9 de mayo: el Día de la Victoria rusa sobre los nazis que se espera clave para Ucrania

9 de mayo: el Día de la Victoria rusa sobre los nazis que se espera clave para Ucrania

Las especulaciones son variadas: puede que Putin declare formalmente la guerra o que la dé por acabada, que anuncie ofensivas o anexiones. Sólo él lo sabe.

Ensayo del Desfile de la Victoria, el pasado 4 de mayo, en la Plaza Roja de Moscú. Alexander Zemlianichenko via AP

El 9 de mayo está marcado en rojo, rojísimo, en el calendario de Rusia. Es así desde 1945, cuando la Unión Soviética se impuso a Alemania y llegó la ansiada capitulación nazi. 77 años se cumplen en este 2022 de aquel momento crucial del siglo XX. La tradición dice que en este día Moscú se llena de uniformes, de armamento y de fanfarrias para mostrar al mundo su poderío militar, vigente más allá de los recuerdos de la Segunda Guerra Mundial. El Día de la Victoria es el momento de sacar músculo y de recordar que nunca más habrá quien quiera matar a 26 millones de rusos sin asumir las consecuencias.

El covid ha hecho que las últimas citas hayan estado anuladas, descafeinadas o alteradas, pero este año hay algo mucho más desestabilizador: la guerra de Ucrania. Habrá desfile, llevamos semanas de ensayos en los alrededores de la Plaza Roja. Lo que no se sabe es qué más acompañará a los fastos, si habrá un gran anuncio por parte del presidente, Vladimir Putin, una nueva amenaza, una nueva apuesta.

Inteligencias occidentales como las de Estados Unidos o Reino Unido apuntan a la posibilidad de que el Kremlin declare formalmente la guerra, que aún sigue llamando “operación especial” contra Ucrania, pero las quinielas son más amplias: puede anunciarse una escalada significativa en la contienda, una mayor movilización de efectivos, la imposición de la ley marcial, la anexión de territorios... y hasta el fin de la ofensiva. La frase es manida, pero cierta: nadie está en la cabeza de Putin, nadie sabe lo que planifica el presidente, lo que apenas comparte con un par de asesores. Lo que venga en este día señalado es una incógnita y nadie se atreve a hacer apuestas muy concretas.

¿Queda declarada la guerra?

Como ya ocurriera con los informes que alertaban del inicio de la invasión, las informaciones de Washington y Londres coinciden: es posible que el lunes Rusia declare formalmente la guerra a Ucrania. Hasta ahora, Ucrania tampoco ha hecho lo propio con Rusia. Estamos ante una invasión. Los cambios de palabras tienen consecuencias y, en este caso, la mayor es que la nueva denominación permitiría a Putin movilizar a más efectivos, importante teniendo en cuenta la escasez de personal que arrastra desde que dio la primera orden de ataque, el 24 de febrero.

Según un estudio del Instituto Real de Asuntos Internacionales (Chatham House) con base en Londres, se calcula que Rusia ha perdido unos 15.000 soldados en esta contienda. La cifra roza los 25.000 según el Gobierno de Kiev. Moscú ha reconocido solamente 1.321, pero desde el 25 de marzo se han dejado de reportar los datos de muertos y heridos en sus filas, en un intento de no bajar más aún la moral. Más allá de la guerra de cifras, Rusia necesita refuerzos y si declara la guerra podrá llamar a reservistas, movilizar a hombres en edad de pelear y extender el servicio militar obligatorio, ganando brazos.

El ministro de Defensa de Reino Unido, Ben Wallace, ha insistido esta semana en la posibilidad de una guerra con todas las letras. En una entrevista con LBC Radio, dijo estar está seguro de que Putin va a intensificar los ataques en Ucrania ese día y va a hacer un llamamiento masivo a filas para “luchar contra nazis del mundo”. “Ha estado inclinando el terreno de juego sentando las bases para poder decir ‘mira, esto ahora es una guerra contra los nazis, y lo que necesito es más gente. Necesito más carne de cañón rusa’”, añadió en el mismo medio.

“Ese escenario es muy complejo. Por un lado, hablar de guerra propiamente dicha permite promulgar una ley de movilización y también tomar medidas económicas excepcionales, porque se entiende que hay una agresión contra Rusia y es necesario. Sin embargo, más allá de la propaganda y de la falsa desnazificación anunciada, ese paso obligaría a una implicación social para la que no sé si la sociedad rusa está preparada”, sostiene Anne Claessen, investigadora del Real Instituto Superior de Defensa belga.

Entiende que Putin “corre el riesgo de perder apoyo popular” si tiene que llamar a filas a los ciudadanos que hasta ahora lo apoyaban, pero no es lo mismo “vestir el uniforme”, “que te impidan salir del país”, o ver cómo se impone una ley marcial, “que implica desde la eliminación de derechos básicos y la mayor concentración de poder de las autoridades a la suspensión de procesos electorales, por ejemplo”.

La experta habla de un hipotético “cambio de narrativa” en el relato mantenido hasta ahora por el Kremlin, que llevaría aparejado un reconocimiento de que las cosas no van bien, que la ofensiva no ha sido tan rápida y limpia como se anunció. “Eso puede reducir el apoyo popular al régimen”, apunta, recordando que habría que echar mano de varones jóvenes con poca o ninguna formación militar, por lo que tampoco tendría una inyección de ayuda inmediata. “Hace falta tiempo para formar a la gente”, apunta. Por eso entiende que “no parece el momento” de declarar la guerra, por más que la información sesgada o directamente ocultada haga que la popularidad de Putin esté en un 83%, según la organización independiente Levada.

La base para elevar la apuesta “no es fuerte”, porque Putin ha cometido varios grandes errores, como pensar que no habría apenas oposición ucraniana, “militar y civil”, como ocurrió en 2014, cuando se anexionó Crimea sin grandes resistencias. Tampoco esperaba que los aliados occidentales, siempre despegados, se unieran e impusieran sanciones elevadas y enviaran armas a los de Volodimir Zelenski. Y menos aún se esperaba que sus propias Fuerzas Armadas estuvieran en un momento tan bajo.

El propio portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, ha negado que se vaya a dejar de hablar de “operación especial” por “guerra”. Lo ha rechazado tajante: “No, es un disparate”, dijo el miércoles. Tampoco habrá una movilización general, dijo. Tras escucharle, en EEUU y en Reino Unido insistieron: sus fuentes dicen lo contrario.

Y si no es eso, ¿qué?

La analista da por hecho que el 9 de mayo habrá un “pronunciamiento” de Putin, bien en forma de comunicado, bien con un discurso, en el que trate de alardear de los supuestos logros en Ucrania, de su visión de lo que se ha dado en llamar el mundo ruso de Putin. Y eso puede venir acompañado de un intento, en las últimas horas, de apuntarse un tanto llamativo, como podría ser la conquista completa de Mariupol o la anexión de territorios del Donbás que ya están en manos de los prorrusos -algunos desde hace ocho años- o el el óblast de Jersón, una de las zonas más castigadas.

“Es posible que veamos que se redoblan esfuerzos, que se reposicionan fuerzas, que se ocupan espacios que inicialmente no atraían su atención o no estaban considerados como urgentes, y así poder presentar ante su gente una victoria relativa en una guerra que nadie está ganando pero que, desde luego, no están perdiendo los ucranianos”, añade el coronel español retirado Manuel Gutiérrez. Coincide en que la suma de “capacidad de resistencia ucraniana, ayuda de Occidente y fallos de cálculo rusos” hace complicado ir más allá.

“Mientras llega una salida por negociaciones o por una gran conquista militar, Rusia puede apostar por aplastar ciudades concretas, la la chechena o a la siria, algo que chocaría con su nueva estrategia en el este, o ir a por todas en su avance por el Mar Negro, a por enclaves importantes como Odesa”, indica. A esa idea de tener un corredor desde su territorio hasta Crimea, pasando por el Donbás, se ha sumado en los últimos días la confirmación oficial de que también interesa llegar hasta Transnistria, un territorio prorruso en Moldavia.

¿Es una opción que se anuncie un ataque a Moldavia? “Todo está muy abierto”, es la respuesta del antiguo militar, quien no obstante recuerda que no podemos hablar de un paseo militar, que el control de los amigos de Rusia de Donetsk y Lugansk es “sólo parcial, como lo era antes de la ofensiva, porque ha habido pocos cambios y pocos avances”, por lo que ir a por otro país cuando ni siquiera se ha acorralado al primero es “cuando menos poco esperable”.

El Gobierno ucraniano ha afirmado a medios como el británico The Times que cree “que el Kremlin ya ha tomado la decisión de atacar Moldavia”, un paso “crucial” porque “si los rusos comienzan a tomar el control, militarmente seremos un objetivo más fácil y la amenaza para Ucrania será existencial”, indican. En las dos últimas semanas se han producido incidentes en la zona, que Moscú llama claramente “atentados terroristas” que han elevado la temperatura. El terreno seco, la chispa, la llama.

Y luego está la opción de que todo siga enquistado como hasta ahora, que no haya anuncios de avances sobre el terreno ni en negociaciones, que la guerra que tiene pinta de ser larga efectivamente lo sea. Y la opción contraria, la de la amenaza nuclear. “No creo que estemos en ese escenario. Es verdad que Sergei Lavrov [el ministro de Exteriores ruso] ha confirmado que hay un riesgo real de que esta guerra inicie una Tercera Guerra Mundial, y de que el uso de armas nucleares es una amenaza latente, pero parece una vía demasiado grave”, indica.

La que menos barajan los dos expertos es la opción de la esperanza. Que Putin, de pronto, diga que ha conseguido lo que quería (¿que Ucrania no entre en la OTAN? ¿Dominar mejor el este del país? ¿aniquilar a los grupos supuestamente nazis?) y que la guerra se acaba. El papa Francisco ha dicho que el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, le contó el pasado 21 de abril durante su reunión en el Vaticano que “los rusos tienen un plan, que todo acabará el 9 de mayo”. “Espero que sea así, para que se pueda entender también la velocidad de la escalada de estos días”, añadió. Demasiado desgaste para irse con las manos vacías, piensan los analistas. Hoy el Kremlin no tiene una victoria tangible que llevarse a la boca.

Nunca se sabe con Putin si las expectativas se están engordando o si se están quedando cortas. “Lo único esperable con seguridad es que la fiesta del día 9 será una exhibición de nacionalismo”, indica la analista belga. Putin ha hecho suya aquella victoria y la impone como un elemento imprescindible de demostración de patriotismo. Más aún cuando, desde su primer discurso explicando la “operación especial”, el presidente ruso ha tratado de hacer analogías entre los nuevos nazis de Ucrania con los de 1945, cuando hasta se ha comparado a Zelenski con Adolf Hitler hablando de “orígenes judíos”.

La Alemania nazi, representada por el generalfeldmarschall Wilhelm Keitel, firmó la rendición incondicional el 8 de mayo de 1945 a las 22:43 hora central europea (9 de mayo a las 0:43 hora de Moscú), ante el mariscal del Ejército Rojo Gueorgui Zhúkov, poniendo fin así a la Segunda Guerra Mundial en el continente europeo. La diferencia horaria explica por qué en los países occidentales la victoria se celebra el 8 de mayo (Día de la Victoria en Europa), mientras que en la Europa Oriental se celebra el 9 de mayo.

Esta jornada no fue conmemorada de modo generalizado en la URSS hasta después de 20 años, en 1965. Tras la disolución de la URSS se dejaron de celebrar los desfiles durante unos años, hasta que en 1995 se retomó la tradición en Rusia, engrandecida por orden de Putin. Tienen la Plaza Roja moscovita por epicentro. El desfile discurre entre la colina Poklónnaya y la tumba de Vladimir Lenin, donde se instala la grada de autoridades. Se esperan más de 10.000 soldados, tanques, aviones, helicópteros, misiles intercontinentales, baterías antimisiles, blindados... Hasta el momento, se desconoce si también serán llamadas algunas de las unidades que combaten en Ucrania y de cuya suerte tan poco se sabe en casa.

En esta ocasión, Rusia no invitará a ningún líder mundial. “Ese año no es un aniversario redondo”, dijo el portavoz de la Presidencia rusa, Peskov, sin dar espacio a réplicas sobre las negativas a asistir al evento que podrían recibir este año, en plena guerra. Tampoco se sabe si estarán presentes mandatarios de países amigos, llegados en el último momento.

Al presidente de Rusia le gustan los simbolismos de fechas como esta, ya que lanzó la invasión de Ucrania el día después del Día del Defensor de la Patria, otro día militar crucial en Rusia. Lo que hará y lo que dirá esta vez es aún un enigma del que dependen muchas vidas.