El paraíso vaticano: gasolina, tabaco y medicinas 'low cost'

El paraíso vaticano: gasolina, tabaco y medicinas 'low cost'

AFP

Todos los días, El Vaticano gana un pastizal gracias a cuatro o cinco tiendas ubicadas dentro de los muros sagrados. Con el paso de los años se han convertido en una especie de de ‘Duty Free’ de libre acceso. Y El Vaticano, claro, hace caja.

El libro Avarizia, del periodista italiano del diario L’EspressoEmiliano Fittipaldi, detalla cómo funcionan la gasolinera, la farmacia, el estanco y el supermercado del Estado Vaticano. La obra, que se pondrá a la venta este jueves en Italia, promete hacer temblar los cimientos de la Santa Sede por lo que se conoce como ‘Vatileaks 2’. El escándalo se destapó esta semana y provocó el arresto del sacerdote español Lucio Ángel Vallejo Balda por robar y filtrar documentos secretos. El religioso podría haber proporcionado información confidencial para la redacción de este libro, que para El Vaticano es "fruto de una grave traición de la confianza del papa" que "seguramente" se deba a que "alguien teme el proceso de renovación" del papa Francisco.

L’Huffington Post, en Italia, ya ha publicado un adelanto de Avarizia, en el que se desvelan las estructuras económicas que permiten al Vaticano vivir en una gloriosa abundancia. No es un asunto menor: gana más dinero con cuatro o cinco tiendas situadas en el Estado Vaticano que con sus conocidos Museos. Y eso, dice el libro, que por sus salas pasan anualmente cinco millones de turistas y las tiendas están, en teoría, reservadas para unas pocas personas: los miembros de la Curia y los residentes en El Vaticano. Por eso, el presupuesto plantea dudas, sobre todo fiscales, sobre cómo funcionan esos negocios.

Fittipaldi asegura que la farmacia del Vaticano es, posiblemente, la que más actividad tiene del planeta, ya que la visitan diariamente cerca de 2.000 clientes. Según estudios de la Asociación Nacional de la Industria Farmacéutica, una farmacia italiana puede ingresar unos 700.000 euros al año, mientras que la dirigida por el hermano español Rafael Cenizo Ramírez en El Vaticano recaudó 32,8 millones en 2013 y 41,6 millones el año anterior. El milagro, se dice en el libro, se explica fácilmente. No sólo acepta las recetas y prescripciones de los médicos de otros países, sino que vende los productos con un 20% de descuento respecto a los que se pueden encontrar en las farmacias de Roma porque no se paga el IVA.

Además, en el libro se asegura que los sacerdotes ‘trafican’ con medicamentos que en Italia y en muchos otros países no se distribuyen. Es el caso del Hamolind, un remedio contra las hemorrides que en otros países no se comercializa y que quienes padecen este tipo de molestia califican directamente de milagroso.

FUMAR Y FUMAR

Más sorprende, dice Fittipaldi, la venta de cigarrillos y combustible de este mercado “libre de impuestos”. Todos los negocios, afirma el periodista, están destinados únicamente a los titulares de una tarjeta especial, patrimonio exclusivo (en teoría) de los residentes y empleados del Vaticano. El problema es que al hacer la división no salen las cuentas: el estanco gana 10 millones al año, lo que significa que quienes pueden comprar allí el tabaco fumarían como carreteros. En concreto, entre dos y tres paquetes al día los 365 días al año.

El caso es que el tabaco es, según la auditora Ernst&Young, la segunda fuente más importante de ingresos para el departamento de servicios económicos, sólo superado por el combustible. El autor afirma que El Vaticano “prefiere hacer la vista gorda” en sus exigencias y vende mucho más de lo permitido, que son cinco cartones por cada tarjeta. De hecho, en el libro se asegura que miles de personas no autorizadas pueden comprar cajetillas y hasta puros cubanos por muy poco dinero. Las grandes derrotadas son las autoridades fiscales italianas.

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LLENO, POR FAVOR

No todo es humo: el Vaticano es también una boyante gasolinera low-cost. Según revela el libro, echar gasolina dentro del Estado Vaticano es un 20% más barato que hacerlo apenas unos metros más lejos, en Roma. Y además existe una ventaja económica extra: El Vaticano está exento de pagar el impuesto sobre los combustibles, que distribuye la multinacional Eni.

Un análisis sobre las ventas registradas en años precedentes da resultados descacharrantes: en 2012 se vendió en el Estado Vaticano gasolina por valor de 27 millones de euros, que dejaron 13,7 millones de beneficios. “El 18% se vendió a clientes desconocidos” y 550 habitantes o trabajadores del Estado Vaticano superaron el límite anual de compra, de 1.800 litros. En total, 27.000 personas echaron gasolina en las estaciones de servicio ubicadas en el Vaticano, muchas más de las teóricamente autorizadas.

Si los datos de consumo fueran equivalentes al número de personas que viven en el Vaticano (y que, por tanto, pueden disfrutar legalmente de estos ‘descuentos’), significaría que cada uno debería recorrer al año 45.000 kilómetros al año en coche: una distancia propia de un comercial, vamos.

¡VIVA EL VINO!

También el supermercado de la Santa Sede es una bicoca donde se puede comprar desde ropa de diseño hasta alta tecnología libres de impuestos. Aunque allí lo que realmente triunfa es el vino. No es casualidad que un estudio del Instituto del Vino de California de 2012 revelase que El Vaticano es el país con mayor consumo de esta bebida de todo el mundo, con un monstruoso promedio de 70 litros por persona al año. Y no, no es un problema de alcoholismo.

Por ley, el permiso para comprar allí solo se concede al personal del cuerpo diplomático y de las congregaciones, pero según el análisis de Ernst&Young no hay sólo 4.000 o 5.000 tarjetas que dan derecho a adquirir aquellos productos sino 41.000. Nada más y nada menos. El negocio es redondo: gana el cliente, que compra barato, y El Vaticano, que se embolsa un dineral.

CASAS CARDENALICIAS

Las revelaciones del libro Via Crucis, escrito por Gianluigi Nuzzi, ahonda por su parte, y entre otras cuestiones, en la fastuosa vida de los cardenales de la Santa Sede. "En el mismo corazón de la Iglesia hay un agujero negro que Francisco descubrió tras muchas dificultades: fraude y una mala gestión que se convierten en estafa", señala para agregar que "el papa es consciente de el coste de la curia es similar a los fondos destinados a los necesitados. Un escándalo".

Según la obra, el dinero que llega al Vaticano para las obras de caridad y que es enviado por los católicos de todo el mundo, no termina en manos de los más necesitados, sino que se utilizan "para tapar los agujeros provocados por los gastos generados por algunos de los cardenales y hombres que controlan el aparato burocrático de la Santa Sede".

Parte del dinero se destina a sufragar amplísimas viviendas, muy similares a la ya polémica de Tarcisio Bertone. Por ejemplo:

  • Vivienda del canadiense Marc Ouellet, nacido en 1944, prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina: cerca de 500 metros cuadrados.
  • Vivienda del cardenal Sergio Sebastiani, presidente emérito de la Prefectura de los Asuntos Económicos de la Santa Sede: 424 metros cuadrados.
  • Vivienda del estadounidense Raymond Leo Burke, nacido en 1948, patrono de la Soberana Orden Militar de Malta: 417 metros cuadrados.
  • Vivienda del polaco Zenon Grocholewski, nacido en 1939, desde el pasado mes de marzo prefecto emérito de la Congregación para la Educación Católica: 405 metros cuadrados.
  • Vivienda del cardenal estadounidense William Joseph Levada, nacido en Long Beach, en 1936, leal a Ratzinger y prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe y arzobispo emérito de San Francisco: 524 metros cuadrados.

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