y sus miembros, reprimidos, encarcelados y sancionados a durísimas terapias de conversión. En la España de Franco, la mujer, privilegiada o no privilegiada, tenía un destino escrito y estaba abocada al sometimiento: contraer matrimonio, tener hijos y cuidar la casa. La España de Franco era un país de emigrantes, con miles de personas que salían del país. Ahora, es uno de acogida. En la España de Franco no había cabida para las personas discapacitadas.

Fotografía de archivo del funeral de Francisco Franco en el Valle de los Caídos.
  Fotografía de archivo del funeral de Francisco Franco en el Valle de los Caídos.Europa Press

Tal y como asegura el periodista Iñaki Gabilondo: "Si quieres identificar una dictadura, es muy sencillo: todo lo que no es obligatorio está prohibido". Pero, los últimos movimientos sociales radicales, particularmente, el auge de la extrema derecha y su nostalgia falangista, han puesto de manifiesto que, aunque el avance es evidente, las raíces de la dictadura siguen muy presentes. Una encuesta reciente del CIS corrobora que un 21% de la población considera que los años de Franco fueron "buenos o muy buenos". 

"Pienso que en los últimos cincuenta años se han convertido en dominantes los paradigmas del cambio que se inició con la revuelta de 1968, una transformación cultural que tenía raíces muy anteriores, pero que se hizo explícita y hasta estridente en ese tiempo", asegura en conversación con El HuffPost, Pablo Pérez, catedrático de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra. 

De la represión a la libertad

¿Qué pensaba un adolescente de los 70 y otro de los 2010? Para explicar el contraste entre la sociedad de nuestros días, y la franquista, el docente pone el foco en los más jóvenes adultos. "Mientras que en la década de los setenta contestaban los valores de sus padres, asentados en tradiciones muchas veces seculares, los adolescentes actuales contestan valores de la Transición. Y no lo tienen nada fácil porque esa generación ha tendido a considerar que sus logros eran la cima de todo avance social". No obstante, en la conversación, el docente se muestra "reacio" a emplear el término "avance", puesto que para los que vivieron en la dictadura estos son "consecuencia de sus propias vidas".

Una posición que no comparte Cristóbal Torres Albero, sociólogo y catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, que, en conversación con este periódico, apunta a la ilusión y las expectativas de progreso de las juventudes posfranquistas. "Ese adolescente de 1975 estaba lleno de ilusiones y expectativas por la etapa que se inauguraba, donde la recuperación de las libertades y la convergencia con Europa era una posibilidad muy verosímil". Por su parte, el adolescente de ahora, dice, "está instalado en la rutina de una sociedad ya colmada de libertades y derechos y, con ello, la frustración de esas expectativas es otra constante presente en sus vidas cotidianas".

"Los ahora mayores", asegura, "la generación Baby boom, ha sabido hacer frente a todos los retos que tuvieron que afrontar en estos 50 años, en su tráfago, desde la adolescencia hacia la actual condición de sexagenarios y septuagenarios", continúa. Con la muerte de Franco, y en esta línea, la experiencia de las libertades públicas recién estrenadas, generó en la juventud española un deseo de vivir nuevas experiencias extraordinariamente agitadas. Es lo que se llamó "la movida madrileña". No obstante, el efecto "fue a veces perverso": "La vida de algunos de los protagonistas de la movida sirve de ejemplo, y así lo recuerdan los que compartieron con ellos esos años y se consideran supervivientes", concluye, por su parte, Pérez.

Fotograma de una clase de colegio durante el franquismo de la película 'Para morir en Madrid', de 1965.
  Fotograma de una clase de colegio durante el franquismo de la película 'Para morir en Madrid', de 1965.Michael Ochs Archives via Getty Images

Por último, Gutmaro Gómez Bravo, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid, apunta, también en conversación con El HuffPost, que la diferencia "fundamental" entre un adolescente nacido en el siglo XXI, y otro que vivió la dictadura, "pasa por el individualismo actual, mientras que las distintas generaciones, hasta los años 70, están mucho más vinculadas y controladas por la familia y su entorno".

Más allá de la vida cotidiana, los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) dejan claro cómo el auge de los discursos radicales ha transformado la mentalidad juvenil en España: cada vez más jóvenes muestran atractivos y positivos los años de la dictadura. Concretamente, el 19%, dos de cada diez. El organismo sacó a la luz hace unas semanas nuevos datos para mostrar el cambio con motivo de los 50 años de la muerte de Franco, y dejo datos que dejan mucho que pensar. De hecho, el 17,3% de los españoles considera que la democracia es "peor o mucho peor" que los años en los que el miedo y la imposición era la norma.

Del sometimiento al progreso

Desde que Franco fue enterrado y España dio paso a la democracia, el papel de la mujer ha dado un vuelco de 180 grados. El divorcio se volvió legal en 1981, y la Igualdad, en 2007. En diciembre de 1986 se practicó el primer aborto en España y en 2010 entró en vigor la ley de salud sexual y reproductiva. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) fundamentan el espectacular cambio social: 1978, la tasa de actividad femenina era del 28% mientras que la de los hombres superaba el 75%. En 2023, 24 millones de mujeres forman parte del mundo laboral en España. No hay puerta cerrada para la mujer trabajadora. Hay científicas, ingenieras, médicas, periodistas, filólogas, matemáticas, químicas. 

Gómez Bravo cree que los cambios "más espectaculares" en materia social los ha vivido la mujer. "En el plano legal, los derechos civiles, laborales y constitucionales, y para la mujer, sin duda, es el cambio", asegura. Gracias a los avances, "deja de ser menor de edad jurídicamente, de depender del padre o del marido para prácticamente todo, a poder divorciarse, acceder a la educación superior, a dejar de ser sujeto condenada por adulterio", cuenta. Además, aunque "depende del ámbito, rural o urbano", en general la sociedad valora con estas conquistas sociales.

Una posición que comparte con Pablo Pérez. "A mediados del siglo XX había mujeres muy conscientes de que su papel en la vida pública debía hacerse más relevantes, pero eran una minoría", asegura. "En la actualidad prácticamente todas las mujeres comparten esa manera de ver las cosas, ha sido un cambio muy relevante que venía de mucho tiempo atrás. Esto vale para la España de Franco, pero también para la Francia de la IVª y la Vª República, la República de Italia o el reino de Dinamarca". En esta línea, pone un ejemplo claro: una joven de hoy en día ni se plantea que su condición femenina pueda limitar sus aspiraciones profesionales.

No obstante, el especialista tiene claro que la lucha aún continúa y las mujeres nacidas en el siglo XXI se enfrentan a problemas diferentes, como la aceptación o no de lo que se han considerado logros del feminismo y que "en algunos casos pueden no serlo tanto por generar unas veces cargas duras para las mujeres, que acumulan trabajo fuera y dentro del hogar". "Resumiendo estos cambios y a través de estos filtros, hay una dualidad muy interesante. Para una estudiante universitaria actual, la posguerra es el pleistoceno y una octogenaria no se reconoce en el presente actual", ejemplifica para poder visualizar por un momento la intensidad de la transformación social.

Miles de mujeres se reúnen en el centro de Madrid durante un 8M.
  Miles de mujeres se reúnen en el centro de Madrid durante un 8M.Europa Press via Getty Images

Por su parte, para Torres Albero hay que agradecer a las mujeres que nacieron en los años del franquismo los derechos alcanzados. "Esas mujeres que crecieron en la posguerra son las que, en gran medida, han propiciado la radical transformación que en la situación de la mujer ha producido en los últimos 50 años". De hecho, "en mi opinión y en términos del conjunto generacional, no solo han entendido y respetado el progreso, sino que lo han protagonizado, tanto las élites como la ciudadanía en general".

Las ilusiones de la Transición que se convirtieron en realidad

La Transición democrática fue la oportunidad para reabrir debate sobre muchas cuestiones que afectan de lleno a la sociedad. Derechos y libertades que estuvieron encerrados con llave durante la dictadura y que, ahora, están plenamente reconocidos.

Entre estos, y uno de las más destacables, la libertad sexual. Con Franco y la Iglesia al mando, y tal y como exponen los datos de memoria democrática, más de 5.000 personas fueron arrestadas. A culpa de la Ley de Vagos y Maleantes (1933), sufrieron palizas, trabajados forzados y una gran mayoría puso distancia de por medio. Esto no tiene cabida en la España de hoy: en 2005, se aprobó el matrimonio homosexual, y en 2023, la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans. 

La bandera del orgullo LGTBIQ+, junto a la bandera de España.
  La bandera del orgullo LGTBIQ+, junto a la bandera de España, en el World Pride de Madrid.SOPA Images

Tal y como avanzaba Pérez anteriormente, los jóvenes actuales contestan a los valores de la Transición. Este "fue un cambio sin precedentes, en cuanto a los niveles de bienestar, consumo y modelo político de la sociedad europea. Pero como toda movilización social generalizada, tuvo posteriormente un profundo desencanto hacia el mismo sistema (la posmovida)".

Al ser preguntado sobre si las generaciones de la Transición se pueden definir como referentes de la sociedad actual, asegura que el cambio "provocó unas expectativas de que las cosas iban a cambiar a mejor (libertad, derechos de toda índole, crecimiento económico, bienestar social...)". "Estas referencias siguen siendo válidas, pero como toda rutina crea sus paradojas y malestar, cuando dicen que no viven igual que sus padres, confunden una variable de stock (la situación de los mayores vs. la de ellos) con una variable de flujo (cómo eran sus padres y cómo vivían cuando tenían la misma edad)". Aunque reconoce que las nuevas generaciones "están mejor formadas" y "son mucho más conscientes de lo que les rodea".

Para el profesor, "el avance social menos adivinado en tiempos de la dictadura", es "la formidable" transformación de las técnicas de comunicación que se ha producido en los últimos años". Pero también pone en relieve que "algunas medidas que hoy se quieren considerar como un avance pueden demostrar, andando en el tiempo, que no lo son".

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Soy redactor de Actualidad en El HuffPost. En mi día a día, estoy siempre pendiente de lo que ocurre en el mundo para transmitirlo de la forma más cercana y clara posible.

 

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Mi trayectoria

Estudié en la Universidad de Sevilla, ciudad en la que nací y de la que soy. En 2020 entré como becario en Diario de Sevilla, donde aprendí a cubrir información local. Poco después, terminé mi carrera con otra beca, esta vez en Cadena SER Andalucía.


Con el objetivo de ampliar horizontes, me mudé a Madrid para unirme a la promoción 37 del Máster de El País-Universidad Autónoma de Madrid. He escrito en El País y, actualmente, trabajo en El HuffPost España.

  


 

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