El beso de Rubiales: la punta del iceberg de la violencia sexual que sufren las mujeres a diario

El beso de Rubiales: la punta del iceberg de la violencia sexual que sufren las mujeres a diario

La presunta agresión sexual del expresidente de la RFEF contra Jenni Hermoso ha impulsado a otras víctimas a contar sus historias, que van desde el ámbito laboral al acoso callejero.

Pancarta con el lema '#Seacabó', que clama por el fin de las violencias sexuales contra las mujeres, popularizado a partir de la agresión sexual de Luis Rubiales a la futbolista Jenni Hermoso.SOPA Images

Luis Rubiales, expresidente de la Real Federación Española de Futbol (RFEF), se sienta este viernes en el banquillo de la Audiencia Nacional. Se le investiga por un presunto delito de agresión sexual después de darle un beso no consentido a la futbolista Jennifer Hermoso durante la celebración de la final del Mundial de Fútbol Femenino, que ganó la selección española.

Fue la propia deportista la que presentó la denuncia, después de que Rubiales tratara de justificar su comportamiento presuntamente delictivo cargándole a ella la responsabilidad de lo sucedido y llegando a posicionarse, incluso, en un lugar muy cercano al de la víctima. 

No faltaron tampoco ataques contra lo que él denominó como "falso feminismo" de representantes públicas como las ministras Irene Montero, Ione Belarra y Yolanda Díaz. Pero algo que Rubiales concebía como "normal" y "consentido" era en realidad un "abuso sexual", según los expertos consultados por El Huffpost, y es lo que le ha llevado a los tribunales.

Los hechos causaron un incendio social en el que una parte de la prensa deportiva llegó a cuestionar que lo sucedido fuera realmente una agresión. Pero fueron ellas, las mujeres de la selección, quienes desenmascararon el fondo de la cuestión. La primera fue la capitana, Alexia Putellas, después llegaron las demás, y en apenas unas horas ya fueron legión, con otras selecciones internacionales, como la sueca o la inglesa, que también se unieron al clamor del #Seacabó frente a los abusos de poder y la violencia sexual. La puntilla la dio la propia Hermoso, con un comunicado en el que desmentía todo lo afirmado por Rubiales: "No tolero que se ponga mi palabra en duda".

Este viernes, después de afirmar incluso que no dimitiría y de que su madre llevara a cabo una huelga de hambre de tres días, Rubiales, de ser acusado formalmente, podría enfrentarse a una pena de entre uno y cuatro años de prisión.

Clamor general contra la violencia sexual

Las dimensiones del caso de Rubiales rebasaron rápida y ampliamente el plano deportivo. El caso saltó a la esfera internacional, poniendo a España en el foco, todos los partidos políticos (menos Vox) pidieron su dimisión. 

Incluso el presidente en funciones del Gobierno, Pedro Sánchez, invitó al expresidente de la RFEF a "continuar dando pasos" hacia la renuncia en la rueda de prensa inmediata a la recepción oficial de las jugadoras en La Moncloa horas después de haber resultado campeonas frente a la selección inglesa.

Aceptar que el equivocado soy yo
Juanma Castaño, periodista deportivo

En la calle, la población también comenzó a movilizarse después de que Rubiales se negara a dimitir. Poco a poco, las tornas fueron cambiando y algunos periodistas deportivos que en un principio cuestionaron la gravedad del asunto, empezaron a reflexionar y cambiar su visión. El caso de Juanma Castaño se hizo especialmente viral en las redes sociales.

El locutor de la Cadena COPE afirmó: "No había caído en esa diferencia de poder y luego, al final, es verdad. Un jefe dando un beso a una empleada". Para después añadir: "Términos que a mí me sonaban muy grandes. Pero pasan las horas y te das cuenta de que son muchas las personas que piensan así. Si la ley dice que eso forma parte de un acoso o un abuso, hay que aceptarlo", razonó Castaño.

Y remató: "Aceptar que el equivocado soy yo. Desde luego, tengo claro que a partir del día de ayer veo las cosas de otra forma. Las veo después de que compañeros míos hayan debatido y hayan puesto sobre la mesa el por qué ese gesto fue más que un error sin importancia del presidente Rubiales".

Violencia diaria al descubierto

Más de la mitad de las mujeres españolas han sufrido algún tipo de violencia motivada por el hecho de ser mujeres. No es un dato tirado al vuelo, son el 57,3% (11.688.411 mujeres en total), a la luz de los resultados de la macroencuesta realizada por el Ministerio de Igualdad sobre violencia contra la mujer de 2019, que se realiza cada cuatro años.

La repercusión del caso Rubiales se entiende por haber sido retransmitido en directo a millones de espectadores, pero la estadística demuestra que es una realidad, la del acoso y la violencia, que ocurre todos los días y a todas horas, desde el ámbito laboral al cotidiano.

La concienciación y los avances en derechos han hecho que las denuncias aumenten, lo que se traduce en que entre 2010 y 2021 las cantidad de delitos contra la libertad sexual crecieran un 195,5%, según los datos del Ministerio del Interior. En 2021, una menor de 13 años fue agredida sexualmente cada 26 horas. Y aun así, los expertos no se cansan de advertir de que la realidad podría ser incluso más aterradora, ya que sigue existiendo una enorme cantidad de casos que no se denuncian.

Ante semejante panorama, no es de extrañar que muchas mujeres hayan alzado la voz y roto el silencio, señalando en muchos casos directamente a sus agresores. Un ejemplo sonado, del pasado domingo, fue el de la periodista Natalia Sancha, excorresponsal de El País en Oriente Medio. Sancha señaló en su cuenta de X (antes Twitter) a un miembro de la carrera diplomática que durante una fiesta en la embajada española de Beirut trató de besarla y "toquetearla". Se tuvo que zafar de un empujón.

Apenas unos días después, el martes, la periodista de Cuatro Isabel Balado sufrió una agresión en pleno directo mientras retransmitía una información desde el centro de Madrid. El hecho causó una indignación total en redes y la propia cadena dio aviso a las autoridades, que detuvieron al agresor horas después.

Otra periodista, Verónica Sanz, subió un vídeo a su cuenta de X de un directo que le tocó hacer hace 12 años sobre el terreno en la Tomatina de Buñol: "La reportera trata de esquivar manos y aliento, se le echan encima. Se encarama a la ventana, habla de 'apreturas,tocamientos'; se gira, buscando autores. Denuncia en vano: 'Me pellizcan el culo'. Lo pasé mal". La reportera se congratulaba, al menos, de que aquellas imágenes hoy "parecen otro mundo": "💜VAMOS BIEN", zanja.

Pero aunque aquella Tomatina parezca inimaginable, este miércoles Sonia Gómez Mas, también periodista, denunciaba en su cuenta de X el acoso que había sufrido por parte de un taxista que aminoró la marcha y se puso a su altura ella mientras ella iba en bicicleta: "Bueno, hace un momento, un taxista que podría tener fácilmente la edad de mi padre ha decidido que era super buena idea ponerse a mi lado en el carril mientras yo voy en bicicleta a soltarme todo tipo de lindezas. A empezado con un 'hola guapa qué tal', 'dame tu número de teléfono'... y así siguiéndome". 

"Esto pasa todos los días, solamente nos podemos sentir seguras dentro de casa... Pues no. Las calles también son nuestras. Y ya está bien", ha concluido Gómez.

En la víspera del juicio, este jueves, han resultado detenidos tres jugadores de la cantera del Real Madrid por difundir un vídeo sexual de una menor de edad con la que uno de ellos mantuvo relaciones sexuales...  la lista de agravios y agresiones podría alargarse hasta el infinito. Todos los días, a todas horas y en todas partes las mujeres sufren acoso y abusos, esculpidos en piedra en el beso no consentido que Rubiales. Pero las mujeres ahora entonan el #Seacabó y Rubiales se sienta en el banquillo.

Fumar en un restaurante es algo casi inimaginable que durante siglos ni se cuestionó, pero la historia y el tiempo pesan. En un futuro, gestos como tocarle el culo a una mujer, susurrarle o gritarle alguna perversión, o incluso besarla sin su consentimiento puedan llegar a verse como actos de barbarie para que más de uno entone un "cómo pudimos tolerar algo así".